Trato de evadir todo este tiempo a la maestra y creo que funciona. Pero como sabía desde un principio, Silvia era inmune a mi táctica. Su voz chillona me preseguía por doquier sin dejarme en paz . Si, hay ves en las que me llega a desesperar su voz, pero qceué puedo hacer si es mi amiga. Tanta frsutración me hace gritar.
-¡Ya! Está bien, te diré.
-Por fin. Entonces, dime. ¿Qué tienes?
-Te diré, pero vayamos al baño.
Entramos en un extenso cuarto color blanco, con los pisos relucientes y una escoba junto con otros artúculos de limpieza. La intendente sale del baño justo cuando nosotras estábamos por llegar. Me aseguré de revisar sanitario por sanitario, tocando la puerta de cada uno, para así saber que no había alguien más de intruso.
-Cuando quieras- me dice Silvia durante mi inspección.
-Ya- segura de que no hay nadie más dentro.
-Dime entonces. ¿Qué te pasa?
Se me cierra la garganta impendiendo hablar con facilidad, batallaba para decir cualquier palabra. Comencé a sentir mi cuerpo muy pesado y me desequilibro. Mis mejillas se calientan al máximo, los nervios se apoderan de mi mente. Hay un gran silencio entre nosotras 2 y tratamudé muchas ocasiones. Silvia es consciente de que es díficil para mí el hablar cuando le tengo que contar algo importante sobre mí. Cualquier persona hace eso, supongo. Muy pocas cuentan las cosas con la frente en alto. Supe que se comenzaba a desesperar pero debido la situación, decidió guardar silencio.
-Es sobre mis papás.
-¿En serio? Yo creía que es por Gladiola.
-No, no es Gladiola.
Silvia se queda confundida ya que ella no sabía nada al respecto de mi relación con mis padres. Nunca he decidido hablar sobre eso con ella, me pone demasiado nerviosa. Como en ese día. No borra su gesto de impresión al añadir otra pregunta.
-¿Y por qué con tus papás?
-Pues con el simple hecho de que casi ni nos vemos, no nos hablamos. No sé si esto va a continuar siendo así.- Nunca podré saber eso último: ¿puede que eso cambie?
Silvia trata de digerir la lamentable noticia.
-oh...
Ahora ya somos 2
Ahora ya somos 2 las que se les dificulta el hablar. Permanecemos en silencio como si no hubiera nadie en aquel cuarto grande y recién recogido. Silvia no estaba seguro de lo qué debía hacer, entró en pánico y ella también fue afectada por los nervios. Abre su boca y en segundos la vuelve a cerrar, como si estuviera reflexionando sobre lo que iba a decir, repasando palabra por palabra. Al fin se decide sobre lo qué piensa al respecto.
-Pero no entiendo. ¿Cómo es posible a pesar de...?- la interrumpo para.completar su propia pregunta.
-¿De que me va bien en la escuela?
-Ajá.
Nunca lo había pensado y es lo mismo que le digo. Ahora que me hizó cuestionar mi vida académica y la relación con mis padres, supongo que la respuesta es que lo único que podía hacer que me entretuviera, era leer. Cuando estaba sola, eso es a lo que me dedicaba por las tardes, cuando no había nadie en casa mas que yo, estudiaba. De añguna forma, la lectura completaba mi soledad, ya no me hace sentir tan vacía al disfrutar una buena historia. Son tan variadas, no como la televisión que la mayoría pasan lo mismo. La idea principal de lo que acabo decir es mi respuesta hacia Silvia. Aquí no terminó esta conversación, solo que ésta, trato del mismo tema todo el tiempo. Como platicamos tanto sobre mis papás y mi relación con ellos, terminamos nuestro desayuno a medias, con algo de prisa hasta que toca el timbre.Tenía en la mano un papel aluminio arrugado y echo bola con muchas migajas y una parte mordisqueada de sándwich. Me coloqué en la fila de grupo de clases para regresar a nuestro salón.Avanzamos y yo tenía detrás a Silvia, que la veía de vez en cuando de reojo. Veía como me observaba como con lástima y pena y con la mirada caída, igual que la mía. Silvia no deshace su mirada y me comienza a molestar y a distraer lo que hace que deseara nunca haberle contado sobre mis papás. Lo único que ella sabía era de sus empleo, pero no que eran tan extensos. Sentía como si al finalizar las clases, me hará todo un interrogatorio, como la misma sensación que tenía con Alicia, que había olvidado por completo hasta tener que volver a toparnos de nuevo. Me sentía tan agobiada, era de esperarse que me sería muy exasperante tener responder a demasiadas preguntas por un día de un tema tan torturador. Una parte de mí, se encontraba aliviada, porque al tener problemas con mis padres, ya tendría a quien contárselos y no tenerlos en secreto y en algún lugar oscuro y guardados siendo lo más valioso como un pirata y su oro. Lo que esperaba es que no sea de lo que siempre quiera hablar tanto, que incluso me comience a aburrir ya dar igual el tema. Porque yo lo ha logrado antes.
Una vez mas me distraigo en clases y ya no tenía idea de por qué. No se si era por la preocupación que cargaba, o por la sensación que iba a tener al llegar a casa de un gran vacío y agonizando de un letal silencio a la hora de la tarde alrededor de las 6 de la tarde . Notaba que me distría aun más que la vez pasada al interrogarme la maestra Alicia , una mujer siempre atenta hacia sus alumnos y algo estricta, y en ese tiempo noté que extrañaba la manera en que trabajaba antes de que todo esto me afectara. Alicia tiene algo de carisma que casi no se nota por su rudeza. Me refiero a que era una persona muy firme y seria, pero de vez en cuando nos sacaba una carcajada. Ahora no sé como luce actualmente. Lo que recuerdo es que su cabellera era rubia y delgada. Algo joven. Tenía una gran estatura y ojos color miel. Se notaba que era una mujer productiva en su vida lo cual envidiaba.
De regreso, para que esta mujer no sospechara más y poder evitar un prescindible interrogatorio, ponía atención lo más posible o a veces simplemente fingía. Pero sin duda, no lograría escaparme de Silvia y mi única petición hacia ella sería que no se excediera con las preguntas y conversaciones sobre dichoso y tan mencionado tema. Para bajar las sospechas, digo algunas respuestas. Nos puso a trabajar ya que ella tiene muchas cosas por hacer sobre su empleo (osea nosotros) y al parecer se veía muy ocupada. Oculto mi libro, que fue criticado por Gladiola, detrás de un libro simulando que estaba estudiando o algo similar. Por mi convencía, su trabajo no disminuía y me encontraba mucho más relajada. Me sentía algo risueña ya que nunca había puesto a leer entre clases. Siempre poniendo atención. Ja, qué inocente. Dice mi mente con un tono muy burlona.
Es hora de la salida y justo como lo supuse, la maestra me habló.
-Oye, Fátima.
Me comencé a acelerar y a sentir muchos nervios. Las únicas personas que se encontraban en el salón eran, Alicia, yo y Silvia que estaba esperando detrás de la puerta.
-Mande- susurré con la mirada hacia el suelo.
-Has estado muy distraída estos días. Como si algo te preocupara mucho. ¿Qué sucede?
Me sentía amarrada y obligada a contestar.
ESTÁS LEYENDO
Años Perdidos
RandomFátima, una niña de 9 años sufre un gran impacto en su vida haciéndola alejarse de todo que ha tenido cerca alrededor de su infancia. Tiene unos padres los cuales no le dedican el suficiente tiempo debido al trabajo que tienen, a pesar de esto, la n...