Capitulo 7

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Julian apoyó la espalda en la pared y contempló sin moverse el ir y venir de aparatos médicos desde la entrada de la gran casa que Kei había comprado en uno de los barrios más exclusivos de la ciudad, hasta la estancia de la planta baja habilitada como una amplia habitación de hospital.

Nada más llegar, apenas hacía unos diez minutos, Oshi había tenido un ataque, una de las crisis que solía sufrir con mayor o menor frecuencia y el equipo médico encargado de su cuidado había tenido que atenderle con la mitad del material disponible ya que los coches que transportaban el resto se habían retrasado por el trafico.

—Julian —escuchó encogiéndose débilmente, incapaz de girar la mirada para ver a Kei detenerse a su lado—, te guiaré a la habitación. Vamos.

—No... —musitó en un hilo de voz—. Me quedaré aquí.

Había agradecido que el chico rubio no hubiera abordado el tema en al avión, seguro de que había escuchado su conversación con Kevin, sobre todo la última parte, pero aunque temía que hablara sobre ello una vez encontraran un momento para estar solos, necesitaba saber que Oshi se repondría esa vez también, necesitaba que sobreviviera y mantener la esperanza de que algún día abriría los ojos pese a que todos hablaban de él como si estuviera muerto.

—Necesitas descansar —escuchó la voz cansada de Kei—. Sube ahora.

—Oshi... —trató de razonar Julian sin que su tono de voz aumentara.

—Oshi seguirá en el mismo sitio donde está incluso dentro de unas horas. Ahora sube.

—Necesito...

—Lo único que necesitas ahora es descansar.

—Pero...

—Te dejo elegir, Julian, subes por tu propia voluntad o te administro un nuevo sedante y te subo yo. De las dos maneras te vas a mover de aquí, sólo tú decides la forma.

Julian dobló los hombros y trató de ver algo más allá de las puertas entornadas de la estancia donde se encontraba Oshi, más allá del cuerpo tenso e inerte de Rykou que manteniéndose a un lado para no estorbar miraba la escena sin cambiar la expresión. Desde hacía unos segundos habían abandonado el ritmo frenético, los gritos y órdenes, seguramente tras conseguir estabilizar al japonés. Sin decir nada, Julian se apartó de la pared y caminó hasta las escaleras donde hacía un momento había visto subir a Nathan apretándose una mano al costado. Por un momento había creído ver una mancha de sangre pero un rápido vistazo de aquellos ojos azules sin ninguna emoción le habían obligado a desviar la cabeza y centrarse en otra cosa, cualquier otra cosa servía si se concentraba con mucha fuerza y se negaba a pensar en aquel día, en el miedo, en la desesperación y en las palabras de Nathan resonando en su cabeza antes de sentir el frío metal en su dedo cuando apretó el gatillo.

—Julian.

Una mano en su hombro hizo que diera un salto, sobresaltado mientras el corazón comenzaba a palpitar con fuerza dentro de su pecho.

—Estoy... —¿bien?

—Te habías detenido —le recordó amablemente la voz de Kei a su espalda, tan cerca que podía percibir el calor del cuerpo del chico rubio pegado a él.


Sin decir nada reanudó al marcha, esta vez con más prisa, subiendo las escaleras y deteniéndose en el pequeño descansillo sin saber en qué habitación entrar. Con el mismo mutismo, Kei empujó suavemente su espalda, conduciéndole hasta una de las puertas cerradas y la abrió, invitándole a entrar.

Era una habitación bastante sobria. Paredes blancas, muebles de madera de haya de tonos claros igual a la de las puertas que daban al cuarto de baño y a un vestidor, una amplia cama cubierta por un edredón gris y todo ello custodiado por un amplio ventanal con cortinas finas y blancas que daba a una terraza. Julian no se movió de la puerta pero un nuevo y suave empujón de la mano de Kei le incitó a dar un paso más al interior, escuchando como se cerraba la puerta detrás de él antes de oír los pasos de Kei moviéndose a su espalda antes de alcanzarlo y detenerse frente a él.

Cuando habla el corazón 3 (chico x chico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora