La primera vez que vi aquella camioneta fue el mismo día en el que salí de la cárcel.
Sé lo que piensan, pero están equivocados.
No estuve en la cárcel por los asesinatos que he cometido, estuvo solo cinco meses y fue por evasión de impuestos.
¿Cómo podría matar a un sin fin de personas sin dejar rastro alguno pero terminar en la cárcel por los impuestos?
La verdad era que todo está perfectamente planeado por mí.
La policía estaba ansiosa por encontrar al asesino en serie, eran hasta capaces de tomar una persona al azar e incriminarlo.
Obviamente no iba a dejar que alguien más se llevara mi crédito, fue entonces que decidí desaparecer al menos por un par de meses.
Me inculpe a mi misma por un cargo no tan grave e hice que me condenaran a cinco meses en una prisión para mujeres en California.
Ahí la conocí a ella, Lalisa Manoban, cuando entré a ese lugar ella ya se encontraba ahí y era prácticamente la que daba órdenes.
Y para mí desgracia por alguna extraña razón terminé compartiendo celda con ella.
¿Qué no se supone que este tipo de prisioneros no compartían celda con nadie? Al menos así pasaba en las series de criminales.
No nos llevábamos bien, ambas teníamos este pequeño detalle de ser perfeccionistas y controladoras.
Hasta que un día todo cambió.
Me encontraba en las bañeras rodeada de un grupo de matonas.
Eran ese tipo de personas a las que les gusta alardear sobre ser peligrosas pero llega alguien más peligroso que ellas y se acobardan.
Se les hizo fácil irse contra mí, me veían como un blanco débil, una simple idiota que no supo evadir lo suficientemente bien y la atraparon demasiado rápido.
Pobres ingenuas.
No las mataría, conocía a cada una de ellas, dos habían entrado por robo a mano armada y la otra era dealer.
Ellas tampoco me matarían a mí, solo querían algo, mejor dicho querían a alguien.
Al parecer las reclusas estaban celosas de que fuera la compañera de Lalisa Manoban, no aceptaban que tuviera ventaja sobre ellas.
Su error fue tratar de darme la orden de mantenerme alejada de la mujer.
Y digo tratar porque ni siquiera terminaron de hablar cuando una mujer extra se nos había unido en las duchas.
La pelinegra entró y vi a todas inmediatamente agachar la mirada.
El poder que desprendía incluso a mi me intimidaba pero no lo demostré.
Ella me miró a los ojos y no aparté la mirada.
La verdad era que no conocía la razón por la que ella estaba aquí.
Puede ser una asesina que manipula muy bien a todos para que hagan todo lo que quieren aunque a pesar de su aspecto peligroso no parecía alguien que asesinaba gente.
Aunque yo tampoco lo parezco y aquí me tienen.
- ¿Algún problema con mi compañera, niñas? - su voz sonó grave.
Y he de decir que me sentí de una manera extraña al escucharla.
Volví mi atención a las mujeres que ahora la miraban con hambre en los ojos y enternecidas por aquel apodo con el que las había nombrado.
Siempre les decía así, pero estoy segura que ella era mucho más joven que la mayoría de mujeres que se encontraba aquí.
Recuerdo como incluso las más ancianas suspiran por Lalisa.
- Eso mismo pregunto yo - hablo haciendo que la atención del resto vuelva a mí - ¿Algún problema conmigo?
- No, nada - contestan las tres al unísono temiendo que Lisa supiera lo que estaban a punto de hacer.
- ¿Seguras? - vuelvo a hablar tratando de mantener un tono serio - Porque antes de que entraras parecían a punto de matarme con tal de que no siguiera compartiendo celda contigo, lo cual no creo que sea necesario, mañana mismo pido mi cambio de celda - esta vez hablé mirando hacia Lisa.
Sabía que era tailandesa gracias a sus rasgos y a ese acento que casi era imperceptible.
Las mujeres me fulminaron con la mirada y no tardaron en negarle todo a la pelinegra que se dedicaba a mirarme.
- Déjennos solas - ordenó y a pesar de lo renuentes que se veían no tardaron en obedecer.
Ahora me encontraba sola con aquella mujer a la que en menos de una semana había llegado a odiar y al mismo tiempo tener una tensión sexual palpable.
Lisa se recargó en los lavabos y me miró así que hice lo mismo.
- No vas a pedir cambio - dijo por fin.
Sonó más a una orden que sugerencia.
- ¿Por qué no habría de hacerlo? ¿Acaso quieres que termine con una rajada en mi cuello mientras duermo? - pregunto con cierto tono de diversión - ¿o tirada en el piso de las regaderas con varias puñaladas en el abdomen?
Ella guardó silencio, me miraba a los ojos y pude ver el interés en ellos.
- Sabemos que eso no pasará, Jennie.
Mi nombre sonaba tan bien viniendo de ella que me encontraba queriendo llorar porque lo repitiera una y otra vez.
Y yo soy alguien que no llora y mucho menos pide las cosas, simplemente si lo quiero lo consigo.
- Así como sabemos que no estás aquí por evasión de impuestos.
Punto para ella. La mujer veía más a allá de lo que sus mismos ojos podían.
- ¿Qué te hace pensar eso? - pregunto sin esforzarme mucho en aparentar algo.
- Eres demasiado inteligente para que te hayan agarrado tan rápido - en ningún momento deja de mirarme a los ojos y eso en verdad me está afectando - hasta puedo decir que estoy casi segura que querías que te atraparan.
No me gustaba que alguien me leyera tan fácil, la policía no era ni la mitad de inteligente para pensar en qué tal vez aquel asesino en serie no era un asesino sino una asesina, y ahora la tengo en frente a ella que en poco tiempo se había dado cuenta de que oculto algo más.
Pero sé que no soy la única que oculta algo.
Lalisa es un misterio, puede ser desde un agente infiltrado o una misma reclusa que colabora con la policía, ella les da información y ellos le dan poder en la cárcel.
Sin embargo, estoy segura que no es ninguna de estas.
Lalisa va más allá de eso.
Y me encanta, nunca había deseado a alguien y en estos momentos me encuentro lista para entregarme a ella, pero no cedo.
Si alguien cede a la tensión entre nosotras será ella.
Me acercó lo suficiente para poder hablarle al oído y siento su respiración acelerarse brevemente hasta que logra volver a estabilizarla.
- ¿Cómo se llama tu organización, Lalisa?
Y con esta simple pregunta la siento tensarse y justo en ese momento es cuando confirmo lo que ya sospechaba.
Lalisa Manoban es narcotraficante.

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Illicit love
Fiksi PenggemarDicen que los polos opuesto se atraen, pero ellas eran como si fuera la misma mente en diferentes cuerpos y eso no evitó que cayeran la una por la otra. Ambas tienen secretos, ¿qué pasará cuando se descubran? "𝘛𝘦𝘯𝘨𝘰 𝘦𝘴𝘵𝘦 𝘴𝘦𝘯𝘵𝘪𝘮𝘪𝘦𝘯�...