"Sentimientos reprimidos"

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Capítulo 11: Sentimientos reprimidos.

Dentro del local, el aire parecía cortado por un cuchillo sin filo. La situación estaba tan mal, que Bobby salió al rescate y rompió ese ambiente extraño

—Tomemos una cerveza para celebrar estar juntos —dijo Bobby.

—Vamos, sí —alentó Sam.

Se sentaron todos ante una mesa en un ambiente surrealista. Todo parecía encajar como una familia feliz, incluso las tímidas sonrisas de Dean fueron bien vistas. Dean no era el mismo de siempre. Estaba tan extraño que ni parecía ser Dean. Castiel lo miraba fijo como antaño, pero él solo le esquivaba la vista con cualquier excusa, principalmente para beber su cerveza. Después comenzó a reír torpe, y eso solo lo hacía cuando estaba nervioso.

—Creo que es mejor que nos vayamos —dijo Castiel.

—Pero si recién llegaron —arguyó Sam.

—Estamos construyendo un nuevo sistema solar —explicó Jack.

—Son deidades muy ocupadas —murmuró Dean.

Casi no se escuchó, aunque todos escucharon perfectamente lo que dijo. Pudo escucharse como si fuera sarcasmo o burla, pero por el contrario, fueron palabras tristes llenas de melancolía. Volvieron a guardar ese silencio incómodo por unos momentos, que parecieron horas. Esto no estaba resultando bien.

—Dean los ha extrañado mucho —soltó sin más Sam—. Yo también.

—No parece —dijo Castiel.

Esto fue mirando fijo a Dean. Este levantó el rostro, quiso decir algo, abrió la boca y luego la cerró. Miró para todos lados, como buscando la respuesta por la habitación sin encontrarla. Se notaba que quería decir algo, quizás algo inteligente. No le resultó, entonces frunció el ceño extrañado.

—No puedes insultar o maldecir a alguien con tu enojo —explicó Jack.

—¿Por qué no puedo hacerlo? —preguntó Dean— ¿Tú no me dejas?

—No, tú no puedes. No estás enojado ni furioso.

Dean abrió la boca y asintió con la cabeza varias veces, comprendiendo lo que le estaban explicando.

—Creo que deben hablar a solas —dijo Jack— ¿Vamos a dar una vuelta en el Impala? Me gustaría manejarlo.

—Yo... —comenzó a decir Dean.

—Vamos —interrumpió Sam—. Será entretenido.

Sam, Bobby y Jack salieron del local uno en pos del otro mientras Dean trataba de detenerlos sin éxito y muy mal. Quedó con las manos alzadas, tartamudeando incoherencias. Se le notaba el pánico en la voz. Castiel solo miraba la escena con ojos empequeñecidos. No sabía la razón de hacer algo tan inútil, porque si Dean quería soltar su enojo con él, así como lo hacía antes en la Tierra, no podría ahora que estaba en paz en el Cielo. Por un lado esto era bueno, no quería escuchar sus insultos o quejas como la última vez, por eso no quería venir ante él.

Una vez que salieron todos y quedaron solos, el silencio volvió con ellos ahí sentados.

—Me llamaste por eso vine —dijo Castiel, rompiendo el silencio.

Dean lo miró con miedo. Eso estaba muy raro.

—¿Qué pasa Dean?

—Yo... ¿sigues viendo al otro Dean?

—Sí, voy seguido a visitarlos —dijo Castiel con sinceridad.

—¿Visitarlos? —preguntó confuso.

El otro DeanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora