Love's Legacy | JJK ✓

𝐂𝐮𝐚𝐫𝐭𝐨 𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨

-¿Recuerdas la última pelea que tuvimos? -pregunté, con mi voz cargada de un peso que parecía imposible de aligerar. Observé cómo el eco de mis palabras llenaba el espacio entre nosotros, como si esas mismas palabras trajeran de vuelta los fantasmas de aquella noche-. Esa pelea que nos llevó a separarnos por seis largos años.

Me quedé en silencio por un momento, el recuerdo amargo y vívido en mi mente. Jungkook bajó la mirada, sus dedos temblando levemente como si reviviera las mismas emociones que yo, como si el pasado estuviera volviendo a envolvernos de nuevo.

-Porque yo la recuerdo tan bien -continué-. Recuerdo cada lágrima derramada, cada grito ahogado en el vacío de la habitación, y... -tomé aire profundamente, sintiendo el dolor acumulado durante todos esos años apretar mi pecho- cada una de las puñaladas que nos clavamos en el corazón aquella noche.

Mis palabras eran suaves pero cargadas de una verdad que no podíamos evitar. Era imposible olvidar lo que pasó, porque no fue solo una discusión; fue una fractura que nos dejó cicatrices que aún dolían, incluso ahora. Cada insulto que lanzamos, cada reproche lleno de rabia, fue como un filo que desgarró lo que éramos, lo que habíamos construido juntos. Nos destruimos mutuamente, y el eco de esos momentos aún resonaba en mi memoria.

Jungkook permanecía en silencio, sus labios ligeramente apretados, sus ojos brillantes pero fijos en el suelo como si mirar directamente el dolor fuera demasiado. Pero no podía quedarme callada ahora. No después de haber guardado todo esto durante tanto tiempo.

-Aquella noche, sentí que todo lo que éramos se desmoronaba frente a mí -susurré, intentando controlar el temblor en mi voz-. Cada palabra que salió de tu boca fue como una cuchillada, y sé que yo también te lastimé. Sabía lo que hacía... pero no supe cómo detenerme.

Mis manos temblaban ligeramente, la angustia de aquella noche aún presente, como si el tiempo no hubiera sanado del todo esas heridas. Las lágrimas comenzaron a acumularse en mis ojos, pero luché por contenerlas, porque este momento no era solo mío. Era nuestro.

Nos habíamos amado, y a la vez, nos habíamos roto en pedazos. Y ahora, después de tanto tiempo, estábamos enfrentándonos a esa realidad que habíamos enterrado, pero que nunca desapareció del todo.

-Fue la peor pelea de mi vida -admití con voz quebrada-, no solo porque terminó con nosotros, sino porque esa noche me di cuenta de que no sabía cómo vivir sin ti. Y aún así, te dejé ir.

El silencio entre nosotros era sofocante, cargado de arrepentimiento. Nos habíamos hecho daño, de formas que en ese momento parecían irreparables. Pero ahora, las cicatrices estaban ahí, visibles, y aunque las habíamos llevado por separado durante seis largos años, esa noche seguía acompañándonos.

-¿Te acostaste con él? -Su voz era cortante y cargada de una rabia que parecía contenida, retumbó en el silencio de la habitación.