Capitulo 37

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Hacía dos días que Kei y Julian se habían ido y con ellos la mayor parte de los hombres del líder Kazahara, manteniendo a Sasha y Dimitri en la casa, reduciendo sólo a dos los hombres después de una corta conversación entre los dos primos.

—¿Te preocupa que vaya a desaparecer?

Nathan parecía divertido mientras observaba el tablero.

—No sería la primera vez —El humor de Kei era amargo, arrancando de Nathan una burlona sonrisa.

—¿Así que para asegurarte de que no desaparezco decides dejar a tus hombres para... controlarme?

—Si lo quieres ver de esa manera...

—¿Y si me niego?

—Ellos se quedaran de todas maneras —aseguró Kei moviendo ficha—,así que compórtate y ni se te ocurra matarlos.

Había sido una larga y absurda negociación en la que Kevin había agradecido que ninguno de sus hermanos se encontrara presente y en la que finalmente se decidió por Sasha y Dimitri y donde Kei no solo advirtió a su primo que ni se le ocurriera desaparecer irracionalmente, sino que su mirada de advertencia se había dirigido también a él, haciendo que Nathan también reparara en ella y se echara a reír, visiblemente divertido. Cuando Julian y él habían entrado en uno de los vehículos, Kevin había notado la ansiedad que Julian cargaba encima, la piel blanca y el sudor que mojaba su frente, dejándose arrastrar por la mano de Kei Kazahara sobre su hombro. Kevin dudó que aquella aventura de vuelta a casa terminara bien para él.

—Señor Warm.

Kevin detuvo el carro con todos los utensilios de limpieza y se giró para mirar a la bonita mujer de la oficina de la décima planta donde hacía dos semanas que había empezado a trabajar para incredulidad de Kei y diversión de Nathan que había terminado apostando con el resto que no soportaría más de un mes en ese tipo de trabajo.

—¿Puedo ayudarla en algo?

Era una mujer hermosa y era evidente que ella lo sabía. A diferencia de Jessica que era joven e inmadura, Bianca Donowel era una mujer de verdad. Rondando los treinta y cinco con una trayectoria de éxito empresarial, parecía tener claro su presente y su futuro. En realidad Kevin no dudaba que hubiera tenido también su pasado controlado y monitorizado. De posiblemente un metro sesenta lo compensaba fácilmente con sus afilados zapatos negros en unas piernas largas y bien formadas bajo una falda de pliegues blancos que alcanzaba casi a sus rodillas. Un jersey de un gris perla finalizaba un conjunto sobrio que sin duda alguna había sido perfectamente combinado y seleccionado para remarcar su piel besada por el sol, unos ojos verde claro y un cabello oscuro que caía graciosamente por sus hombros. Bianca despegó los labios despacio, esbozando una sonrisa mientras sujetaba con la misma mano que sostenía un bolso negro de piel brillante, unas gafas de sol que no necesitaba a esas horas.

—Solo me preguntaba a qué hora terminaba su turno.

Kevin miró a la mujer respirando con tranquilidad. No era la primera vez que se acercaba a hablar con él y aunque admitía que pese a ser una mujer con dinero y que se movía en un circulo social en el que él nunca había encajado, no tenía ese aire arrogante como muchos otros de los que trabajaban en ese edificio que ni siquiera giraban la cara para mirar a los empleados de limpieza que había repartidos por todas las plantas. Kevin reconocía la mirada que la mujer le había dirigido desde el primer momento, a la espera de que esa situación terminara sucediendo de un momento a otro aunque tenía la esperanza de que ese mismo circulo social al que no pertenecían consiguiera abrirle los ojos y le quitara la idea de dar ese paso.

Había una época de su vida que quería olvidar, de hecho, no había mucho en su pasado de lo que quisiera mantener en sus recuerdos y mucho menos de lo que se sintiera orgulloso pero Bianca Donowel le recordaba demasiado al tiempo en que estuvo prostituyéndose, agradeciendo en aquellos años llamar la atención de hombres y mujeres de su estatus social que siempre pagaban mejor por ese tipo de servicios y en algún punto de esa época había aprendido a reconocer esa mirada que le dirigían indistintamente, acercándose a ellos y consiguiendo un lucrativo pago por mantener satisfecho sexualmente a uno u otro.

Cuando habla el corazón 3 (chico x chico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora