Capítulo 4

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Después de cenar, los padres de Rush sirvieron como postre fresas con nata. La pequeña las comió con gusto, y el youtuber no dejaba de darle vueltas al mismo tema. No estaba tranquilo, pero era normal dado el cambio que había dado su vida en tan sólo unas horas. 

— Valeria, ¿te gustan las películas de dibujos?

— ¡Sí! Y mi favorita es Monstruos SA, porque la nueva no la he visto...

— Si quieres la podemos ver antes de dormir.

— Porfi...

Le puso ojitos a Rush, que no pudo evitar esbozar una sonrisa, y juntos fueron de nuevo hasta la habitación donde antes había dormido. 

— Oh,no tengo pijama...

— Yo te puedo dejar una camiseta que seguro que te gusta mucho.

— Pero me estará muy grande.

— Te sirve como vestido.

La niña asiente, y el catalán saca de su antiguo armario una camiseta con varios monstruos dibujados.

— ¿Te gusta?

— ¡Mucho!

— ¿Te la pones tú solita o te ayudo?

— Yo.

Antes de ponerse la camiseta, Isabel pasó por la habitación. 

– Valeria, antes dormir hay que bañarse. Dame tu ropa que la lave y así te la pones mañana, y la ropa interior a ver si le doy un enjuagoncillo y te la pones ahora. 

La niña miró a la mujer dubitativa, decidiendo ir a la bañera. Isabel la acompañó y le preguntó si quería que la lavase ella. 

– Mi madre nunca me ducha ella, y nunca me he metido en una bañera. 

– ¿Nunca? Pues entonces mi bañera va a ser la primera. Voy a llenarla, ve quitándote la ropa. 

La niña se quitó la ropa y miró curiosa como la mayor le preparaba el baño. Echó un poco de gel, creando burbujas y espuma. 

– Venga, al baño.

Valeria entró y se sentó. Le gustó la sensación de tener agua caliente alrededor suya. Isabel, por su parte, mojó el sucio pelo de la pequeña y se lo lavó con el mejor champú que tenía. Tras darle dos ojos y dejarle la mascarilla en el cabello, la dejó en el baño jugando con los botes del champú como si fueran barcos y se llevó la ropa para lavarla. Lo metió todo menos las braguitas en la lavadora, y esa prenda la lavo a mano para dejarla en la secadora para que la niña se las pudiera volver a poner. Mientras esperaba a que estuvieran secas, fue al cuarto de su hijo, quien estaba con el ordenador.

– ¿Qué haces? 

– Buscar la clínica que me haga la prueba de paternidad lo antes posible. 

– ¿Aquí en Barcelona?


– Madrid. Yo tengo que volver a Madrid, y se tendrá que venir conmigo, y buscarle colegio, y...

– Estate tranquilo. ¿Cuándo vuelves a Madrid?

– Lo atrasaré hasta pasado mañana.

– ¿Y Chus?

– Decírselo es lo que más me asusta... creo.

Isabel le hizo una caricia en el hombro a su hijo, mostrándole apoyo,y volvió al baño para acabar de bañar a la pequeña. Le enjuagó el pelo y el cuerpo, y cuando Valeria salió de la bañera, fue envuelta en una toalla de color rosa muy suave.

– Qué toalla más bonita.

– Mientras estés aquí será la tuya, ¿vale?

La niña asintió convencida y poco después su ropa interior le fue devuelta. Se puso las braguitas ya limpias y la camiseta que Rush le había dejado. La mujer la peinó, haciéndole una coleta, y volvió a la habitación.

– Ya estoy...

– ¡Qué guapa! –exclamó Rush al verla– Vente aquí, que vemos una peli antes de dormir.

– ¿Yo dónde? ¿Y tú?

– La cama de abajo se saca, yo dormiré abajo,¿vale?

A la mañana siguiente, tras desayunar, Rush se quedó en casa mientras su madre se iba con Valeria a comprar algo de ropa para ir apañándose. El youtuber se quedó mirando más por internet hasta que se decantó por una privada que sobresalía por su eficacia y rapidez. Hizo cuentas y pidió una cita para que, en cuanto llegasen a Madrid, pudiesen ir y no perder el tiempo. Además le mandó un mensaje a Chus justo después de la cita de la clínica. Cuanto antes se lo quitase de en medio, antes acabarían. 

Cerró el ordenador y se tumbó en la cama, acojonado. ¿Y si aquella dulce niña fuera su hija realmente, que haría? ¿Y si no lo fuera? 

Aunque todo apuntaba a que si lo era, la opción del no estaba ahí. ¿Dejaría a la pequeña en la calle, sin nadie? Había comprobado que su madre apenas se ocupaba de ella. 

― Hijo ―dijo Jaime entrando en la habitación―. No te apures... las mujeres, a veces, nos enredan y nos hacen un parón en la vida. 

― Los hombres a veces también las enredamos. 

― ¿Me dejas con mi ejemplo o lo paro? Mejor lo paro, anda. El caso es que ahora no depende de que harás con tu vida, sino el que harás con Valeria.

A pesar de todo, seguía algo asustado. Se sentó en la cama y miró hacia el osito que el día anterior había llevado la pequeña. 


― No la puedo dejar en la calle... Su madre ha desaparecido, y para lo que la cuidaba...

― Una más en la familia.

― Una más que lo desmorona todo. Mi relación con Chus, los proyectos...

― ¿Y por qué tendría que afectar a tu relación con Chus?

No contestó rápido, sino que se mantuvo callado. No sabía cómo responder a la pregunta de su padre. Chus podría tomárselo bien o podría tomárselo mal, no encontraba el punto medio.

― Porque una niña de ocho años de repente es un cambio muy brusco...

― ¿Y no sabes que ella te apoyará hasta el final? Como si no la conocieras, Jaume...

 Pero, papá, las cosas no son tan fáciles. En el caso de que Valeria fuera hija mía realmente, mi vida se pondría patas arriba en menos de una semana. Y hay una cosa que me pone muy nervioso. Es como si, al mirar a la niña a los ojos, algo me dijese que lo que la loca de su madre me decía. 

― ¿En que sentido podrían tu vida patas arriba? ―dijo, ignorando todo lo demás que si hijo le había dicho.

― En todo. En mi relación con Chus... no creo que se tome bien el que tenga ¡una hija!, con mis amigos, de repente todo cambiaría. Con mis suscriptores, con mis compañeros de trabajo, con todos mis planes de mi vida. Cmabiaría con todo, papá. 

― O tal vez tu crees que van a cambiar. 

Jaime se fue de la habitación dejando a su hijo aún más desconcertado que antes. A él le pasaba lo niño con la pequeña. La miraba a los ojos y veía el mismo brillo que había visto en sus hijos, la misma sonrisa pícara. Y si por algún motivo aquella niña no era realmente su nieta, sabía que hasta se iba a sentir mal. Por eso, aquella noche pasada su mujer y él tomaron una decisión. Valeria parecía no ser feliz con su anterior vida y si la justicia se la devolvía a su madre, ellos intentarían mediar para poder quedársela y darle la vida que se merece. Además, le daría energía a sus vidas. 

― ¡Ya estamos aquí! ―dijo la pequeña cuando cruzó la puerta. Correteó por aquellos pasillos hasta llegar al cuarto de Rush―. ¡Tadá! 

Rush miró a la pequeña, quien tenía dos largas trenzas de espiga y un vestido de volantes color amarillo. 

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Continuará.

 

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Papá por sorpresaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora