Capitulo I

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diario  de un soldado.

…I…

Las noches dejaron de ser oscuras el día que todo esto comenzó, aunque sean iluminadas artificialmente por el brillo fugaz de los cohetes y misiles que son disparados con ansiedad para evitar que ellos, nuestros oponentes, continúen avanzado. Y no por la luna, que ahora es ajena a nosotros.

Cada día se acercan más a nuestra ciudad-estado. Ya han dominado a Sirote, que se encuentra al sur de donde nos ubicamos. Y están en proceso de conquistar Shifnasei, donde los soldados de Freezer crean fortalezas, o con las mismas de que las ciudades estados disponen arman su base. Se hacen más fuertes.

No puedo evitar pensar en que las misiones que nos encomiendan son una cruel excusa para matarnos,  el resto de mi pelotón opina lo mismo, no obstante ninguno hemos dicho palabra a nuestro sargento. No somos tontos, sabemos que nos matarían alegando traición. Y pensar que estamos dando nuestras almas para proteger el planeta.

Y aunque nuestras armas sean poco eficaces contra el enemigo, seguimos atacando con fervor. Mueren como guerreros, dice el rey, el hombre tras todo este genocidio. Pero realmente, solo mueren como moscas que jamás serán recordadas y quedaremos en el anonimato extenso como 'los que intentaron ganar' contra las numerosas fuerzas de Freezer.

Es increíble. Nuestro propio rey nos manda a luchar contra una fuerza superior en todo sentido, las batallas en terreno abierto es una locura mezclada con masacre, y explorar sus terreros o intentar buscar sus puntos débiles; el mismo suicidio. La única sangre que mancha el suelo es la nuestra.

Al principio nos superaban seis a uno, pero luego llegaron a simplemente ganarnos sin ni siquiera vernos. Es una guerra perdida, por nuestra parte, pero aun así y con la montaña de cuerpos con  que nos refugiamos, el rey insiste en seguir combatiendo, que aún hay posibilidades de ganar.

¿Dónde están esas posibilidades? ¿Dónde está la probabilidad de ganar? Porque yo, la verdad, no la veo ni encuentro la razón para continuar. Casi todos mis hombres que luchan con voluntad y orgullo tienen familia; y yo sé que jamás la volverán a ver: tampoco sé si volveré a ver a la mía.

Yo mismo he llegado a despedirme de mis hijos y decirles "Papá no volverá, hijos, él debe morir en una guerra que no llegara a nada". Rogarle a mi mujer, que me miraba tras su llanto, para que los esconda y no los manden a luchar, ojala lo haya logrado. Puedo ver niños combatir entre nosotros, adolescentes, sin experiencias y sin haber vivido absolutamente poco o nada en un mundo en paz.

Hay pocas mujeres que luchan, solo las que quisieron entrar y romper cuellos de los guerreros de Freezer. Y aquí me trago mi orgullo, son mucho más ágiles que nosotros. Más livianas. Ellas pueden hacer las misiones de reconocimiento y exploración con más chances de volver.

Aun, cuando la noche cae e intentamos saciar nuestro apetito a base de alimentos secos o enlatados, puedo ver como ellos juegan. Los adolescentes juegan con las latas como si fueran una especie de balón que patean de un lado a otro. Ríen, como si a su alrededor no hubiera sangre y muerte pintada por el suelo. No obstante, cuando terminan de jugar y ven que su número ha descendido, lloran en el suelo.

De los sesenta que eran para jugar ese tonto juego, ahora mismo solo quedan ocho. Gritan aun, como si los demás jugadores estuvieran a un con ellos, acusándolos y gritándoles cosas: "¿No viste que paso a tu lado? ¡Deja de ver a la chica y juega!", "Te juro que paso, así que cuéntalo", "¡Ganamos chicos, ganamos!" Puede que el que más me desgarre el corazón sean los gritos para elegir a los equipos.

Nombran a todos y cada uno de ellos como si aún existiera en el mundo de los vivos y se hubieran tomado un respiro. ¿Por qué? no los entiendo, yo sé que murieron y no regresaran. ¿Es que ellos no lo saben?

"A veces preferimos mentirnos por un rato" Me dijo Turles, uno de los adolescentes que quedaba con vida. "Ya sabe, para fingir que todo está bien y regresaremos a casa…juntos " Se acercó y susurró en mi oreja "La verdad, Bardock, yo no sabría decirles las madres que sus hijos murieron, ¿Usted sí?"

La conversación con él fue un detonante para mi explosiva cabeza. Era verdad, tal vez un par se salvaba  de esto ya que no tenían a nadie, pero los demás teníamos familias o amigos que se interesarían por saber nuestra salud y bienestar. Si esto acabara, tendría que seguir viviendo y saber que jamás volveré a ver a mis vecinos, amigos, hermanos; Casi todos hemos muerto en este estúpido juego de soldaditos.

La única pregunta que ronda por mi cabeza en los momentos de volver a la base es "¿Cómo estarán Gine y los pequeños?" No si siguen con vida. Pero una carta que me llego horas antes tenía escritas las palabras que jamás espere leer en mi vida, y si otra persona me las hubiera dicho, juro por el dios de la guerra, que lo golpearía.

"Querido Bardock.

Nos han reunido para una evacuación necesaria, así que nos alejaremos de casa y no sé cuándo volveremos. No te preocupes más, estamos los tres bien y juntos. Los niños se han roto los brazos entre ellos, un descuido mío de dejarlos jugando en la casa, por suerte, han venido a reclutarlos y no han podido por ese problema.

Ellos han dicho que era apropósito para esperarte a ti, ha sido muy noble. Pero de todas formas los he regañado.

Cielo, te extrañamos. Te deseamos suertes, espero que vuelvas y puedas leer esto, sano y salvo. Por ahora evacuaremos con la esperanza de que todo esto mejore y mantener nuestras vidas. No nos han querido dar detalles, pero confiamos en ellos.

Nos vemos, con amor, Gine"

Diario de un soldado (DBZ fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora