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Ya había pasado casi una hora en la misma posición y yo estaba empezando a tener alucinaciones, lo juro por dios.
Con la vista puesta en el montón de notas esparcidas por la pequeña mesa frente a mi y mis muslos siendo sujetados por sus ásperas manos, separados antinaturalmente cual gimnasta, y su pene encajado en lo más profundo de mi, estático. No se empujaba más hacia el interior, tampoco me dejaba saltar sobre él, simplemente estaba ahí torturándome mientras intentaba concentrarme en lo que la jodida lección intentaba enseñarme.
Pues esa era una sesión normal de estudio con mi mejor amigo, Asahi Azumane.
Aquel calvario tenía su origen esa misma mañana en la universidad, en clase de historia universal para ser exacta. Hoy nos habían entregado los resultados del examen de la semana anterior, cuyo contenido se basaba en el periodo entre-guerras, y como era de esperarse... lo reprobé.
No era que fuera un desastre en historia, claro que no, solo que tuve la brillante idea de postergar mi preparación para dicho examen hasta la noche anterior al mismo, y como si eso no bastara, acabé ignorando el contenido de la lección por estar hablando con un sujeto que había conocido en una fiesta y que, en mi defensa, me parecía guapísimo. Era de la facultad de negocios internacionales, alto, con el cabello negro azabache y una labia increíble. Me tenía completamente cautivada, incluso aquella risa escandalosamente espantosa me había robado completamente el aliento. Total, el punto es que dicha noche habíamos hablado hasta las tantas de la madrugada y, por ende, no tuve tiempo para darle un chequeada a aquellas colosales notas que mi mejor amigo en persona me había confiado.
