Presentación 6 - El rebelde

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Mientras acomodaban los carteles a un lado del soporte y volvían a posicionar la cámara para encuadrar al siguiente entrevistado, ya que se negaba a colocarse en la marca inicial, el chico se mantuvo con la espalda apoyada en un árbol y los brazos cruzados en una actitud de rebeldía que ya resultaba bastante evidente con su apariencia poco convencional, llevando el cabello recogido en una cola de caballo y teñido de morado.

—¿Y si me niego a aparecer en el video? ¿Qué harán? ¿Me "acusarán" con el profe para que me castiguen y me impidan ir al baile? —dijo el chico con cara de pocos amigos para a continuación llevarse una mano al pecho con teatralidad—. ¡Oh, no, por favor! ¡Todo meno eso! ¿Cómo podré vivir sabiendo que no podré usar el ridículo traje que nos impusieron ni dar mi discurso de aceptación cuando me coronen reina del baile? ¡Con lo mucho que lo he ensayado frente al espejo!

—No tienes que hacerlo si no quieres —espetó una chica fuera de cámara y él volvió a su humor de pocas pulgas.

—¡Bien! Porque no lo haré.

—Aunque quizá quieras considerar un detalle antes de negarte —añadió el chico tras la cámara y él le dirigió una mirada recelosa.

Lo que fuera que le dijeron durante el corte, pareció ser suficiente para convencerlo de continuar, aunque no ayudó del todo a mejorar su actitud.

—Bien, acabemos con esto de una vez. Les concedo máximo dos minutos, tómenlo o déjenlo —dijo el chico como si no le quedara más remedio, enderezándose en el mismo lugar y sacudiendo su camisa—. ¿Qué quieren que diga? ¿Mi nombre? Soy Rogue. ¿Edad? Diecisiete. ¿Comida favorita? Huevos. Como los que tienen para atreverse a plantarme cara. Bien jugada su carta bajo la manga, pero no esperen que les aplauda al final del día. ¿Hemos terminado? ¿O qué más quieren saber?

Volvió a cruzarse de brazos para dar a entender que no hablaría más de lo necesario y la encargada de los carteles sacó por fin el que preguntaba por su contribución al baile. Rogue no pudo hacer más que reír con ironía.

—En serio que sus preguntas no pueden ser más básicas. ¿Por qué no mejor me preguntan qué querría hacer yo en un baile? —dijo él como si todo aquello no fuera más que una tortura diseñada específicamente para sacarlo de quicio—. ¡Nada! ¡La respuesta es nada en circunstancias normales! Pero nada de esto se podría considerar normal. Empezando por la temática y terminando con la fecha tan reciente después de lo que pasó. Y luego dicen que yo soy el enfermo.

—¿Entonces por qué vas?

—No voy por mi voluntad, me obligan a ir —respondió Rogue con un destello de rencor en los ojos—. Algo así como tiempo de detención; sólo que en vez de estar sentado por horas sin hacer nada, debo hacer de DJ durante toda la noche, porque al parecer, tanto el comité escolar como el consejo estudiantil son una bola de tacaños que prefieren seguir la filosofía del "hágalo usted mismo", aún si eso significa esclavizar a sus propios estudiantes. Para todo. Magnífico, ¿no?

—¿Entonces qué te molesta más? —preguntó el chico tras la cámara sin ninguna inflexión en la voz—. ¿El tener que asistir o lo que pasó?

Rogue miró a la cámara con expresión asesina. Si pensaban que seguiría hablando ya que había empezado a soltar la sopa poco a poco, se equivocaban. Tan sólo se apartó del árbol de un impulso y se sacudió las manos.

—Sus dos minutos se acabaron. Si quieren otra entrevista, pueden concertar una con mi secretaria. —Levantó el puño derecho—. Y si no responde, sólo tienen que buscarla. Seguro la encuentran.

La grabación se cortó al instante. No pensaban seguir por esa línea.

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