Capítulo 4

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Cuando Elliot despertó, mantuvo sus ojos cerrados mientras estiraba su cuerpo intentando averiguar cuanto daño tenía. Al sentir solo unos ligeros tirones aquí y por allá, se sorprendió.

Dorian no había sido especialmente amable con él, mucho menos Sergei, ambos alfas se burlaron de él, jugando un perverso juego de tira y afloja donde le lastimaban lo suficiente y luego se detenían para mantenerlo consciente, respirando a través de dolor hasta que se aburrieran de ello.

Por lo general, todavía cambiando a su forma lobo para acelerar el proceso de curación, se demoraba sus buenos días para sanar completamente, los cuales pasaba esquivando a todos hasta que lo volvían a encontrar y todo se repetía nuevamente, con Isaac cerca, al menos se tardaba más en ocurrir.

Bostezando en su forma lobo, el omega finalmente levantó sus parpados y contempló unos conocidos, llamativos y bonitos ojos azules con un toque gris en ellos observándole fijamente.

En un principio, su cerebro pareció no trabajar muy bien lo que estaba viendo debido a que acababa de despertar, era la única razón en la que podía pensar para estar aceptando tan fácilmente la tierna caricia en su peluda cabeza y detrás de sus orejas.

Las manos de Alex eran grandes, amables y... Tiernas.

"¿Alex?" repitió concentrándose en el gran hombre a su lado que seguía observándolo fijamente mientras le acariciaba.

"¿Pero qué mierda?" se preguntó alejándose rápidamente de aquella mano.

—No es necesario que cambies ahora, es más, te recomendaría seguir así hasta que te recuperes completamente —habló, con su rica voz amable haciendo eco dolorosamente en su corazón.

Y aun habiendo escuchado su consejo, el omega cambió a su forma humana y se cubrió con las mantas sobre su regazo.

—¿Por qué mierda estás tú aquí? —exclamó tajante, con el ceño fruncido.

El alfa torció sus labios y observó incómodamente hacia el suelo antes de volver su mirada a él.

—Ayer te desmayaste al llegar aquí —respondió.

—¿Y? —presionó.

—Preguntaste por mi padre y te desmayaste, no podía simplemente dejarte estando todo lastimado y ensangrentado —expresó observándole con seguridad.

Elliot resopló sin poder evitarlo mientras observaba a su alrededor en busca de su ropa.

—¿Qué fue eso? —preguntó el alfa aun sentado a su lado.

—Nada que te interese —respondió cortante—. ¿Dónde está mi ropa? —cuestionó irritado.

—Tuve que botarla a la basura, ya no servía —respondió—. No deberías de moverte aún —se adelantó intentando detener sus movimientos.

—¿Puedes simplemente dejarme tranquilo? —espetó alejándose de aquella cálida mano amable que sostuvo su antebrazo.

—Estabas muy herido, no pasaste buena una noche, no deberías de estar moviéndote descuidadamente —argumentó retrocediendo un paso como si respetara su espacio personal—. ¿Cómo te sientes ahora? Te di unos medicamentos para el dolor a través del suero para ayudarte —expresó.

Y eso tal vez explicaba por qué se sentía mucho mejor a diferencia de otras veces.

—No estoy muerto —respondió con mal humor, no deseando estar más tiempo al lado de Alex.

¿Qué hora serian? Tenía que presentarse a trabajar para ganarse sus comidas y por supuesto que no quería darle el gusto a aquel par de estúpidos alfas jactarse con otros respecto a lo que le habían hecho.

Tu eres mi destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora