I: Deuda karmática

283 15 12
                                    

...

Liyue, una de las majestuosas siete naciones de Teyvat, caracterizada por sus colores cálidos en sus paisajes con imponentes montañas que se alzan altas junto al bosque de piedra, con llanuras inmensas y ríos tranquilos. Todas estas conforman una tierra llena de vida, color y riquezas...

En Liyue siempre venían viajeros, y esta vez no fue la excepción, en lo lejos de las colinas llenas de gran vegetación llegó un nuevo viajero de características realmente... únicas. Tenía el cabello rubio que terminaba en una larga y gran trenza, con un atuendo muy exótico, diferente a los de los otros viajeros que habían pisado estas tierras antes, se notaba que no era una persona de las cercanías de Liyue, con un rostro lleno de rasgos tan finos y delicados que llamaba mucho la atención de los demás lugareños. Sus ojos... Ojos color miel que parecían dos grandes estrellas por lo brillantes que eran. Todas estas delicadas facciones las pude percibir desde lejos.

Aether—, así es cómo se llama. Según lo que había escuchado en la posada Wangshu de los nuevos viajeros que venían desde Mondstadt, a él lo llaman "Caballero Honorario". Ya que tenía muchas grandes hazañas en Mondstadt, la nación de la libertad.

Siempre escuchaba que hablaban muy bien de aquel rubio, siempre se comentaban sus increíbles hazañas por donde yo iba, me enteré que Aether era una persona tan amable y tan pura, que no tardé nada en sentir algo tan intenso hacia él.

Comencé a enamorarme muy perdidamente de Aether sin que yo me diera cuenta. Ante mis ojos era el ser más perfecto.

Aether y yo solo habíamos tenido algún que otro encuentro en la posada Wangshu, como no lo conocía del todo siempre quería saber algo más acerca del viajero, algo... que los demás no supieran, algo que solo yo supiera, un secreto entré él y yo. Cuando lo veía de lejos intentaba dar el primero paso para hablar con él, pero nunca me armaba de total determinación para intentarlo aunque sea una vez, la timidez de hacer el ridículo en frente de él me atormentaba. Debido a mi deuda karmática que me hacía tener sed de sangre, tenía demasiado miedo de que se manifieste cuando esté junto con Aether, y lastimarlo sería algo imperdonable para mí. Así que, yo solo me conformaba con observarlo desde lo lejos, por más doloroso que sea solo verlo y no tocarlo, tenía que hacerlo por su seguridad.

...

Pasó el tiempo y al fin cayó la noche, hora de hacer mi patrulla en las zonas donde más acecha el peligro en Liyue. Como de costumbre, fui a revisar si había riesgo de ataque de los molestos Hillichurls, pasé por el bosque de piedra para ver si habían Ladrones de tesoros o algún Soldado Fatui, pero afortunadamente no había rastros de ninguno de los dos, todo estaba totalmente tranquilo, se me hacía demasiado extraño.

Algo extraño está por ocurrir...

Agarré mi lanza y me regresé hacia la posada. Por el camino de regreso vi al viajero, iba a observarlo de lejos, cuando de pronto sentí un punzón en mi cabeza que no me dejaba continuar con mi rutina de regreso. A raíz del ruido que hacía por el dolor, alerté a Aether, el viajero se iba acercando cada vez más hacia donde yacía. —¡Xiao!— gritó muy preocupado.
Éramos prácticamente casi desconocidos, solo habíamos interactucado muy pocas veces y ya se preocupaba por mí, un ángel total.

Mi vista cada vez se iba oscureciendo más y más, el dolor de cabeza se estaba apoderando de mí y la sed de sangre volvió...

Aether fue a socorrerme, el rubio no sabía cómo calmar el estado en el que estaba. Estaba desesperado. —Déjame solo, esto es muy peligroso, agh— dije con voz muy quebradiza, el dolor no me dejaba ni hablar, estaba tomando control sobre mí.

¡No te dejaré solo!, tú me salvaste una vez, así que toca que yo te salve a tí— el viajero se quejó.

Ah, cierto, esa vez... Recordé cuando lo salvé de caer de la Cámara de Jade cuando esta se había destrozado por completo.

Sin pensarlo dos veces y sin detenerse, Aether me cargó y acomodó en sus brazos, me llevó consigo a dejarme en la posada. En todo ese trayecto, estaba controlándome, solo me faltaba un poco más para que el efecto de la deuda karmática desapareciera. Habíamos ya llegado a la posada, estábamos en el cuarto de huéspedes, no pude controlarme más, la sed de sangre que tenía era demasiado grande que ya no podía ocultarla. —¿X-Xiao?, ¿qué p-pasa?— el rubio preguntaba muy preocupado por el cambio repentino cambio del color de mis ojos.

Mis ojos pasaron de un color dorado brillante a un rojo intenso.

Agarré desprevenido a Aether del cuello y lo tumbé en la cama más cercana, la cara de terror de aquel rubio era inefable. Lo tomé del cuello y comencé a tomar de su sangre, —Ngh, ¡Xiao, déjame, me duele demasiado!— el rubio clamaba. Hice caso omiso de sus palabras, no tenía control y continué tomando cada vez más de su deliciosa sangre. Mi deuda karmática duplicaba mi fuerza. Aether intentaba salirse de como dé forma, hacía de todo por no estar ahí, se estremecía y lloraba del dolor, quería dejar de tomar su sangre, pero no podía. El efecto de mi deuda karmática me hacía perder la razón, me volvía más impulsivo. Pero al escucharlo sollozar, bastó para que me devolviera a mis casillas. —Xiao, por favor, suéltame— sentenció sus últimas palabras y cayó inconsciente. Mis ojos volvieron a su color original, mi deuda karmática había disminuido.

—¿Qué he hecho?, ¡¿QUÉ HE HECHO?, ¿PORQUÉ ÉL TENÍA QUE SUFRIR LAS CONSECUENCIAS?!, ¡¡SOY YO EL QUE TIENE QUE SUFRIRLAS, NO ÉL!!— me lamentaba.
Limpié la sangre desparramada, lo dejé en la cama más cercana, le curé y vendé todas las heridas que le había hecho y me quedé sentado un momento junto a él.

Pasó un largo rato, estaba sumido en mis pensamientos, con mucha delicadeza agarré la pálida mano de Aether, le había quitado una gran cantidad de sangre. Pude notar que mi deuda karmática iba manifestándose de una manera muy salvaje. Apretando la mano de Aether, dije con lágrimas en los ojos: —Aether, por favor, perdóname, no era mi intención, ¡Perdóname!— ví que hacía pequeños gestos por mis palabras, en cualquier momento el rubio iba a despertar. Decidí mejor irme de aquel lugar antes de enloquecer. Lo mejor para los dos sería irme y no volver a aparecerme en frente de él. No podía verlo después de lo que acababa de hacer. Me levanté y me preparé para irme, estaba a punto de hacerlo, pero de pronto algo me detuvo...

Era Aether inconsciente jalando de la ropa de Xiao.

Con un nudo en la garganta, me regresé al lugar donde estaba anteriormente, esperé y esperé... Eran las 4:35 de la mañana, —Vaya hora que elegí para tomar sangre, ja, ja— solté una muy incómoda risa sarcástica.

Tan tranquilo y tan pacífico era la serenidad del ambiente que paulatinamente iba cerrando los ojos y me quedé profundamente dormido.

Desde Una PerspectivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora