Una Oportunidad para Amar. | Crónicas de Dawling Town III

Capítulo Catorce.

*Un minuto de silencio por el banner que debía ir aquí, pero wattpad no me dejó poner*

Capítulo Catorce.

Desde un principio, Lionel supo que no tendría oportunidad alguna con Phile. Lo tenía claro y nunca dejaba que eso se interpusiera entre la amistad que habían adquirido, sin embargo, cuando la vio, tan diferente a como la había visto por los últimos dos años, algo se encendió dentro de su cuerpo.

—Buenos días, Lionel.

Detrás de Phile, Allen frunció el ceño. Le provocaba una emoción poco amigable el hecho de que antes del nombre del chico frente a ellos no estuviera un "señor".

No era de su importancia, pero de todas formas le importó.

—Buenos días, Phile— Lionel sonrió hacia ella y luego miró al hombre detrás con mucha curiosidad— ¿Nos presentas?

—Claro— Phile se giró para ver a Allen y lo señaló con sus manos— él es el señor Walsh, el dueño de la casa que necesita reparaciones...

—Reconstrucción— corrigió de inmediato.

Molesto, pero logró esconderlo muy bien. Otra vez volvía a ser el simple señor Walsh.

—Exacto— la mujer aclaró su garganta— señor Walsh, él es Lionel de Warelow, futuro marqués de Warelow.

—Ah, conozco a su padre— estiró la mano para saludar al chico— buen hombre.

«Malo en el juego», quiso decir. Aunque, si había una palabra que definiera a la cabeza de la familia Warelow, de seguro era "pésimo" en el juego porque la palabra malo quedaba muy corta.

—¿Cómo lo conoce? Claro, si no le incomoda mi pregunta.

—Es miembro frecuente de mi club y casino.

—Vaya— Lionel le dio una mirada sospechosa a Phile, que solo duró un segundo, antes de volver a prestar atención al hombre— esto es interesante.

—Si usted supiera.

Phile ya se sentía incómoda. Necesitaba salir de ahí, pero con Lionel porque de lo contrario podría empeorarlo todo.

—Bien, creo que debemos volver— Phile se acercó a Lionel y lo tomó del brazo para empezar a caminar—Tendremos esa conversación en otro momento, señor Walsh.

—Espere.

Poco propio para una señorita, Phile dejó salir una maldición por debajo de su voz.

—¿Sí?

—¿Es él su esposo?

Lionel frunció el ceño, sin entender nada y gracias al apretón que Phile le dio en el brazo, supo que no debía decir lo contrario.

—Usted mismo lo ha dicho, señor Walsh.

Mierda. Eso resumía mucho en la cabeza de Allen. Entonces si estaba casada, pero ¿Dónde estaba el anillo? Ninguno lo usaba y él podía asegurarlo porque definitivamente dedicó unos buenos segundos a la búsqueda del lazo de la unión tanto en la mano femenina como masculina.

Y lo más importante ¿Dónde estaba este tipo cuando debería estar adorando a esa mujer maravillosa a cada minuto y en cada lugar? O al menos cuidándola de que idiotas como él no pusieran sus sucias manos sobre ella, tal como Allen lo había hecho el día anterior.

Phile se despidió y lo dejó ahí, con la duda como siempre.

Una vez estuvieron lo suficientemente lejos y cerca de la casa, Phile miró hacia atrás, esperando que él volviera seguro al lugar donde se hospedaba y no la siguiera.