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— No puedes ocultarte por mucho tiempo, Liu — Hendery le dijo con una media sonrisa y dándole de los dulces que había llevado esa mañana

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— No puedes ocultarte por mucho tiempo, Liu — Hendery le dijo con una media sonrisa y dándole de los dulces que había llevado esa mañana.

YangYang tomó los dulces, abriéndolos y dejándolos en su mano para luego llevarlos a su boca.

— Sí puedo — había dicho con la boca llena, ocultando su rostro con su capucha negra y mirando por todos lados como si en cualquier momento fuese a parecer el dueño de sus pesadillas.

Lucas abrió la puerta de golpe causándole un gran susto que le había sacado un grito y había hecho que lanzara sus dulces. Hendery comenzó a reírse sin poder evitarlo, observando el rostro entristecido de YangYang al ver sus dulces esparcidos por todo el suelo del tejado del instituto.

— ¡Maldita sea Lucas, casi me hago pipí!

Lucas sonrió burlón y lanzó su mochila al suelo para luego sentarse.

— Sigue buscándote — avisó sacando un empaque de galletas y dándoselo —. Lamento asustarte y hacer que tiraras tus dulces.

— ¿Qué voy a hacer? Tarde o temprano va a encontrarme — tomó las galletas sin rechistar y llevó una a su boca tan rápido como las había abierto.

— Sigo pensando que deberías sólo decirle que fue una apuesta — Hendery tomó una galleta.

Lucas asintió de acuerdo.— Creo que lo va a entender.

— Pero... ¿y si quiere golpearme? — abrió mucho los ojos con miedo al imaginarse un escenario donde Li Yongqin golpeaba su rostro y le decía con palabras duras todo el asco que le daba.

— No va a golpe...

— De hecho creo que sí — Lucas interrumpió —, se ve muy molesto. Yo que tú me preparo para una buena paliza.

— Ya Lucas, no lo atormentes — Hendery lanzó pedacitos de galleta al rostro burlón de su novio quien le sacó la lengua —. No le oigas, dice pura babosada.

— P-pero... ¿y si tiene razón? — murmuró temoroso mirándolo con ojos acuosos — ¿Y si quiere golpearme, Dery?

— Que no va a gol...

Fue interrumpido por el sonido oxidado de las bisagras de la puerta siendo abierta, alertando a los tres chicos de inmediato. YangYang sintió su corazón comenzar un maratón dentro de su pecho al reconocer aquella cabellera rubia con mechones rosados que se asomaba curiosa e inconscientemente apretó las galletas en sus manos al ver aquellos ojos enfocarse en él.

— Creo que tu hora llegó — murmuró Lucas levantándose y sacudiéndose el polvo, enviándole una mueca dolorosa.

— Hola...— Ten entró, mirándolos con ojos curiosos — ¿Puedo hablar con él? — le apuntó, haciéndole dar un pequeño brinco asustadizo — A solas...

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