Fútbol que el amor

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Al fin llegué a secundaria, creí que iba a salir bien y olvidar por completo a Claudia, ya que dividieron el grupo y de alejó de mi por completo, me sentí tranquilo, pero todo se fue a la goma, mis padres empezaron a pelear, porque mi papá venía borracho , o a veces olía a perfume de mujer, cuando estuve en segundo de secundaria mis padres decidieron separarse, en donde mi madre ganó la custodia, me cambié de casa, pero traté convencer a mi mamá de que quería seguir en la misma escuela, pero todo fue inútil, mi mamá me cambió a otra escuela que estaba más cerca de nuestra casa, y consiguió un trabajo, pero el trabajo era hasta muy noche y regresar en la madrugada, y dormía todo el día, así que debía comer solo pero cenar era el único tiempo que podíamos hablar, así que ella hacía un esfuerzo para mantener la casa, me sentía realmente solo en casa.

Un día me levanté temprano, estaba bien adormitado, hice mi mochila y me bañé, estaba algo mojado mi cabello, pero me dispuse a peinarlo un poco, me dirigí al cuarto de mi mamá, donde dormía, yo no quise despertarla, me acerqué y le di un beso en la frente, no quería separarme de mi mamá, le debía todo su esfuerzo, le cerré la puerta lentamente y me dirigí a la cocina, agarré un pedazo de pan y salí de la casa, me fui caminando hasta llegar a la esquina, el semáforo estaba en rojo y me espero para querer avanzar, de repente una chica muy guapa, de cabello rizado se puso junto a mi, se veía con otro uniforme, así que la ignoré un rato hasta que sentí su hombro pegando con el mío.
-¡Oh! Disculpenme -dijo poniéndose la mano en la cara y un poco apenada-.
-Si, no importa -le dije sin mirarla-.
-Oye...
-¿Sucede algo?-Le dije volteandome-.
-¿De qué escuela es? ¿Secundaria o Bachillerato?
-Secundaria-me volví a voltear-
-Oh ya veo...

Hubo un gran silencio entre ella y yo hasta que ella volvió a romper el silencio.

-Me gustaría conocer chicos guapos como usted -dijo mirando al suelo ruborizada-.

-¡Wow! -Me sorprendí pero sólo me limité a hacer una risita burlona- ¡Vaya! Pero creo que te equívocas del tipo de chico, consiguete a alguien que al menos te preste atención.

En ese momento, cuando tocó el semáforo en verde para cruzar, me seguí, pero vi que la chica estaba muy enojada que quería decirme muchas y demás cosas, así que me quedé pensando que en el amor no dejaría que arrebataran mi manera de ser, así que logré llegar a la escuela, saludé a mis compañeros, todos de alguna forma me querían por ser alguien de confianza, mi secundaria, mi generación era de puros hombres y las demás generaciones era una que otra 10 chicas de mi secundaria, me alejaba por completo de ellas, no soportaba verlas. Llegué al salón y me encontré con mi amigo de ese momento de la secundaria, Samuel.
Samuel lo conocí cuando entré a la escuela, fue el primero en hablarme, le conté todas mis cosas, mis intereses y mi pasado, y él me escuchaba, Samuel es un chico 5 meses menor que yo, tenía el cabello lacio castaño, era muy alto, yo medía 1.60 y el 1.75, ojos color miel, él simplemente, el mejor amigo que haya tenido.

-¡Oh Alejandro!-me mira- Creí que ibas a llegar tarde como siempre.

-Ya ves que no-le dije sonriendo- Es que ya me acostumbré a madrugar, y más por las mil alarmas que le pongo al reloj-le dije entre risas-.

De repente entre risas de Samuel y mía llegó la maestra, era un poco pasada de edad, le calculaba unos 50 años, por las canas, pero se cuidaba mucho la cara, era bien enojona, pero nos enseñaba bien. Llegó con sus libros, y se quedó parada.

-Chicos buenos días-dijo mirándonos con una sonrisa-.

-¡BUENOS DÍAS MAESTRA!- dijimos todo el salón, bien firmes, a veces nos daba miedo-.

-Sientense, les tengo una noticia -dijo mientras abría los libros de la materia- Un amigo mío, es maestro de deportes, fuera de la escuela, quiere que su club deportivo sea popular, y va a llevar a entrenar a los mejores jugadores de fútbol, vendrá a la escuela a hacer un partido y elegir a los mejores, ojalá se animen.

Cuando oí sus palabras no podía creer que había dicho, quería entrar a ese club de fútbol, me encantaba, bueno me encanta mucho el fútbol, quería que me reconocieran parte de el club.
Casi todo el día me la pasaba pensando en entrar al club, me imaginaba jugando con los mejores, yendo a los partidos, sudar, la imaginación no se iba, hasta que en la hora del descanso, Samuel rompió mis pensamientos.

-Tierra llamando a Alex, ¡Despierta! -dijo Samuel metiendo sus dedos en mi vista-.
-¿Eh? ¿Qué pasa Sam?-le dije un poco sacado de onda, no recuerdo que pasó en las clases y como llegué a una silla a comer un sandwich- ¿Me decías algo?
-Si, sobre ir a mi casa, tengo que mostrarte mis nuevos juegos, pero no sé si te interese-dijo haciendo los ojos como chino-.
-Pues si, mi mamá no se preocupará si llego tarde-dije mientras comía una orillita del sandwich- .
-Tú mamá si que está muy ocupada, no la extrañas?-me dice samuel preocupado-.
-A veces pero es costumbre ya, bueno, a qué hora en tu casa -le dije sin mirar-.
-el sábado a las 5.
-Bueno, allí estaré-me levanté y recogí mi basura- oye, ¿Participarás para meterte a fútbol?
-Tal vez, apenas lo voy pensando
-Bueno-me dirigí al pasillo a pasear, como en primaria, tenía unos nervios en poder entrar, y más porque mi sueño se iba a cumplir, no podía con el nerviosismo.
Seguí caminando por el pasillo, hundido en mis pensamientos pero de repente una chica se cruzó en mi camino y se quedó parada sin darme permiso de avanzar.

-Esto...Disculpe..-dijo la chica que se me había cruzado, mirando hacia abajo y apenada-¿Podría hablar contigo?

-Ahm.. Si ¿Qué se te ofrece?- Le digo mirándola un poco extrañado-.

-Quisiera que habláramos ahorita, ya que no hay gente-dijo sonrojada-.

-Habla de una vez..-le dije un poco desesperado-.

-Es que... Me gustas mucho, y quisiera tener una oportunidad contigo, desde que llegó me empezó a gustar y quería hablarle, me gustaría que tuviéramos una amistad y tener algo más...

-....

No dije nada, pobre chica, no sabe con quién se ha metido, no le dije nada, porque no me importaba nada, así que me seguí derecho y no le hice caso, en mi interior quería que ella sufriera, era lo mejor por haberse fijado en mi.
Soló escuchaba su llanto, y me seguí hasta llegar al salón, sólo me senté y me quedé pensando, Samuel no llegaba, y con mis otros compañeros estaban chicas y mejor me quedé en mis pensamientos, solo, en que lo único que pensaba era estar en el grupo de fútbol, sentía que era mi destino.
Llegó Samuel un poco apresurado.

-Que tal Sam.. -le dije extrañado-.

-Eres un poco cruel ¿Qué fue lo que le hiciste a esa pobre chica?-dijo un poco enojado-.

-Lo que debía hacer, no me importa ella, y eso hago, que no me importa.

-Le hubieras dicho que no, no que la ignoraras, pobrecita.-me dice mirándome serio-.

-Pues es su problema yo no voy a hacer nada, ella se lo buscó-le dije un tanto irritado-.

-Esta bien, no diré nada.-dice Samuel con un tono más tranquilo-.

-Si, bueno, ya va a empezar la clase, sientate -le dije mientras sacaba las libretas de la próxima materia-.

Después de que empezara la clase, me quedé pensativo, sobre la chica, si fui cruel, pero debía hacerlo, porque el amor, no es algo que tomas a la ligera, es cuando conoces a alguien muy a fondo, y nadie me conoce, es mejor estar solo.

Odiando al amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora