epílogo

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23 de abril del 2019

Los rayos del sol golpeaban el pálido rostro del hombre de sombrero negro y traje elegante, iban acompañados de una fresca brisa veraniega que hacía esclarecer el (no) muy muerto corazón de aquel ser. Con su típica maleta sujetada de su mano izquierda observando a todos desde la esquina de una avenida concurrida y una bolsa repleta de pequeños regalos, Min Yoongi se encontraba despidiéndose de todo aquello que se le había sido otorgado para admirar durante sus años como Parca, pero, sobretodo, de todas aquellas pequeñeces que lo habían seguido en silencio. Personas, árboles, objetos...

Yoongi sentía que desde su mudez se despedía de una familia entera.

Decidido, caminó a paso calmado por las calles del Condado mientras que admiraba todo como quién veía por primera o última vez la vida... Ilusión, asombro y cariño. Una gran sonrisa iba plasmada en su rostro, de oreja a oreja, dejando al aire sus tiernas encías rojizas, aquellas que tanto le habían gustado a cierto rubio con aspecto de ángel.

Yoongi sacudió su cabeza para alejar esos pensamientos.

Siguió su paso hasta el restaurante de un viejo amigo, un hombre humilde que le había servido a las Parcas de generación en generación, con lealtad y devoción. Allí todos sus compañeros se reunían para comer durante sus desayunos, almuerzos y cenas. Hablaban de la vida, de las almas que trascendían y de las que eran asignadas a llevar al más allá.

El ángel estaba cien por ciento seguro de que los extrañaría, aún cuándo no se acordara de ellos del todo luego de beber su té. No obstante, tenía la ligera sospecha de que uno podía percibir sensaciones de su vida pasada al ver personas que probablemente tuvieron un gran impacto en ella. También era algo en lo que quería creer fielmente, se sentía más certero y preparado de dejar todo atrás, porque así podría estar seguro de que lo recordaría a él.

Decidir su descenso como Ángel de la Muerte y pasar al siguiente nivel conllevó a muchas cosas de las que se había cohibido durante los tres meses posteriores al despedirse de Jimin en el parque, una de ellas era evitar pensar a toda costa en el menor y todo lo que había causado en él.

Si bien, al principio fue complejo hacerlo, recordó que el primer mes se sintió terriblemente deprimido, por primera vez podía verse solo por completo y eso no le gustó. Todos se habían percatado de que algo había cambiado en Yoongi, pero nadie tomó la iniciativa de preguntarle, lo cual él agradeció porque ni siquiera sabía cómo lidiar con ello.

Estaba desesperado, la idea de no verle más, de no poder sentirlo cerca, de no poder tocarlo, así fuera de la manera más efímera, le hacía sentir enfermo. Se encontraba frustrado, confundido por todas esas sensaciones. Incluso creyó estar con un pie en la locura total y otro en su espacio terrenal, porque no podía concebir posible que con solo dos encuentros ese ridículo hombrecillo de enormes y sonrosadas mejillas lo hiciese enloquecer de tal forma.

ENDLESS | YOONMIN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora