FRAN
Puede que despertar a Noah se esté volviendo una rara costumbre y, por alguna loca razón, me gusta. Me agrada molestarlo cuando recién abre sus ojos, escuchar su voz ronca y verlo salir de la cama con el cabello alborotado y marcas de la almohada en la mejilla. Es divertido cuando me envía al demonio y a la misma vez se preocupa por saber si ya desayuné. Incluso ha comenzado a dejar su puerta entreabierta lo que, para mí, es un gran avance.
Esta mañana no creo que sea distinta y la sonrisa en mi rostro es imborrable cuando aporreo su puerta y veo su cuerpo removerse bajo las sábanas.
—Noah, es hora de levantarse.
—Mmm...
—Arriba, grandulón. El sol ya salió y los pájaros cantan, mueve tu culo y empieza el día.
—Déjame en paz, Francine.
—Te he dicho que no me llames así. —Solo para molestar, vuelvo a tocar la puerta con mis nudillos—. Levántate.
—¿Por qué eres tan irritante?
—¿Por qué eres tan holgazán? Tony ya viene en camino y prometimos ayudarlo con el banquete de Acción de Gracias.
—Yo no prometí nada, tú lo hiciste.
—Somos un matrimonio, las promesas de uno son las promesas de los dos.
—Somos un matrimonio que duerme en camas separadas —repone con la voz quebrada y toma una almohada para tapar su cabeza—. Estoy cansado, déjame en paz.
—Eres como un niño, ¿lo sabías?
—No decías eso de mí anoche, Fran.
La sonrisa en mis labios se congela y el calor me sube a las mejillas. Ese ha sido un golpe duro y lo sabe, su risita de superación me lo confirma. Y no puede culparme, desde que aceptó el trato de tener sexo no hemos hecho... nada. Nos hemos besado, algunos toqueteos y ahí quedó todo. Anoche puede que le haya recordado cómo funcionaba el sexo de manera nada didáctica.
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De una boda y otras mentiras
Teen FictionNoah y Fran no se conocen. No tienen los mismos pasatiempos ni los mismos amigos y, mucho menos, las mismas aspiraciones. Pero hay algo que sí tienen en común: ambos asisten a la Universidad Phoenix. Y en un viaje no planeado a Las Vegas, tendrán al...