Años Perdidos

Capítulo 4

Al escuchar el abrir y cerrar de la puerta de madera de color blanco, tallé con más fuerza mis ojos para secarlos con más rapidez para prevenir y evitar interrogatorios como el de Alicia, e incluso hasta discusiones. Por fin mis ojos estaban secos y decidí salir hacia donde se encontraba mi madre de seguro demasiado adormilada como si estuviera tomando algún tipo de somnífero a causa de falta de sueño, pero no es así, es simplemente por su laborioso trabajo de contador con horario extenso.

Sabía que tenía algo rojizos los ojos pero las causas podrían varias, como una infección, dormir a altas horas de la noche, rascarse con frecuencia los ojos, etc, posibles causas de mis ojos rojos, pero faltó mencionar la de llorar...

Ví a mí mamá demasiada angustiada y fue como si una parte de sus emociones en ese momento salieran de ella e hicieran un camino hasta mí, invadiendo mi cuerpo llenándolo de preocupación y de grandes interrogantes acerca de mi madre, no sabía qué era lo que podía haber preocupado a mi madre en tan poco tiempo, unos 2 minutos máximo, se soltaron unos resoplidos que indicaban que su preocupación había cambiado a pánico. Tenía algo en la mano, recuerdo que no podía verlo con exactitud qué era pero se veía un pedazo de algo que era plateado, alargado y delgado; le estrujaba con mucha fuerza como le estuviera deseando mucho odio y se quisiera deshacer de él, olvidando por completo que yo estaba en esa misma casa, detrás de ella.

Sé que me vio de reojo pero actúo como si no hubiera hecho nada pero para evitar preocupaciones se escabulle a su cuarto que está arriba, aunque ya era demasiado tarde para disimular su pánico que fue delatado con unas cuantas lágrimas derramadas, mientras iba corriendo tapaba aun más el contenido de su mano para que no fuera visible lo que ocultaba con un gran misterio que me comenzaba a dar pánico a mi también. Imaginaba qué era lo que podía estar ocultando mi madre teniendo unas simples e incompletas pistas muy limitadas, esperé unos segundos para pensar en todo lo que la pudiera dañar que estuviera envuelto o enrollado en un material de algún tipo de papel aluminio, delgado y las orillas algo curveadas. Subí hacia el cuarto de mi madre algo asustada sin saber la reacción de mi madre al entrar a su cuarto en un momento tan incomodo. Dejé caer mi mano sobre la puerta entrecerrada y me permitió ver a mi madre sentada en la cama con la cara caída y su cabello encima de ésta, el misterioso objeto brillos de almunia estaba del otro lado de la cama siendo tapado por la sábana desordenada, ella no sabía que estaba echando un vistazo a la recámara en completo silencio y sigilosamente. Abrí por completo la puerta haciendo que mi madre baje aun más la cabeza evitando que se viera reflejada la pena que tenía en su rostro con lágrimas, al igual que hice yo después de salir corriendo de Alicia. Me paré de puntas algo disimuladamente para ver qué era lo que provocó todo ese dolor a mi madre que estaba muy cerca de ella, y veo que eran un par de pastillas.

Según la situación que había y la tensión que me penetraba, obviamente supuse que no eran unos medicamentos para controlar un resfriado o algo similar, si no utilizadas tan frecuente que se llega a una adicción... Pero todavía había una pregunta que tenía mi mente:¿Quién los ocupaba? Puede ser mi madre, que está tan triste que necesitaba desahogarse, o de mi padre, queriendo quitar el estrés de su trabajo. Me acerqué lentamente a mi madre y me senté enfrente de ella, viendo las tabletas y viendo que hacían falta unas pastillas, coloqué mi mano suavemente y algo lento en su regazo por encima de su rodilla, no sabía qué decir y se me ocurrió lo más estúpido posible.

-¿Qué es eso? ¿Es tuyo?

Mi mamá me lanzó una mirada que mostraba incongruencia y un gesto de sorpresa, solo que no una sorpresa amigable, más bien de traición.

-¿¡Qué dices niña!? ¿¡Cómo se te ocurre!?- ni yo misma sé.

-Lo que quiero decir es: ¿de dónde sacaste eso?