Capítulo 2

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Obsevaba el humo del tabaco disolviéndose en el aire mientras pensaba en la indiferencia de mis sentimientos, en la crudeza de mis pensamientos... No encontraba sentido a mi existencia. Para qué vivía? Para morirme? Nacer, vivir una tediosa vida en un tedioso pueblo, padres separados, una mierda de madre de la que ni quiero hablar, más tedio, monotonía y... morir.
Me reí para mis adentros "La gente suele temer la muerte" me dije "Pero la putada no es morir, la putada es vivir".

Vagaba por mis pensamientos cuando derrepente algo me sobresaltó. Un ruido rompió el silencio en el que me deleitaba. Inmediatamente, me di la vuelta. Qué había ocurrido? Qué había sido aquello?

Miré a mi alrededor y me encontré con que la cama había sido arrastrada hasta el otro lado de la habitación.
"Qué coño..?! Papá?! Estás ahí?" pregunté asustada. Pero, nadie respondió. "Papá? Has llegado, papá?" Pregunté apagando rápidamente el cigarrillo y esperando que, si había entrado en mi cuarto, no me hubiese visto fumar.
El corazón me rompía el pecho de lo fuerte que latía. Tal vez no había escuchado la puerta, había entrado y al verme fumando se cabreó, y desplazó la cama de un golpe. Pero, nadie respondió. Además mi reconstrucción de los hechos sonaba un poco extraña. Será que alguien había entrado?

"No puede haber entrado nadie" me consolé "Papá siempre cierra con llave cuando se va". Bajé para comprobar que la puerta estaba cerrada y, en efecto, lo estaba.
Con miedo revisé cada habitación de la casa. "No puede haber entrado nadie" me repetía una y otra vez para calmarme.

Ya solo quedaba por mirar en la cocina.
"Joder, joder..." acerqué mi mano al pomo de la puerta de la cocina. Los cristales opacos de la puerta no me permitían ver lo que había en el interior. Palpé la gelidez del pomo con los dedos, tomé coraje y... entré.
No te puedes imaginar mi suspiro de tranquilidad al no encontrar a nadie en la cocina.
Los nervios que había pasado hacían temblar mis manos y piernas, y mi respiración aún era agitada. Traté de controlarla insuflando aire por el diafragma y cuando desapareció el estado instintivo de alerta en mi cuerpo, cogí un vaso y bebí un poco de agua.

Cada sorbo me sabía a calma. Que miedo había pasado, por un momento creí que algún hijo de puta había entrado.
"Ufff menos mal.." de repente me atraganté "pero.. entonces, la cama... cómo se ha movido la cama?!".

Secretos de familiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora