Capítulo I. Hogwarts

2.4K 155 38
                                    

“HARRY’S PoV”

El viento me azota la cara. Noto la leve presión que ejercen las gafas protectoras en las cuencas de mis ojos. Una fina lluvia ha comenzado a caer, para disgusto de ambos equipos... y también del público, dividido en dos bandos, que grita enardecido animando a su respectiva casa. Me sorprendo al oír que montan el mismo jaleo ambas mitades, ya que en la primera se encuentran la gran mayoría de estudiantes de Hogwarts, de todas las casas menos de Slytherin, claro. Estos se encuentran en la mitad izquierda, echando pestes a grito pelado hacia nosotros, Gryffindor. Hacen tanto ruido como las otras tres casas juntas. De momento vamos perdiendo 80-20 contra las serpientes. Sin embargo, si consiguiera localizar la diminuta y brillante snitch... Rodeo todo el campo de Quidditch varias veces a toda velocidad, mientras ambos equipos anotan tantos con la quaffle. La voz de Lee Jordan reverbera por todo el estadio, anunciando las puntuaciones. 110-30. Nos están metiendo una paliza; más me vale encontrar pronto la diminuta bola dorada. El buscador de Slytherin, Marcus Flint, me lanza miradas rebosantes de odio a la vez que recorre el campo en las alturas.

De pronto, algo pasa zumbando al lado de mi oreja derecha. Distingo un brillo dorado unos diez metros por delante. Es la snitch.

Doy una fuerte sacudida con mi Saeta de Fuego hacia delante y salgo disparado hacia ella. La consigo rozar con los dedos, pero es tan rápida que se me vuelve a escapar. Salgo a toda velocidad hacia ella, con el brazo estirado. Sólo unos centímetros más. ¡Estate quieta! Pero de repente algo me distrae. ¿Me llaman desde la multitud? Intento ignorar la voz, pero es muy insistente.

 Está tan cerca... Sólo dos centímetros más…

-¡Harry! ¡Despierta! ¡Vamos, dormilón!

Abro bruscamente los ojos y me encuentro cara a cara con una figura alta, desgarbada, pecosa y pelirroja.

-¡Ron! Eh... Esto... ¿Q-qué hora es?

-¡Que ya son las ocho, compañero! Si no te despierto no llegamos al desayuno. Vamos, Hermione nos está esperando –dice con una sonrisa.

Odio que me despierten. No es que me guste demasiado madrugar, precisamente. Me visto a toda velocidad, aunque estoy tan dormido que para cuando me doy cuenta de que estaba intentando meter el pie por el gorro, Ron ya está completamente vestido.

-Venga, tío, que en vez de sangre parece que tienes cerveza de mantequilla... ¡Ya vamos, Hermione!

Cinco minutos después nos encontramos en el Gran Comedor. Me rugen las tripas. Engullo el delicioso desayuno (huevos revueltos con salchichas, tostadas con mucha mantequilla y zumo de calabaza) mientras Ron y Hermione discuten -¡qué raro!-  sobre lo ridículo que es visitar la biblioteca tantas veces al día. O mejor dicho, a la hora. Aunque hay una diferencia respecto a otros años a la que aún no me he acostumbrado: discuten cogidos de la mano, ya que comenzaron a salir hace un año, en verano.

-Ron, que a ti no te interese cómo se desarrollan las crías de murtlap hasta los cinco años no quiere decir que...

-Sí, sí, sí -la interrumpió Ron con la boca a rebosar de tostada-, lo que quiero decir es que se te va a poner cara de libro. ¿No es malo leer tanto?

-¡Por las barbas de Merlín, Ron! Vaya tonterías dices. ¿No ves que...?

-¿Podéis dejar de discutir un segundo, por favor? -les interrumpo. Me están dando dolor de cabeza.- ¿No os dais cuenta de que Dumbledore está hablando?

Ambos murmuran una disculpa, azorados. Al parecer poca gente se ha dado cuenta de que el viejo profesor está intentando acallar los murmullos. De pronto, comienza a hablar más alto, silenciando al fin a todos los alumnos.

Un curso diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora