Capítulo 3. Ésto solo me podía pasar a mi.

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¿En que momento se me había ocurrido a mí la maravillosa idea de meterme ahí? Ni idea, a ver cuando demonios aprendería yo a mantener la boca cerrada.

Cuándo me quise dar cuenta, nos encontrábamos frente a frente, sin saber que hacer.. Al final había accedido a "pelear" conmigo y nos encontrábamos cara a cara, esperando a que uno de los dos efectuase el primer golpe.

¿Y bien? ¿Piensas empezar o prefieres quedarte como una estatua  a que me canse de esperar? Mi paciencia es bien corta. —Replicó malsufrido.

—Si es igual de corta que lo que tienes entre las piernas me puedo hacer una idea; déjate de cortesías y demuéstrame de lo que estas hecho.

Ése comentario procuró una carcajada en el contrario, haciendo que elevase una ceja visiblemente divertido, a la par que asentía lentamente.

—Cómo quieras, pero te advierto de que no voy a ser suave solo por el hecho de que seas una mujer.

Y tras decir eso, vino hacia mí rápidamente con sus puños directos a mi cara, pero en ningún momento me puso una mano encima.

«Nota mental: La próxima vez qué te cueste mantener la boca cerrada, recuerda éste momento.»

Entretanto, yo me cubría como podía, pese a que por dentro estuviese temblando del miedo. Si no conté mas de treinta puñetazos por segundo, no conté ninguno..

Al minuto paró y cuándo me cecioré de que no lanzaba más puñetazos, lo observé bajando las manos y notando cómo mi pecho se movía rápidamente,

—¿Quieres agua con gas para que se te suba la presión? Te veo un poco pálida..

Sinceramente no sabía que era lo qué más nerviosa me ponía, si el tenerlo así de cerca, o el hecho de que me pudiese llegar a golpear..
Creo qué es más bien la segunda, sí.

—He ganado. —Dijo socarrón, haciendo qué yo le mirase confusa y dirigiese mi mirada hacia mis pies, completamente fuera del tatami.

Tan sólo unos segundos le fueron suficientes para sacarme del cuadrado —y de mis casillas, también.—

La postura que éste había adquirido no era ninguna fuera de lo normal; estaba de pie con sus brazos cruzados y apoyados en su pecho, sin obviar dicho brillo qué se veía en sus ojos.

Sin duda se estaba divirtiendo.

—Si no te dedicases a lanzar “puños a lo loco” y centrarte en lo qué haces, probablemente serías una digna rival.

«¿Éso era un cumplido o iba ligado a su soberbia?»

Opté por rodar mis ojos mientras procedía a largarme de ese lugar, ya había visto suficiente, por lo que decidí  ir al centro de Nueva York. La gente iba y venía despreocupada, pese a ser las 13:47 de la tarde, las calles siempre andaban abarrotadas de gente.

Tras estar un rato caminando, pasé por un puesto deambulante que me llamó la atención, se trataba de un señor que vendía manzanas caramelizadas.
De repente la nostalgia me invadió, ya que me recordó a cuándo yo era pequeña y mi madre siempre me compraba una cebolla caramelizada, aunque claro, yo en aquel entonces tendría 8/9 años y mi madre intentaba por todos los medios qué yo no notase lo qué mi padrastro le hacía, pero no pudo ocultarlo por más tiempo, ya qué dos años después presenciaría algo que siempre trato de olvidar.

Gianna me había escrito para decirme que quedábamos


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Besos paradisíacos y.. ¡Nos vemos en el siguiente capítulo!

- Gisselle Rodríguez. ♡︎

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⏰ Última actualización: Nov 26, 2023 ⏰

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Ya me rescato solita, RomeoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora