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Camila P.

Hola Bryan ¿cómo has estado?— le doy un coqueto beso en la mejilla.

— Todo bien Cami, un poco enredado con una mercancía que me llegó— me responde el beso.

¿Mercancía?¿A qué se refiere con eso? Él me dijo que trabajaba, pero no me dijo dónde.

—¿Qué tipo de mercancía Bryan?— indago— ¿en qué trabajas realmente?

—¿Deniss no te ha dicho nada?— inclina su boca en una media sonrisa—  Soy uno de los traficantes de droga más importantes de México.

Lo dice con tanto orgullo y tanta satisfacción, que me asombra, aunque en realidad no me importa quién sea él. Me gusta pasar tiempo a su lado y eso es todo, mi corazón le corresponde a Joel. ¡Sí! A ese mismo que me engaña y juega a quererme.

Sólo me resulta raro que su padre sea empresario prestigioso y él, traficante de drogas.

Que cosas de la vida

— Ella nunca me dijo nada, vamos a comer.

— Si, vamos.

Después de varias horas conduciendo estaciona el auto frente a un lujoso restaurante, entramos y pedimos lasaña como cena.

Toda la noche iba bien hasta que recibe un misterioso mensaje, se pone muy nervioso y decide llevarme a casa.

—¿Qué pasó? Sabes que puedes confiar en mí— paso mi mano por su hombro.

— No es nada no te preocupes, mañana nos vemos— se inclina y me da un beso en la comisura del labio.

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Después de una ducha bien fría, me acuesto en la cama a pensar en todo lo que me había pasado.

Joel es el amor de mi vida, es ese puto deseo en una estrella fugaz y sé que es prohibido porque aunque no compartimos lazos sanguíneos nos criamos como hermanos y aún así no puedo creer que quiera hacerme daño.

En eso suena mi móvil.

Joel Grech...
Muñeca necesito verte, me gustas mucho, y aunque nuestra relación sea prohibida te quiero para mí.

Este me quiere tomar el pelo.

Camila Parker.
Ok hermanito mañana nos vemos. Paso por tu oficina en la mañana.

No sé que hacer, tengo muchas cosas en mi cabeza, dicen que las personas normales resuelven los malentendidos hablando, pero... yo no soy normal.

Mejor me voy a dormir que mañana será un día muy intenso.

Joel Grech.

En verdad Camila me gusta mucho, no se como Art se lo tome cuando se entere y ese es mi mayor miedo, perder su amistad o aún peor, perderla a ella.

Ya son las ocho de la mañana así que como de costumbre acomodo mi corbata y me dirijo a mi oficina.

Ya eran las diez y ni rastro de Cami, me encontraba ansioso, nervioso, en realidad como nunca antes me había sentido.

Era increíble las sensaciones que esta chica producía en mi.

A lo largo del pasillo pude sentir unos tacones rechinar y la puerta de mi oficina se abre lentamente. Me pongo de pie y camino en dirección a esta.

Era Cami se veía tan bella, embobado recorrí con mis ojos cada centímetro de su cuerpo buscando un puto defecto ¿y qué creen? No encontré ninguno, ella es perfecta, es todo un ángel. El mismo que va a provocar mi ida al infierno.

ForbiddenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora