Crater.

6.5K 274 98
                                        

Hay que expiar de nuestros pecados para buscar el perdón de Dios. así dice la religión.

Pero cuándo no hay nada que perdonar hacia uno mismo; los pecados sobre tus hombros desaparecen.
Aunque podría haber algo que realmemte este sobre tus hombros. unas suaves piernas con medias blancas.

– Caballero Honorario que sorpresa encontrarlo aquí. –

La diaconisa se acercó al lado del viajero qué se mantenía con la cabeza abajo juntado de manos.

– Bárbara. justo pensaba en ti. – Él sonrió rompiendo su rezo.

L-Lamento si interrumpí tus plegarias.. me pareció curioso que estés a esta hora dónde no hay nadie. – Ella un poco sonrojada por lo antes mencionado señaló la soledad del lugar.

– Disculpa si molesto en cerrar la iglesia. solo necesitaba expiarme ante nuestro dios Barbatos. –

Él se levantó de la primera fila de asientos encarando a la Idol.

– Bueno, será mejor que me vaya. gracias por dejarme orar un poco antes de ir a dormir. me hubiera gustado confesarme pero.. aparente las monjas están durmiendo ahora. – Camino en marcha hacia la salida.

– Viajero.. si te gustaría confesarte podrías hacerlo conmigo. –

Él se detuvo cuándo la escucho. ¿lo estaba pensando?, replanteando. No. estaba sonriendo con morbo desprendiendo una estela rosada en sus ojos.

– Hay mucho por confesar, pero comenzaré con lo que me causa más molestia. – Se giró acercándose a la Monja Idol. acorralandola contra la pared

– Viajero.. – Ella extrañada llevo sus manos hacia los hombros del chico apartando la mirada.

Era una situación incomodada donde la chica podía oír lo profundo de su respiración, sentir el rígido cuerpo del contrario apegado al suyo. sus manos temblaban un poco y su sonrojo no ayudaba a calmar sus ansías. 

Acerco sus labios hacia los orejas de la Monja, sonreía con malicia clavando sus ojos sobre los senos de la mujer.

– Esa noche dónde bebimos en mi honor, cuándo yo y Amber desaparecimos sin decirle a nadie. –

Bárbara cerro un poco sus ojos escuchando al chico. recordaba aquella noche.
Aether no perdió el tiempo colocando sus manos sin guantes sobre la cadera de la mujer, marcando un separado entre las piernas de la rubia haciéndola reposar en su muslo.
Él bajo un poco acariciando el cuello de la chica con sus labios.

– Abuse de ella y la viole hasta dejar llena de semen su matriz. –
El sonrió con malicia besando su cuello.

– N-No – Sin creerlo Bárbara lo miro con ojos temblorosos, casi al borde del llanto.

¿Debía creer lo que decía?, incluso alguien tan amable cómo él podría llegar a ser una persona detestable. aunque se negaba a creerlo rotundamente.
Aether ya había comenzado a usar a Bárbara para su diversión; movía las caderas de la mujer haciendo que su pelvis se frotara en su pierna.
Era una sensación asquerosa que no podía frenar, no tenía la fuerza para hacerlo.

– B-Basta, por favor.. no quiero. –
La Diaconisa pidió mercerd por profanar su santo cuerpo.

– Puedes decir lo que quieras Bárbara. pero sé que tu cuerpo me ruega por hacerlo. –

Separó un poco su pierna húmeda por los fluidos de Bárbara. sus mayas estaban mojadas haciendo más clara su necesidad.

– N-No.. no puede ser. –

Morbo y adicción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora