Capítulo 1

132 7 0
                                    

Me llamo Fátima, tengo 18 años. Estoy junto a un hombre que ha hecho con mi vida lo que él quiera, como si mi destino dependiera de él. Y en verdad es así. ¿Cómo es que estoy aquí encerrada? ¿Cómo es que estoy aquí desde hace 9 años?

Para que entiendan toda esta historia de lo que me ha sucedido, regresaremos a mi infancia, donde tenía a mi familia a mi lado, mis 9 años de edad.

Me encuentro en la escuela, en clase de matemáticas. Soy una niña de cuarto grado, he tenido varios reconocimientos debido a mi vida académica. Tengo un alto promedio porque mis padres son muy estrictos en cuanto a las calificaciones que obtengo, en una de las escuelas algo prestigiosas, para que ellos tengan por seguro que tenga un futuro productivo y prometedor.

En fin, la maestra escribe 10 ejercicios los cuales son demasiados sencillos para mí ya que son divisiones de 2 dígitos. Al terminar esos simples ejercicios que no tienen un gran grado de dificultad, me retiro del salón sin ninguna queja o desacuerdo por la maestra y me dirijo hacia el baño. Al salir siento como el aire invade la superficie de mi cuerpo como si me diera un agradable abrazo de unos amigos que no se vieron en años. Ese aire fresco es tan relajante debido a que mi salón de clases, a pesar de que sea espacioso, está muy encerrando provocando un gran calor insoportable.

Una vez estando ahí, me veo en el espejo. Veo como mi pelo es sujetado por un listón rojo con un nudo hecho por mi mamá, mi uniforme esta impecable, tengo muy bien peinado mi cabello haciéndose notar el gel que traigo en él.

Con las palmas de mis manos, toco esa agua fría y la restriego contra mi cara lo que me hace sentir aún más alivio y liberación por ese suave y refrescante tacto. Regreso hacia a mi salón sintiendo nuevamente ese aire pesado y pegajoso, en donde ha concluido la clase de matemáticas, empezando la clase de ciencias naturales. La cual siempre me ha atraído por lo cual pongo más atención que en las demás.

Después de esta hora saldremos a recreo, que me comienza a perseguir el pensamiento de mi desayuno tradicional (un sándwich y un yogur de fresa) y el juntarme con mi mejor amiga Silvia, con ella siempre me junto a la hora de descanso y nos juntamos desde que teníamos 6 años, ha sido grato que sigamos juntas todo este tiempo ya que ella es la única persona que me ha apoyado en difíciles situaciones y complejos hechos que podrían hacer con mi vida un nudo.

Solo en esa hora podemos hablar porque ella es consiente de que me molesta platicar entre clases.

Suena el timbre y todos corren como si al cruzar la puerta del salón de clases, logrando libertad total. Yo tomo mi tiempo para recoger mis cosas, sacar mi desayuno y salir de tal agobiante salón.

-Me va a ir mal en este examen- me comenta algo decepcionada entre los gritos de los demás niños.

-¿Por qué?

-Tengo muchas cosas que hacer y no voy a tener tiempo para estudiar.

Ella está en varios grupos de baile y siempre anda en concursos. Es muy buena al bailar, pero no tanto como al estudiar. Si estudiará lo suficiente, ella sería más aplicada que yo; lo sé.

-Si quieres te puedo ayudar...

-Ya veré. Después te digo- noto que reflexiona acerca de mi oferta y sugerencia -Está bien.

Término mi desayuno haciendo dejar sola a Silvia ya que ella no ha terminado el suyo que no es de lo más completo debido por si preocupación hacia su peso y físico. -Ridículo- opina mi mente -ella está muy delgada y con una gran personalidad, es una persona que te hace sentir mejor a pesar que te encuentres en las peores situaciones-. He logrado que se alimente de una forma más "sana", pues yo no soy ninguna nutrióloga ni estoy relacionado con uno; pero aun así no me deja de preocupar. Yo no estoy tan obsesionada con mi cuerpo incluyendo que soy algo regordeta.

Años PerdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora