Presentación 8 - El pacheco

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En cuanto el área de grabación quedó considerablemente solitaria, el chico en turno sacó un cigarro de dudosa procedencia y pretendió encenderlo.

—No les importa si fumo, ¿verdad? —preguntó mientras presionaba varias veces el encendedor, pero al ver las señas que le dedicaban fuera de cámara, se detuvo con el cigarrillo en la boca—. ¿Cómo que no puedo? —Ante los insistentes gestos, miró distraído hacia su izquierda, donde de un árbol colgaba una señal que prohibía fumar, con un cigarro y un enorme círculo rojo cancelándolo—. Ah, miren, yo ni en cuenta. Creí que eso prohibía las locomotoras. Ya decía yo que era una prohibición extraña.

El chico guardó el cigarro en el bolsillo de su camisa y tan sólo se apoyó del árbol de forma desgarbada, con su larga melena cayendo salvaje por su espalda y cayéndole sobre el rostro, como si intentara ocultar de esa forma algún estado inconveniente fácilmente identificable por los ojos.

—¿Sabían que hay un tren en el que se está prohibido morir? Así que si te da algo mientras viajas en él, se detienen en la estación más próxima y te dejan ahí botado para que te mueras o te recuperes, según sea el caso. El mundo cada vez está más looooooco, chavos. —Comenzó a tantear su bolsillo hasta volver a sacar por inercia el cigarro y a sujetarlo con la boca—. ¿Les importa si fumo? ¿...Qué? ¿Hay algún problema? —Volvió entonces a mirar la señal de prohibición ante sus gestos—. Ohhhh...

Para el siguiente corte ya había sacado un brownie quién sabe de dónde, y por más que intentaban atraer su atención hacia el cartel que indicaba que se presentara, él parecía seguir su propio tren de pensamiento.

—Y entonces le dije: "viejo, no hay necesidad de andar montándose películas mentales; sólo dile cómo te sientes y ya" —dijo como si retomara una conversación previa con alguien más—. Lo hizo y ¡zas! Se acabó el drama. —Dio otro bocado y siguió hablando—... Claro, nadie se esperaba lo que pasó luego, y que se involucrara la policía y que acabaran enviándonos al psicólogo a todos, pero bueno, ¿qué es la vida sin un poco de tragedia para formarte carácter, eh?

La chica fuera de cámara se aclaró la garganta e intentó devolverlo al cauce.

—Tu nombre...

—¡Ahhh, sí, sí! ¡Ya se me iba el rollo! —dijo el chico, enderezándose como si apenas recordara en qué iba—. Hola, amigos, soy Oz y perdonen si de pronto desvarío. No es mi culpa, me diagnosticaron un trastorno de atención de chiquito. —Se dio unos golpecitos en la cabeza con el dedo como para reforzar su punto—. Pero como siempre digo, mejor libre del pensamiento que esclavo del corazón... ¿o cómo era? ¿Del control? ¿De la voz? ¿Del dolor...?

—¿De la adicción? —sugirió la chica y Oz miró a la cámara ante la interrupción con expresión perdida, como si perdiera el hilo.

—...Perdón, me fui, ¿de qué hablábamos? —De pronto se quedó contemplando lo que le quedaba del brownie y comenzó a sonreír bobaliconamente—. ¿Les dije que preparo unos brownies de lo más deliciosos? El secreto está en la preparación... y en el ingrediente especial. ¿Quieren probar?

Al ver que no avanzarían lo suficientemente rápido si seguía desvariando de esa forma, decidieron pasar al siguiente punto de la entrevista, levantando el cartel correspondiente, que el chico miró por varios segundos como si su cerebro estuviera todavía procesando la pregunta.

—¿Habrá un baile? —preguntó Oz sorprendido, como si fuera la primera vez que escuchara de algo así, pero pasados unos segundos, se echó a reír—. ¡Ehhhh, se la creyeron! No estoy tan ido como parezco. —Apoyó la espalda en el árbol ante el que estaba parado—. Pues no recuerdo que solicitaran mi colaboración en nada, pero ya que lo mencionan, tal vez sea un buen detalle llevar de mis famosos brownies para que todos tengan la oportunidad de probarlos. —Levantó entones la mano que sostenía el resto del brownie para exponerlo como si fuera un tesoro—. ¡Los haré tan ligeros que hasta volarán, mis chavos! ¡Será como una dulce muerte que no dudarán en repetir! —A continuación, volvió a palpar su bolsillo y sacó de nuevo su cigarro para colocárselo en la boca—. ¿No hay problema si fumo?

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