30 de septiembre.
Eran las seis y dos minutos. No quería llegar demasiado puntual ni demasiado tarde. Llevaba un jersey azul marino que se ataba con una pequeña lazada en la espalda, unos vaqueros rotos y unas converse blancas bajas. Me había alisado el pelo y me había recogido dos mechones en la parte de atrás con unas pinzas. No quería ir ni demasiado arreglada ni demasiado informal.
Y allí estabas tú, con tu cazadora de cuero negra, una camiseta de rayas, unos vaqueros desgastados y unas Stan Smith con ribetes verdes. Llevabas el pelo como la otra vez, algo despeinado.
Me agarraste de la mano. Cosa que hizo que mis mejillas se sonrojasen aún más de lo normal. Caminamos sin rumbo perdiéndonos por las calles de Chicago, no nos soltamos ni un segundo y de vez en cuando cruzábamos miradas fugaces que me hacían sentir en las nubes. Recorríamos lentamente los callejones como si quisiésemos conservar cada detalle. Y finalmente nos detuvimos en un abandonado jardín botánico que aún consevaba matorrales de rosas salvajes y distintos arbustos con flores salvajes. Me tomaste de las dos manos y me miraste a los ojos, sabía lo que iba a pasar, deseaba lo que iba a pasar. Me acerqué más, notaba tus latidos contra mi pecho y sentía tu respiración acelerada. De pronto estábamos más cerca, y mis labios estaban sobre los tuyos. Fue un momento intenso y delicado. No me importaba nada. Nada más que tú.
Había empezado a llover, fuerte muy fuerte y yo ni siquiera notaba la lluvia. Estabas aún más guapo con el pelo mojado y las gotas de agua resbalando por tus mejillas. Sonreí, nuestro primer beso, bajo la lluvia rodeados de rosas. Me devolviste la sonrisa, pusiste cara de travieso y me cogiste entre tus brazos, levantándome en el aire dándome vueltas mientras seguía lloviendo. Me bajaste delicadamente y me encontré rodeada por tus brazos. Reíamos. Me sentía tan libre, tan...feliz
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Te quiero vacíos.
RomanceNo puedo decirte exactamente que falló, tampoco explicarte como me perdí en esos ojos verdes tan puros. Siempre pensé que eras mi todo, pero alguien muy sabio me enseñó que nunca debes dejar que alguien sea tu todo, porque si se va, no te quedará ab...