Uno

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Wei WuXian

—¿Qué quieres decir con que tengo que casarme con él?

Para Wei WuXian fue imposible hablar en voz baja. Sus palabras llegaron a los discípulos que recitaban sus reglas a los alrededores. Madame Yu se enfureció y apresó su mano con la suya.

—¡Baja la voz! —le siseó. Wei WuXian quiso decirle que no se preocupara. En Receso de las Nuebes estaba prohibido escuchar conversaciones ajenas—. No sé por qué te sorprende. Es tu deber. Cuando un líder muere, uno de sus hermanos asume el puesto y tiene que casarse con el viudo. Es una de las reglas de la secta Gusu Lan.

Los alrededores parecieron venírsele encima.

—Eso es ridículo. Llevo aquí cinco años, no recuerdo tal regla. Además, estoy seguro de que Hanguang-Jun quiere casarse conmigo tanto como yo con él.

Se resistió en no pensar en el joven que no había visto desde su boda cinco años antes. Madame Yu ladeó la cabeza.

—Eres guapo —escupió en conflicto—. Para mi desgracia. Mi hijo es quien debería estar en tu lugar. Yo no tendría problema en cambiarte con él. Pero son las reglas. No puedes hacer quedar mal a la secta Yunmeng Jiang.

Wei WuXian se puso rígido. No era hijo biológico de los Jiang, aun así había sido el más pretendido, y a quien la gran honorable secta de Gusu Lan había pedido en matrimonio para su líder, Zewu-Jun. Líder de quien su hermano adoptivo estaba secretamente enamorado. Otra carga de culpabilidad que sentía sobre los hombros.

Madame Yu estaba allí porque acababa de llegar para el funeral Zewu-Jun. Wei WuXian suspiró.

—Y yo que pensé que podría esperar al menos un año antes de pensar en volver a casarme —dijo poniendo la mano izquierda en la garra de la mujer que se cernía alrededor de su mano derecha —. Quería ser libre para encontrar el marido perfecto.

—Idioteces. Un líder lo es.

—No, no lo es. Hay quien piensa que el amor entre ambas partes es mejor.

Madame Yu sonrió contrariada.

—Esas son tonterías y lo sabes —dijo Madame Yu apresando más fuerte mano, negándose a soltarlo—. Te casaras con HanGuang-Jun tal como dicta la regla. La secta Yunmeng Jiang quedará bien. Serás el esposo del líder una vez más. ¿Por qué te niegas? Es todo lo que mi hijo merecía, pero lo harás tú.

Wei WuXian ignoró la presión de su pecho.

—¿Tengo otra opción?

—Claro que no. Es una regla que no puede romperse. Por eso, deja de negarte.

—Puedo hablar con ellos. Lan Qiren me odia. Han agregado 1000 reglas desde que estoy aquí. Puede que cambian esa. Los cambios pueden ser buenos —dijo él sin sonar tan convincente como esperaba—. Deshacerse de Wei Wu... —comenzó, pero se detuvo al sentir lágrimas en sus ojos—. Lo siento, yo... no debería estar hablando así cuando Zewu-Jun acaba de ser declarado muerto...

Lo cierto era que había sido su primer pensamiento al enterarse de la noticia: que sería libre. Podría irse de Receso de las Nuebes, que volver a su hogar. Jamás esperó que el lugar de su esposo serie ocupado por el del hermano.

—Tienes que evitar pensar en voz alta. Siempre has sido así, revoltoso, imprudente, un espíritu libre... —Y completamente inadecuado, Wei WuXian estaba seguro que era la frase que Madame Yu quería agregar cuando su agarre se hizo más fuerte.

Sus palabras eran ciertas, pero a la vez, Wei WuXian sentía que no era tan así como sugería su reputación, pero aquella imagen podía jugar a su favor en aquel momento.

—De todas formas hablaré con Lan Qiren.

La sonrisa de falsa modestia de Madame Yu no ocultó la ira en sus ojos. Wei WuXian miró a su alrededor. Con un poco de suerte, todos los presentes se apegarían a sus reglas y harina oídos sordos a su conversación. Sintió a Madame Yu clavándole las uñas en el brazo. Entonces, Lan Qiren apareció junto a Lan WangJi.

—–Oh, aquí estás Wei WuXian, WangJi ¿Te acuerdas del joven Wei WuXian, el esposo de tu hermano mayor?

Wei WuXian abrió los ojos asustados. Lan WangJi ni se inmutó.

—Mmm. Lo recuerdo, tío —Balbuceó sin siquiera forzar una sonrisa.

Wei WuXian extendió las manos, las juntó, y se inclinó. Le temblaban los pies. HanGuang-Jun era alto, pulcro, serio, con el tradicional listón alrededor de su cabeza y vestido de blanco, de luto para él. Él llevaba vinco años allí, vistiendo igual, y seguía odiando esas túnicas. Recordó el extraño color de los ojos de Lan WangJi, dorados, pero al igual que sus facciones, sin emoción alguna. Esa era la única diferencia que podía identificar en los hermanos. Zewu-jun era el expresivo, siempre sonriendo. Aunque no significaba que fuera simpático. Nadie conocía el verdadero Zewu-Jun como él.

El esposo de los hermanos  LanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora