1. La Bendición

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- ¿Ella dijo eso? – preguntó Gojo con genuina curiosidad.

Hace mucho que no escuchaba algo tan interesante, últimamente sus días eran tan rutinarios que ahora le gustaba buscar la compañía de sus estudiantes aún en sus tiempos libres. Molestar a Megumi se había convertido en unos de sus pasatiempos favoritos.

- Siii Sensei, le prometo que destruyó la maldición sólo con el toque de su mano, lo más extraño fue que no intentó defenderse ni huir, sólo se quedó quieto como si estuviera congelado hasta que ella lo alcanzó, puso su palma en su frente e instantáneamente se desintegró en polvo dorado. – Itadori estaba impresionado, aunque eso no era difícil de conseguir, ya que solía impresionarse fácilmente con las cosas. Pero esto sí que estaba en otro nivel, no terminaba de comprender por qué la maldición no atacó a la mujer. La mueca de confusión se marcaba claramente en su rostro.

- Cuando llegamos al lugar preparados para luchar, ella ya estaba ahí – Megumi se encogió de hombros, su postura decía que no le importaba, recargado en la pared con los brazos cruzados viendo hacia el techo, pero en su mente repetía la escena y volvía a ver a la mujer con tatuajes dorados.

- Se veía tan genial – Nobara agregó con brillos en sus ojos – su belleza, estilo, además de aquel poder, se sentía en el aire, la piel se me puso de gallina, quiero ser como ella cuando crezca.

- Entiendo, pero... dijo que era una "Bendición" – Gojo repitió, buscaba confirmar sus sospechas de alguna forma. Tantas leyendas, tantas historias, pero nadie dentro de nuestro mundo se atrevería a decir aquello con tanta confianza. No cuando sabían lo que significaba.

- Si, al final de toda la desintegración, le preguntamos quién era, y sólo nos contestó "Digamos que una bendición" con un guiño y justo después desapareció en un parpadeo.

- Interesante... Chicos, mantengamos esto en secreto- una gran sonrisa apareció en el rostro del Sensei. Tenía que encontrar a aquella mujer antes que alguien más se diera cuenta de que estaba en Tokyo. Los rumores corrían rápido y aunque sus estudiantes prometieron que no hubo testigos, las palabras de las maldiciones no ocupaban viento para trasladarse.

Leyendas de la existencia de una bendición siempre se han escuchado, era parte de la educación que se daba en los clanes enseñándose de generación en generación, pero nunca habían pasado de ser solo leyendas. Ya que aparentemente nadie había sido lo suficientemente afortunado como para verlas en persona.

Una bendición a la vez, con poderes y capacidades desconocidas, supuestamente invencible, pero capaces de morir, un milagro en vida. Se decía que nacía cuando el mundo más la necesitaba, cuando una destrucción masiva estaba destinada a ocurrir, pero nunca en todos los milenios había algún testigo que proclamará su verdad.

¿Cuántos apocalipsis habían sido detenidos en secreto? ¿Cuántas bendiciones habrían caminado entre nosotros? Y si los chicos en realidad se habían topado con una, ¿Por qué ahora y porque aquí? ¿Será acaso de lo que hablan las leyendas? Años habían pasado desde que alguien si quiera mencionaran aquellas historias, pero ahora, una corazonada le decía que debía encontrar aquella mujer, saber que se encontraba en Tokyo, era una oportunidad que no se permitiría perder.

Era lo que Gojo se preguntaba mientras se dirigía hacia el sitio del supuesto encuentro, dudaba que llegase a encontrar alguna pista de su presencia en el lugar, pero no estaba de más intentarlo.

Meses pasaron desde aquel suceso, Gojo no había tenido éxito en su búsqueda, ningún rastro capaz de ser seguido, ni una pista a la mano, nada, no existía nada.

Ahora se encontraba de regreso de una misión con Itadori, había sido rápida. Su nuevo estudiante estaba aprendiendo con rapidez, cada vez más en control de sus nuevas habilidades y en especial de la maldición que contenía en su interior.

La "Bendición" de Gojo SatoruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora