Shang QingHua, que disfrutaba por fin unas pequeñas vacaciones, se dio cuenta que pronto se acercaba la Navidad.
Se puso a recordar que en su vida pasada nunca tuvo la oportunidad de celebrarla con un ser querido.
Por lo cual, le dijo a su hermano...
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__________________________________ «QingHua solo tiene que pedirlo, este Rey lo complacerá. » __________________________________
Shang QingHua miraba con una sonrisa enorme el paquete de papeles tanto de Cang Qiong como algunos del Reino del Norte, todos revisados, firmados y clasificados estrictamente.
¡Por fin había terminado todo ese estresante trabajo acumulado desde hace dos meses!
Su alma estaba tan feliz que creía que lloraría de la felicidad y ascendería al cielo.
Puede que para muchos esto sea una exageración, pero para el Señor de la Cumbre An Ding y sus discípulos, era signo de gloria, paz y descanso, al menos para unos cuantos días.
Siendo la Cumbre más explotada y ocupada durante todos los días, llegar a terminar todo el papeleo pendiente y el actual, era un ligero descanso para todos ellos y sus pobres cuerpos.
Y Shang QingHua al ser el líder de esta Cumbre, era el que sufría más. Sumando el hecho que por veces ayudaba en los casos del Reino del Norte.
Realmente, Avión disparado hacia el cielo se arrepentía profundamente de haber escrito este tipo de cosas en su novela basura. Técnicamente, se arrepentía de muchas cosas a lo largo de sus dos vidas.
¡Porque precisamente nunca esperó transmigrar al cuerpo del carne del cañón de la Cumbre An Ding!
Tal vez esto era su karma, por haberle dado a sus creaciones vidas tan miserables y mediocres...
No era de los cultivadores más talentosos y fuertes como lo eran Yue QingYuan o Liu Qingge, ni tampoco de los más inteligentes como Mu QingFan o Zhi QingRuo [¹]. Pero, Shang QingHua podía soportarlo, de todas maneras no era nada nuevo para él.
Él no era una persona baja ni tampoco alta por lo que no se quejaba mucho de eso; su cabello negro y largo que normalmente se peinaba en un moño alto donde era sostenido por una corona, ya sea la que usaba como el Señor de la Cumbre o la otra que tenía al ser el consorte oficial del Rey del Norte, que por obvias razones, era una corona más lujosa y pesada. Dos joyas color avellana oscuro que leían y leían un sin fin de papeles, su rostro que mostraba la apariencia de un joven bonito, donde por veces lucía demacrado debido a sus constantes desvelaciones y malos hábitos.
