Día 18: Mientras corría

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#AU #Fantasía #Magia

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Todos en el reino, e incluso en los territorios vecinos, lo sabían. No era un rumor. Era un hecho.

Divulgado en las calles. Discutido en las tabernas. Transmitido de padres a hijos. Cada nueva generación era advertida.

"Jamás entres al bosque nublado".

Nadie que ponía un pie allí, regresaba. Y si lo hacía, era sólo un cuerpo flácido lo que volvía. Los aldeanos lo aprendieron por curiosos. Los soldados por su arrogancia. Y los nobles por ambición.

Pero en todos los casos, entendieron por experiencia el peligro que aquel lugar representaba.

Decidieron respetarlo. Conscientes y temerosos de los misterios que ese bosque escondía. Que la niebla protegía. Y en la que no eran deseados.

Se alejaron.

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Wei Ying corrió lo más rápido que sus pequeñas piernas podían permitirle. Grandes perros lo perseguían soltando fuertes ladridos.

Tenía lágrimas en las mejillas. No entendía por qué aún esas bestias no se iban. Él ya les había dado el pequeño bollo de carne casi intacto que había encontrado. No tenía nada más. Sólo estaba él.

Gimió adolorido.

Sus botas gastadas y ya pequeñas para él, se rompieron. Wei Ying cayó al suelo sin lograr protegerse del impacto.

No tuvo tiempo de reparar en el daño que se había hecho, dos grandes perros se lanzaron sobre él. Wei Ying, desde el suelo, los pateó con todas sus fuerzas tratando de alejarlos.

Los dientes de los perros se clavaron en sus botas. Wei Ying los sintió. Gritó. La cabeza de los animales se sacudió con furia.

Wei Ying se arrastró rápidamente y liberó sus pies de las botas. Giró su cuerpo y gateó apartándose, tratando de no hacer ruido. Los perros permanecieron desgarrando lo que habían capturado.

En un momento y antes de que sus atacantes perdieran el interés en su actual y ya casi destruida presa, Wei Ying empezó a correr nuevamente.

Sus pies ya lastimados, adquirieron nuevas heridas. Las palmas de sus manos y su rostro estaban raspadas. Podía sentir que la tela de su pantalón se pegaba a sus rodillas, probablemente estaba sangrando.

Sollozó.

Le dolía todo el cuerpo, quería descansar, tenía hambre y sed. Quería sentarse y ver la gravedad de sus lesiones. Quería llorar, más.

Pero su miedo era mayor.

Estaba aterrado, así que siguió corriendo con la poca energía que le quedaba.

Fue porque su único pensamiento era huir de los perros, que ignoró las señales y olvidó las advertencias. Una de las pocas memorias de sus padres en la que le decían:

"Jamás entres al bosque nublado".

Siguió corriendo hasta que dejó atrás la aldea. El camino se deformó y desapareció. Ramificaciones en el suelo se extendieron como venas verdosas y resbaladizas. Pronto, sólo vegetación silvestre se alzó a su alrededor. Y no vio más que imponentes árboles y árboles de colores inauditos, flores y frutos en tamaños y formas que nunca antes había imaginado.

Esta y todas las noches de Octubre [MDZS] #Danmeitober2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora