Capítulo 5

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Valeria se acercó a él y dio una vuelta sobre sí misma, enseñándole su nuevo vestido, el que había calificado de 'favorito'. El catalán sonrió.

― ¡Qué guapa!

― Y tu mamá me ha comprado más ropa, mira, ven.

La niña se acercó a Rush y cogió su mano, estirando de ella. Éste se levantó y la siguió hasta el salón, donde su madre enseñaba las nuevas prendas a su marido. Isabel miró a su hijo, que parecía interesado, y volvió a presentar todos y cada uno de los objetos adquiridos. 

― Jaume, entonces, ¿mañana te vuelves a Madrid?

― Sí, con Valeria.

La pequeña alzó la mirada al escuchar su nombre.

― ¿A Madrid? Nunca he estado ahí...

― Pues ya verás como te gusta ―a Rush, a pesar de todo, no se le pasaba por la cabeza que la pequeña estuviese incómoda―, y al llegar podemos ir al cine, a ver la nueva película de dibujos.

― ¡Vale, sí! ¿Y podremos comprar palomitas?

Rush miró a la pequeña, y la pequeña le miró a él, ambos a los ojos. El catalán vio entonces el brillo de ilusión en la mirada de la pequeña, brillo que le recordaba a él cuando tenía su edad, cuando era feliz con cada mínimo detalle.

― Compraremos palomitas.

― ¡Qué guay! ¿Has oído, Isa? ¡Voy a ir al cine! 

― Lo he oído, así que ponte muy guapa cuando vayas. ¿Vale? Y allí puedes usar el collar de Hello Kitty que te he comprado hoy. 

― Es verdad ―dijo la pequeña. Tras quedarse un momento callada, miró a Rush―. ¿Y como es Madrid? Yo nunca he salido de aquí. ¿Cómo habla la gente?

Rush le explico con pelos y señales como era la capital española. La pequeña se emocionó con el viaje, pero enseguida puso los pies sobre la Tierra. 

― ¿Y el cole? Hoy no he ido porque es finde, pero esta semana si que tengo que ir. 

― No, porque te voy a cambiar de colegio. Tu madre metió todos tus papeles en la mochila que traías, así que legalmente, puedo hacerlo. 

La pequeña se puso feliz. La idea de una ciudad nueva, un colegio nuevo y amigos nuevos le hacía pensar que todo iba a cambiar tanto que iba a olvidar los malos momentos vividos con su madre o su vieja escuela. 

― Bueno, Vale, a lavarse las manos que ya mismo es la hora de comer. 

Mientras la pequeña obedecía e iba al lavabo, Rush ayudaba a sus padres a poner la mesa. Comenzaba a ver el hecho de cuidar a la niña como algo cada vez más cercano, más real, y no le asustaba tanto como al principio. Valeria era una niña adorable para todo lo que seguramente habría vivido en poco tiempo.

― Se te acabará cayendo la baba con ella ―le dijo su madre―, es un cielo.

― Ya se ve, mamá.

― ¿Qué piensas al respecto?

― Que es una aventura que va a poner patas arriba toda mi vida.

No hablaron nada más y terminaron de colocar los cubiertos. La niña volvió al comedor y se sentó en el mismo sitio de la noche anterior. Minutos más tarde, los cuatro estaban sentados.

― Jaume, luego vendrá tu hermano y se quedará a cenar y a dormir, ¿vale?

― Sin problema, está su otro cuarto libre, la niña duerme conmigo.

― Vale.

― Isa ―pronunció la pequeña al acabar de masticar un trozo del filete―,¿por qué le llamas Jaume? Se llama Rush, lo dice en "yutube".

Y los cuatro rieron, estaba claro que la niña había visto sus vídeos.

― Porque así me llamo yo, pero mis amigos me conocen por otro nombre, el de Rush. 
― ¿Y yo como te llamo? ―preguntó la niña desconcertada. 

― Como quieras. ¿A ti como te gusta?

― Rush. 

― Pues ni una palabra más. 

El poco tiempo que les quedaba en Barcelona se consumió. En el viaje a Madrid, la niña miraba por la ventana del tren todo el paisaje curiosa. Era la primera vez que viajaba tan lejos de su ciudad y le encantaba. No hacía más que preguntar sobre Madrid, la nueva escuela, el sitio donde iba a vivir, lo que iban a hacer...

Rush, sin embargo, tuvo que mentirle respecto a la prueba de paternidad. La niña no era tonta, pero si inocente, así que le creyó sin pensarlo ni una sola vez. Ella dio por hecho que Rush sería incapaz de mentirle. 

Una vez en la capital, la pequeña lo observó todo e hizo más preguntas. Cada paso para ella era una nueva aventura. Llegaron a la clínica justo a tiempo para su cita. Les tomaron unas muestras de sangre con la excusa que eran para un análisis de sangre que necesitaban para terminar un papeleo. Esperaron media hora en la sala hasta que una mujer llamó a Jaume con los preresultados. 

En aquella clínica sacaban unos preresultados un poco inciertos en ciertos ámbitos, aunque en los grados de hermanos o padres e hijos era muy sencillo de sacar, de todas formas mandaban las muestras a laboratorio. 

― ¿Y bien? ―preguntó, nervioso. 

― Según estos preresultados, la consaguineidad es tan próxima que solo pueden ser padre e hija. Aunque llevemos las pruebas a laboratorio allí solo dirían cuatro detalles más. Así que si usted tenía dudas sobre la infidelidad de su mujer... ―Rush estaba pálido―. Puedo hacerle una pregunta... ¿usted... po qué hizo la prueba? 

― Porque una mujer me dio a la niña con las unicas palabras de que era mi hija... ahora... ahora mi vida... ―no podía pronunciar nada. cogió los papeles y salió con la pequeña al almacén. 

Antes de viajar a Madrid, había querido convencerse de que tenía la situación controlada, que no se sorprendería con los resultados. Sin embargo, su reacción había sido totalmente diferente. La pequeña le miraba interrogante, desde que habían salido del edificio, el catalán no había articulado palabra.

― ¿Qué pasa? ¿Estás bien?

― Sí... sí. 

― ¿A dónde vamos ahora?

― A mi casa.

― ¡El almacén! Lo he visto en vídeos...

Eso sacó una sonrisa a Rush. Al menos, la niña veía sus vídeos y no era tan desconocido para ella. Pero no le tranquilizaba. 

Decidió coger el metro, lo que le haría llegar antes, y Valeria disfrutó en el trayecto. Habían estado en todo momento de pie, y ella se agarraba a Rush con miedo a caerse, riendo si perdía mínimamente el equilibrio cuando el vagón frenaba. Quince minutos después, bajaron en la parada de destino, y caminaron por Madrid hasta llegar a "el almacén". 

Mientras caminaban, la pequeña paraba en escaparates, sorprendida. Una tienda de juguetes enorme acaparó su atención, y Rush le permitió entrar, acompañándola. Tenía miedo del cambio que estaba experimentando su vida tan rápidamente, pero quería hacerlo bien.

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Continuará.

 

Gracias por el apoyo y los comentarios. 

Y Marta, no tengo día concreto de su vida. Aquí ocurre que hay que dejar que la inspiración fluya.

Papá por sorpresaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora