La Invitación

872 114 14
                                    

Minorka ya se encontraba sentada a la mesa para almorzar cuando Bella iba apenas bajando las escaleras. El rostro de su tía, terso e inexpresivo, estaba mirando hacia la nada. Bella, al tocar el último escalón, escuchó que tocaron a la puerta de la mansión.

Iba a abrir, ya que estaba cerca, pero la madre de Maranda, la señora Clebel Kriestly, se apresuró a hacerlo antes de que siquiera Bella hubiese tocado alguna de las perillas.

—No se hubiese molestado —dijo Bella, sonriéndole. Le daba gracia como siempre la mujer de esforzaba en evitarle las molestias o los trabajos a Bella.

—No es molestia, mi niña Bella —dijo con voz maternal.

La mujer le devolvió la sonrisa y atendió a la puerta.

Bella iba a dirigirse hacia la mesa de cristal, que estaba en la otra habitación, para seguir conversando con su tía y con su amiga Maranda, pero la señora Clebel la detuvo:

—¡Señorita! —la llamó—. ¡Venga! —le hizo un ademán con la mano.

Desconcertada, preguntándose qué habría hecho, Bella se echó a andar, salieron del recibidor y fue con ella hasta la gigante sala de estar.

—Tome —dijo—. Acaba de llegar esto —dijo Clebel, blandiendo ante Bella un trozo de papel de color púrpura—. Una carta para su tía. Habla de usted.

—¿De mí? —preguntó Bella sorprendida.

—Sí —dijo la señora Clebel, asintiendo con la cabeza—. Si quiere puede entregársela usted.

Bella tomó el sobre, miró a la señora Clebel y vio que ésta movió sus manos en señal de que se apurara. Bella obedeció y fue con su tía que, extrañamente, ya no estaba en el comedor, estaba leyendo un libro en la biblioteca de la casa.

Bella se cansó de buscarla por un muy largo rato, pero luego, justo cuando estaba a nada de darse por vencida, la consiguió.

El desconcierto de Bella fue en aumento. ¿Quién le escribiría a su tía Minorka sobre ella?

—Tía.. —dijo en voz suave Bella—. Te ha llegado una carta.

¿Conocía a alguien que enviara cartas por correo? Tía Minorka miró a Bella; luego bajó los ojos al papel y lo tomó. Cuando lo abrió empezó a leer:

Estimada señorita Price:

Nos conocemos personalmente, pero ya, de seguro, no debe recordarlo, estudiamos mucho tiempo en Hogwarts, al igual que usted, pero estoy segura de que Bella le habrá hablado mucho de mi hijo Ron.

Como Bella le habrá dicho, la final de los Mundiales de quidditch tendrá lugar el próximo lunes por la noche, y Arthur, mi marido, acaba de conseguir entradas de primera clase gracias a sus conocidos en el Departamento de Deportes y Juegos Mágicos.

Espero que nos permita llevar a Bella al partido, ya que es una oportunidad única en la vida. Hace treinta años que Gran Bretaña no es la anfitriona de la Copa y es extraordinariamente difícil conseguir una entrada.

Nos encantaría que Bella pudiera quedarse con nosotros lo que queda de vacaciones de verano y acompañarla al tren que la llevará de nuevo al colegio.

Sería preferible que Bella nos enviara la respuesta de usted por el medio habitual, ya que el cartero muggle nunca nos ha entregado una carta y me temo que ni siquiera sabe dónde vivimos.

Esperando ver pronto a Bella, se despide cordialmente Molly Weasley

P. D.: Espero que hayamos puesto bastantes sellos.

Bella Price y El Cáliz de Fuego©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora