Capítulo 4

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Bromas pesadas

El teléfono sonó por tercera vez. El sonido de este era cada vez más largo, apagué el televisor y apreté con fuerza la manta. El miedo me recorría por todo el cuerpo.

Miré a Box y trato de sonreírle calmado —¿Contesto? —me respondió con un pequeño gruñido —¿Qué hago? —señalo la cocina con el control. —¿Vamos?

Volvió a sonar el teléfono.

—Estoy seguro que si fuera mi madre o alguien conocido ya hubiera dejado un mensaje. En definitiva, alguien desconocido está llamando —al pensar eso me aterré más. Palmeo el sillón en señal para que se suba Box y esté a mi lado.

—¿Entonces? —se levantó y subió las escaleras —Miedoso —le digo en voz alta, el no volteo a verme, me ignoró por completo.

Me ha dejado solo.

Volvió otra vez a sonar el insoportable teléfono. Y para el colmo tiene el mismo tono que el de la película... Bueno, eso parece.

¡Ahh!

Todavía tenía la esperanza de que fuera atender la contestadora. Mi corazón late a mil por hora, estoy comenzando a sudar. Trago saliva, hago a un lado la cobija y decido tomar la mala decisión de levantarme y caminar para atender el teléfono. Reúno el valor suficiente, dejo escapar un suspiro antes y después del siguiente tono contesté.

—¿Bueno? —la mano me tiembla. Dave no te desmayes, por favor.

Por el otro lado, solo logro escuchar una respiración y lluvia —¿Bueno?... —repetí, pero colgaron y un escalofrío me recorrió todo el cuerpo.

¡Qué miedo!

—¡Box baja! —se asomó por las escaleras —Ven. No me dejes solo. —mis palabras eran casi de súplica. Este era el momento en que me daba cuenta que era más gallina que mi misma hermana.

Sonó de nuevo el teléfono.

No esperé a que sonara otra vez cuando volví a contestar. Tenía que enfrentar esto de una sola vez, antes de que caiga al suelo todo tieso.

Esta vez con mi corazón latiendo a mil por segundo. Hablé. — ¿Bueno? —me torné serio, halé suficiente aire y solté —Solo dime de una vez, que me quedan 7 días de vida. Y ya deja de llamar — al decir esto, esperé que fuera una broma, que tal vez la persona del otro lado del teléfono se burlara de mí, o una simple risa, pero fue todo lo contrario.

—¿Ho-hola? —reconocí una voz de mujer. De una mujer para nada familiar.

—¿Sí? Hola. —espero que pueda escucharme, porque yo apenas escuchaba un 50% y a la lluvia resonar por el teléfono.

—Perdona... hablo con ¿Dave? — el solo escuchar mi nombre me entró cierta desconfianza o mal presentimiento. No contestes más...

—Me llamo Dave, pero no sé si sea el que buscas... — ¡Perfecto Dave has revelado nuestra identidad!

—Sí, creo que sí eres... —se escucha un suspiro— ¿Podrías abrir tu puerta? —Me quedo congelado. ¡Dave! ¡Reacciona!

—¿Por qué debería hacerlo? — ¡Semejante estupidez! Junte mis cejas. ¿Qué rayos me está pidiendo esta mujer? Cree que voy a caer tan fácil, por favor, esto ya lo vi en una película y el final nunca es bueno.

—Es-que-...-al...-afuera...

—¿Qué? —casi grito, no entendía nada de lo que trataba de decir.

Inexperto Papá.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora