Capítulo 2

334 22 3
                                    

Rush miraba a la mujer con curiosidad. Le sonaba, pero no recordaba de que. 

— Cuanto tiempo, Jaume. 

— ¿Nos conocemos? 

La niña miraba como los adultos hablaban, aún sin comprender muy bien la tensión que se había originado tras la mirada de desprecio que traía consigo la mujer. 

— Claro que nos conocemos. Más bien nos conocimos. Hace ocho años en Razzmatazz... lo pasamos bien aquella noche. 

La mente de Rush lo recordó. Eran recuerdos nublado y algo borrachos, pero eran recuerdos al fin y al cabo. Hacía ocho años, aquella mujer y él habían tenido una aventura de una noche. Luego mantuvieron el contacto por SMS pero ella un día desapareció por completo de su vida. ¿Qué querría ahora, tantos años más tarde?

— Te presento a Valeria, tu hija. 

Rush no daba crédito a lo que acababa de escuchar, no podía ser real su situación. Miró alternativamente a madre e hija y, sin saber cómo reaccionar, respondió con lo primero que le vino a la mente.


— ¿Y cómo sé yo que me dices la verdad?


— Porque es verdad. Es tu hija y se parece a ti.


La niña no hablaba, sólo miraba a su madre hablar con Rush Smith de una forma muy seria.

— No puedes venir años después de haber estado juntos apenas una noche y soltarme todo eso. 

— Si que puedo. Es más, lo estoy haciendo. ¿O acaso no te has dado cuenta?

Una voz llamó a Rush, el cual se giró para poder hablar con un grupo de chicas un segundo y perdiles que se esperaran un momento. Cuando volvió a voltearse ante la mujer —cuyo nombre aún no recordaba— se percató que no estaba y que había dejado a la niña, con apenas una mochila de Violetta y una monster high en la mano. Miró con más detenimiento a la pequeña, aturdido y sin procesar la información. Era de una estatura normalita para su edad, pues serían unos siete u ocho años. Su pelo caía en forma de cascada por su largo flequillo y dos alegres y despeinadas coletas conformaban su peinado. Tenías unas pecas graciosas, unos ojos grandes color verdosos y su sonrisa, mellada de dos dientes de leche, le saludaba tímida. 

— ¿Cómo dices que te llamas, pequeña? 

— Valeria. 

La voz de la niña era aguda y cantarina. 

— Bueno, ¿a dónde diablos se ha ido tu madre? 

— No lo sé. Pero seguro que vuelve, no es la primera vez que lo hace. 

— ¿No es la primera vez? ¿A qué te refieres? ¿Acaso suele dejarte con gente desconocida o qué?

— No, eso no. Pero sí que me deja... olvidada. A veces durante días, y me quedo sola en casa. Pero no pasa nada, de verdad... estoy acostumbrada. 

Una triste cara miraba a Rush. Nunca había conocido a una niña con unos ojos tan tristes... ¿cómo podía ser? Se agacho y le dedicó una de sus sonrisas. 

— ¿De verdad eres mi papá? —se atrevió a preguntar Valeria. 

No supo qué decir, ni él mismo estaba seguro de si era su padre no, pero no iba a dejarla sola. Le tendió la mano y atendió a las chicas a las cuales había hecho esperar minutos antes. No preguntaron por la pequeña, pensaron que sería una de sus primas pequeñas, y se fueron después de sus minutos con el catalán. 

— No me has respondido.

— Mira, vamos a atender a esa gente de allí y ahora te respondo, ¿vale?

La pequeña asintió conforme, pues si hubiera sido su madre, ya le habría dado un cachete al preguntar dos veces. 

Rush, sin embargo, estaba distraído mientras hablaba con los creepers. No dejaba de pensar en la transformación que supondría aquello en su vida, ni tampoco en cómo se lo tomaría Chus. A la vez, miraba hacia todos lados siempre que podía, buscando a la madre de la pequeña.

La gente empezó a irse y Rush seguía con la niña a cargo. ¿Qué iba a hacer? Podría ir a la policia y denunciar el caso, pero por otra parte, algo le decía que la niña no lo pasaba estupendamente con su madre. Un extraño sentimiento inundó su ser y le hizo convencerse que tenía que llevarse a la pequeña con él aunque sólo fuera por un rato. Si la madre no volvía, la niña podría acabar en alguna familia de acogida hasta que las aguas se calmasen. 

— ¿Qué pasa conmigo? —oyó decir a Valeria. 

— Pues que te vas a venir a mi casa, a tomar una buena merienda, y luego a hablar con la policia para saber que hacer contigo. 

— ¿Me van a meter en la cárcel? —preguntó, acongojada. 

— ¿A ti? Pues claro —bromeó—, te van a poner un traje de rayas. 

— Pero... Yo soy buena.


Rush sonrió y la cogió en brazos, mirándola a los ojos verdosos, aquellos que le recordaban a él mismo.


— Era una broma, peque. Tendremos que ir para saber dónde está tu mamá.


Valeria sonrió y hundió la cabeza en el hombro del chico, que le dio una suave caricia en la espalda y suspiró caminando hacia la parada de metro más cercana que le llevara de vuelta a El Prat. 


Durante el trayecto, no estaba tranquilo. ¿Cómo reaccionarían sus padres al verla? ¿Cómo sería su vida a partir de ahora? 


No quería mostrarlo, pero por primera vez en un tiempo, tenía miedo.

_____________________

Muchas gracias por la acogida de la historia, la verdad es que no sabía cómo iba a reaccionar la gente al ser tan "diferente".

Les veo en el próximo capítulo.

Comenten, voten, y compartan. Gracias.

Papá por sorpresaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora