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Me gustaría largarme. Me encantaría irme en este preciso instante. Se me ha erizado el vello de la nuca y si no tuviera los dientes tan apretados, me estarían castañeteando. Si pudiera optar entre luchar y desaparecer, elegiría tirarme por la ventana, con el cuchillo en la mano o sin él. En cambio, me vuelvo y me acerco a mi madre, interponiéndome entre ella y la puerta abierta.

Unas pisadas golpean la escalera abatible y mi corazón palpita con más fuerza que nunca. Me llega a la nariz el olor a humo dulzón. No dejo de pensar: aguanta. Después de que todo esto haya acabado, tal vez vomite. Asumiendo, por supuesto, que siga vivo.

El ritmo de las pisadas, el sonido de lo que quiera que esté bajando por la escalera, está llevándonos a mi madre y a mí al límite de mearnos encima. No es posible que estemos atrapados en esta habitación. Cómo me gustaría que no fuera cierto, pero lo es. Tenemos que salir al vestíbulo e intentar llegar hasta las escaleras del porche antes de que esa cosa nos bloquee la vía de escape. Agarro a mi madre de la mano. Ella sacude la cabeza con violencia, pero yo la arrastro, avanzando lentamente hacia la puerta, con el áthame levantado delante de nosotros como una antorcha.

Sasuke. Sasuke, ven y ataca, Sasuke, ven a sacarnos de esta... pero esto no tiene sentido. Sasuke está aislado en el maldito porche. Qué estúpido sería si yo muriera aquí, despedazado y masticado como una chuleta de goma, mientras él está fuera sin poder hacer nada.

Está bien. Dos respiraciones profundas más y salimos al pasillo. Mejor tres.

Cuando me muevo, consigo una perspectiva clara de la escalera del ático, y también de la cosa que está descendiendo por ella. No quiero ver esto. Todo el entrenamiento y todos esos fantasmas; todo el instinto y la habilidad, se convierten en nada. Estoy mirando al asesino de mi padre. Debería sentirme furioso. Debería estar acechándolo. Pero estoy aterrorizado.

Me está dando la espalda y la escalera abatible se encuentra suficientemente alejada de los escalones como para que seamos capaces de alcanzarlos antes que él, siempre que no nos detengamos. Y siempre que no se vuelva y cargue contra nosotros. ¿Por qué pienso esto? Además, no parece dispuesto a ello. Mientras nos deslizamos en silencio hacia los escalones, ha llegado al suelo y se ha detenido para empujar la escalera hacia arriba.

En lo alto de los escalones, me paro y empujo a mi madre para que baje primero. La figura del pasillo no parece haberse dado cuenta de nuestra presencia. Sigue balanceándose de atrás adelante con la espalda hacia mí, como si estuviera escuchando alguna música muerta.

Lleva puesta una chaqueta negra y ajustada, una especie de americana larga. Tal vez sea de color negro polvoriento o incluso verde oscuro, no podría decirlo. Sobre la cabeza tiene una montón de rastas retorcidas y enmarañadas, algunas medio podridas y cayéndose. No veo su rostro, pero la piel de sus manos es gris y está cuarteada. Entre sus dedos, está girando lo que parece una rara cosa de color anaranjado que no logro distinguir.

Le doy a mi madre un suave impulso para que baje por las escaleras. Si puede salir y llegar donde se encuentra Sasuke, estará a salvo. Estoy notando un ligero cosquilleo de valentía, una leve bocanada del antiguo Naruto.

Pero cuando se gira y me mira, me doy cuenta de que estoy acabado.

Debería replantear esta última idea. No puedo decir que me esté mirando, porque es imposible asegurar que algo te está mirando cuando ese algo tiene los ojos cosidos.

Y los suyos están cosidos. Sin lugar a duda. Hay grandes puntadas de hilo negro que se entrecruzan sobre sus párpados. Aun así, no hay duda de que puede verme. Mi madre reacciona por los dos al dejar escapar un suave:

—Oh.

—De nada —dice él con esa voz suya, la de mis pesadillas, como mascando clavos oxidados.

—No tengo nada que agradecerte —exclamo, y él ladea la cabeza. No me preguntes cómo lo sé, pero sé que está mirando mi cuchillo. Camina hacia nosotros, sin temor alguno.

Sasuke dressed in blood |Narusasu|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora