Prudence.

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No fue difícil convencer a Mefisto de ayudarme con mi plan, se notaba entusiasmada y convencida de que era lo mejor para agilizar las cosas en torno a mi madre, pero Barkai se opuso rotundamente, ni si quiera me dejaba encadenar a Bastet, estaba siendo cuidadoso, temía que pudiese atacarme, aunque por supuesto soy más fuerte, no es por presumir, pero al intentar ducharme en mi forma de lobo rompí una de las llaves de agua sin esfuerzo, aun así debía ser gentil, era la suegra de Nícolas, jamás diría eso en voz alta, pero sí, técnicamente lo era. Barkai me levantó del brazo con una sola mano y su aliento a azufre fue simplemente un martirio, me ahogué con su aroma tóxico y le tosí en la cara.

- ¡Es necesario llevarla! -exclamé en el aire intentando zafarme.

- Maximilián, esa criatura no saldrá de mi vista.

- ¡Entonces ven conmigo!

- ¿Crees que tu amiga me dejará pasar? -se burló- esa bruja es un dolor de cabeza.

- Necesito hacer esto, Barkai, así sabré dónde está mi madre.

El demonio me bajó sin cuidado y mirando a la nada suspiró con resignación.

- ¿Nícolas sabe?

- Le diré luego, ahora está buscando a su madre.

- ¿Dónde?

- En su antiguo trabajo, toda su vida ha laburado en el café, es horrible.

- No entiendo a los humanos, Sarah tenía una enorme fortuna, ¿Por qué se quedaría en un lugar horrible?

Entonces lo supe, como si un foco se encendiera en mi cabeza.

- ¡Bingo!, ¡Tengo que llamar a Nícolas! -sonreí- ¡Mefisto, arregla a Bastet, iremos a la academia!

- A tus órdenes, niño Maxi -dijo haciendo un gesto que gritaba "¡Este tonto no tiene remedio!".

Si te lo preguntas, sí, estoy algo vestido, pero no del todo, la verdad sólo mi camiseta resiste mi voluptuoso cambio, pero mi celular está intacto en mi mochila, no podía desbloquearlo sin huellas dactilares así que me urgía encontrar un pantalón. Luego de una ardua búsqueda me vestí con rapidez y ya en mi forma mortal le marqué a Nícolas, este contestó y sonaba agitado.

- Maxi... necesito que vengas.

- Ya lo sabes -deduje.

- Es urgente.

- Llegaré en cinco minutos.

Colgué la llamada y le pedí paciencia a Mefisto, ya volvería por Bastet, pero esto requería velocidad, aquí vamos de nuevo, preferí desvestirme antes de transformarme y guardé mi ropa en mi preciada mochila... Ray me la obsequió, tenía lindos conejos dibujados. Comencé mi ruta a través del bosque directo hacia el café donde Sarah solía trabajar, el aroma de Nícolas era verde, lo seguí como un can sigue a una liebre, aunque más o menos así era, se colaba en mis fosas nasales como el olor de una rica empanada de queso con champiñones, ¡Es todo!, necesitaba engullir algo pronto o me comería a mí mismo ¿Cómo sería eso?, probablemente sabría bien, es decir, me baño con frecuencia aunque ahora estoy repleto de pelo. Me detuve en el camino al sentir un aroma amarillento, muy traslucido y leve, si mis ojos dorados no me engañaban, se trataba de una joven con un hermoso vestido blanco con puntos azules y el cabello amarrado en una coleta, de contextura gruesa y de ojos celestes, su melena negra sujeta por un moño en forma de rosa captó mi atención, ella deambulaba sola por el bosque Hoia Baciu, no podía estar cuerda y si estaba tan sola, probablemente nadie la extrañaría...

Con sigilo me escabullí tras un árbol torcido, doblé mi cuerpo para que este se camuflara perfectamente tras el tronco con forma de signo de interrogación y me relamí los colmillos deseoso por cazar a esta chica, un paso en falso y podría oírme, a la cuenta de tres... uno, uno y medio... dos... entonces ella me vio fijamente y eso mató todo el momento, no podía atacar a una joven con la que había hecho contacto visual, ella gritó fuertemente al notar lo que yo era, tenía que irme, esto iba a retrasarme más de lo que planeé.

El lobo perdido de Hoia Baciu (lll)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora