Capítulo 3

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—Hasta que por fin te encuentro —exclamó una voz, logrando que Elliot alzara su cabeza y contemplara a su único amigo parado frente a él.

—¿Me buscabas? —preguntó bajando su cabeza para seguir con su trabajo, recolectando las verduras del huerto de la manada.

—Desde hace un par de días realmente, pero tenía cosas que hacer por lo que no pude buscarte hasta ahora —expreso observando al pelirrojo y delgado omega agachado, recolectando y dejando las verduras en una canasta de mimbre a su lado—. ¿Este no es trabajo de betas? —preguntó mirando a su alrededor.

Como la zona del huerto era extensa, había varios hombres y mujeres en distintos lugares recolectando frutas y verduras, lo bastante alejados para no captar totalmente su conversación todavía con su sensible oído de cambiaformas.

—Se supone, pero desde que el invierno está pronto por caer, necesitaban manos para terminar de recolectar todo antes de que el frío terminara finalmente de arruinar la cosecha —explicó con un simple encogimientos de hombros—. Y entre estar en la cocina o ayudando con los cachorros donde Dorian y su amigo estaban dándose vueltas constantemente, preferí arriesgarme y venir aquí.

—Ese imbécil —gruñó el alfa agachándose a su lado—. Creí que había mandado a ambos con Jude ya sea para entrenar, vigilar o cazar. Cualquier cosa en la que fueran útiles.

—Ayer estuvieron entrenando, tu hermano le sacó la mierda a Sergei —sonrió observándolo feliz—. Creí que le había roto la pierna, pero al parecer no porque hoy caminaba bastante bien el desgraciado —chasqueó su lengua.

—Uhm... Puede que tal vez sea porque fue al médico —indicó.

—Miles no estaba atendiendo ayer en la tarde —negó con su cabeza—. Lo vi con los cachorros enseñándole el alfabeto y a los pocos adolescentes no sé qué cosa.

—¿Aún no te has enterado? —preguntó dejando un tomate en el interior de la canasta.

—¿De qué cosa? —inquirió soplando un mechón de su rojo cabello que se había soltado de su improvisada trenza.

Tendría que llegar a casa a lavarse el cabello, que estuviera trenzado no había impedido que este tocara el suelo debido a lo largo que estaba, al menos sus puntas eran las que tenían más tierra o lodo.

—Alex está aquí —anunció.

—Ah... —pronunció simplemente el omega pelirrojo.

Pero mientras su rostro ocultaba cualquier expresión alguna, su corazón latía desembocado y dolorosamente, sus entrañas se retorcieron con disgusto y sus manos se apretaron alrededor del tomate.

Su lobo, en el fondo, resopló.

—Pensé que ya se había ido, nunca está más de un día o dos cuando visita al doc —expresó fingiendo desinterés.

—Al parecer planea quedarse un mes por lo menos, o tal vez más —comentó su amigo y se carcajeó cuando los tomates en las manos del omega reventaron.

—¿Por qué? —cuestionó finalmente mostrando su disgusto hacia aquel alfa que una vez pensó, sería su compañero de vida.

Un hombre que no había mostrado más que un desprecio y odio irracional hacia él, lo cual le había confundido en un principio, ya que la primera vez que se encontraron Alex fue todo sonrisas amables.

—Al parecer, el humano al que perseguía encontró su destinado en otra manada. Irónico, ¿no? —se burló.

Elliot chasqueó su lengua con irritación expresada en cada parte de su cuerpo, rostro e incluso aroma.

Tu eres mi destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora