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Gaara me lleva a casa en auto. Cuando he dejado de estar tan a la defensiva, ha dejado de ponerme nervioso. Mientras subo los escalones del porche, escucho que baja la ventanilla y me pregunta si voy a ir a la Fiesta del Fin del Mundo. No respondo. Ver todos esos muertos lo ha impresionado bastante. Cada vez parece más un muchachito solitario y no quiero volver a decirle que se aleje de mí. Además, si tan telépata es, no tendría que preguntármelo.

Cuando entro en casa, pongo la mochila en la mesa de la cocina. Mi madre está picando hierbas para lo que podría ser la cena o uno de sus numerosos hechizos mágicos. Hay hojas de fresa y canela. Es un hechizo de amor o el principio de una tarta. Me ruge el estómago, así que me acerco a la nevera para prepararme un bocadillo.

—Oye. La cena estará lista en una hora 'ttebane.

—Lo sé, pero tengo hambre. Estoy creciendo —saco mayonesa, queso y mortadela. Mientras alcanzo el pan, pienso en todo lo que necesito preparar para esta noche. El áthame está limpio, aunque eso realmente no importa. No espero ver nada muerto, a pesar de los rumores del instituto. Nunca he oído de ningún fantasma que ataque a un grupo de más de diez personas. Eso solo ocurre en las películas de degolladores.

Esta noche se trata de meterse en materia. Quiero escuchar la historia de Sasuke, y quiero conocer a las personas que me van a conducir hasta él. Porque, por mucho que Sai me contara (su apellido, su edad), él no sabe por dónde ronda. Su única información es que está en la casa familiar. Por supuesto, podría ir a la biblioteca municipal y buscar la residencia de los Uchiha. Algo como el asesinato de Sasuke tuvo que generar noticias. Pero ¿qué diversión habría en eso? Esta es mi parte favorita de la caza. Conocer a los fantasmas. Escuchar sus leyendas. Me gusta que crezcan en mi mente lo máximo posible y que, cuando los vea, no me decepcionen.

—¿Qué tal el día, mamá?

—Bien —responde, inclinada sobre la tabla de picar—. Tengo que llamar a un exterminador. Estaba guardando una caja con tarteras en el ático y he visto el rabo de una rata desaparecer tras uno de los tablones de la pared  se estremece y hace gestos de asco con la lengua.

—¿Por qué no dejas que Kurama suba ahí arriba? Para eso es que está, ¿no? Para cazar ratones y ratas dattebayo.

Su rostro adquiere una expresión horrorizada.

—Ni hablar. No quiero que le salgan lombrices de comerse una asquerosa rata. Llamaré a un exterminador. O puedes subir tú y colocar trampas.

—Claro —respondo—. Pero esta noche no. Tengo una cita.

—¿Una cita? ¿Con quién?

—Sakura Haruno —sonrío y sacudo la cabeza—. Es para el trabajo ttebayo. Esta noche hay una fiesta en una especie de parque con una cascada y tal vez consiga algo de información decente.

Mi madre suspira y continúa picando hierbas.

—¿Es simpática? —como siempre, mi madre se está fijando en la parte negativa del asunto—. No me gusta que utilices a esas chicas todo el tiempo.

Me río y me siento de un salto sobre la encimera, a su lado. Le robo una fresa.

—Haces que suene fatal.

—Utilizar para un propósito noble no deja de ser utilizar.

—Nunca he roto ningún corazón, ttebayo.

Ella chasquea la lengua.

—Tampoco te has enamorado, dattebane.

Una conversación sobre amor con mi madre es peor que una charla sobre sexo, así que mascullo algo sobre mi bocadillo y me escabullo de la cocina. No me agrada la insinuación de que vaya a herir a alguien. ¿Es que piensa que no tengo cuidado? ¿Acaso sabe lo que me cuesta mantener a la gente a distancia?

Sasuke dressed in blood |Narusasu|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora