Ganar no es amar

64 0 0
                                    

El día había llegado, iba a por fin tener la oportunidad de ser un futbolista, ¡Claro! Empezando por ser parte del club deportivo, pero me pareció increíble que me haya llegado la oportunidad, aunque hasta ahora, estaba feliz, que casi no le prestaba atención a Samuel, Samuel sabía que era muy importante para mí ser jugador de fútbol, así que me dijo que me hablaría conmigo hasta que terminara el partido

Habían anunciado que el partido iba a hacer a las 12:30 p.m. Apenas eran las 7:00 a.m., me tocaba matemáticas, estaba desesperado, quería que pasaran las cosas deprisa ya que sólo escuchaba a los maestros decir: "blah, blah, blah, el partido, blah,blah" El partido era lo que me importaba, pero eso no quería decir que no le iba a seguir hablando a Samuel, de repente, Samuel me despertó de mis pensamientos con un pequeño golpe en la cabeza. Para anunciarme que la clase había acabado.

-¡Ouch! ¿Qué rayos te pasa?-Le dije un poco enojado y sobandome la cabeza-.

-Perdón, es que te estoy hablando y no me contestas Alex, desde hace unos días estás en las nubes.-Me dijo Samuel con cara extrañado-.

-Perdoname Sam, es que..-Una sonrisa había aparecido en mí durante 5 segundos, en el cual, me volví a poner serio-Es sólo que ya será el partido, me gustaría ser elegido eso es todo.

-Si es así, te estaré apoyando, no me gustaría que mi mejor amigo esté bien triste y deprimido y ni me hable, porque mi mejor amigo nunca se rinde-Me dijo Samuel con una sonrisa-.

Sólo me limité a sonreirle, y continuar con mis pensamientos, hace mucho tiempo que no tenía una sensación tan bonita.

Dió el toque del recreo, que era a las 10:20 a.m., agarré mi sándwich y me dispuse a salir, seguido de Samuel, quien ya estaba comiendo su tercer sándwich, a veces pensaba:" ¿Cómo es que come y come? ". A veces me lo preguntaba, pero se me pasaba.

De repente, me fui al patio, en el área verde, en donde había chicos mayores que yo jugando fútbol, me senté en un banco y me dispuse a observarlos, Samuel se sentó a mi derecha, y yo sólo comencé a comer.

-Alex-me dijo Samuel sin despegar la vista de los chicos-.

-¿Qué sucede Sam? -le decía seguido de un mordisco a mi sándwich-.

-¿Estás seguro que quieres jugar?...

-¿A qué te refieres? -le dije un poco sobresaltado-.

-No lo pienses mal, es sólo que... Apenas estamos en 2° de secundaria y apenas estamos desarrollandonos y tú quieres ir contra chicos mayores con experiencia-me dijo algo preocupado-.

Sólo di otra mordida a mi sándwich y me limité a sonreír.

-A veces hay que esforzarse por lo que quieres, como esos imbéciles en el amor, que sólo quieren ganar y luego no están felices, pero yo quiero hacer mi mayor esfuerzo y poder ganar, si no gano, está bien, al menos hice mi mayor esfuerzo-le dije dándole una risita y encojiendome de hombros-.

-Alex-de repente Samuel se levantó- yo te estaré apoyando, no importa cómo pero siempre contarás conmigo-dijo mirándome, decidido y sonriendome-.

Después del recreo iba a dar las 11:39 a.m., el entusiasmo en mí llegaba y era como si la primera vez en casi toda mi vida estuviera sonriendo, pero disimulaba que era otro día más aburrido que de costumbre. De repente era 11:50 a.m., de repente, llegó un hombre alto, musculoso con barba y ojos un poco oscuros, que nos miraba con una pequeña sonrisa.

-Hola jóvenes-dijo dirigiéndose al escritorio del profesor-.

-BUENOS DÍAS SEÑOR- Dijimos nosotros los alumnos con mayor respeto al hombre que no habíamos visto-.

-Buenos días, yo soy el profesor Francisco, mucho gusto, ustedes saben, ¿Para qué he venido?-dice el profesor entre burlas-.

Todos nosotros nos pusimos en duda, hasta que uno de mis compañeros levantó la mano:
-¿Es del partido de fútbol?

El profesor sólo sacó una sonrisa pequeña, y nos empezó a ver de pies a cabeza, era algo incómodo pero nadie dijo nada. Estuvimos en un silencio el profesor y nosotros, hasta que el profesor le salió una risa.

-Ustedes me cabe que están nerviosos, pero descuiden, no pasa nada, sólo quiero ver que tan buenos son en el fútbol y si son capaces de estar en nuestro equipo de fútbol tanto masculino como femenino, así que bajen al patio-dijo con señales de manos para bajar y dirigirnos al patio-.

Empezamos a bajar, desde mi cara de seriedad que he tenido, hoy ni se me podía poner, ya que la emoción hacía que medio sacara una sonrisa, pero no veía a Samuel, demasiada gente se veía a mi alrededor, tanto como si me sofocara.

Llegamos a la planta baja, se encontraban los niños pequeños, estaban que daban ternura, y llegamos a la puerta grande donde había un patio extremadamente grande.

********

Allí se encontraban los jugadores de prueba, los que están dentro de el equipo de fútbol.
En como jugaban y entrenaban, daban ganas de correr y lanzarse hacia el balón, en eso, el profesor pitó con su silbato viejo.

-¡Atención!-gritando para poder llamar nuestra atención- Vayan a ponerse unos uniformes ya viejitos para que uno por uno vaya jugando contra los jugadores del grupo de fútbol.

El profesor señaló en el pequeño salón de vestidores, tanto hombres como mujeres. Yo en mi caso, me quedé viendo a los jugadores masculinos, como usaban su habilidad para correr, maneras de bloquear, eso me impresionaba, ta to que ni escuchaba al profesor. Hasta que otro pitido me hizo reaccionar.

En eso, corrí lo más rápido y me metí a los vestidores, abrí mi locker y, efectivamente, había un número, en mi caso era el 7, me preguntaba el número, pero no veía el uniforme, mis compañeros entraron y revisaron sus lockers donde también contenía un número, miré extrañado que vi a un compañero que era el número 1.

-Oye, ¿Te puedo preguntar algo?-le dije tocando su hombro-.

-Si, ¿Qué pasa?-me mira-.

-Es sobre este número, ¿Qué significa el número?

-¡Ah! Es el turno que te toca para el partido de uno a uno.

Me quedé mirando el número, agradecí a mi compañero, y me quedé con las manos sudorosas, no podía calmarme, quería ser aceptado. En eso, suena el micrófono.

-¡Atención! A los números 2,5,4 se preparen después 3,6,8 y 10 y por último 1,7 y 9. Gracias por su atención.

No quería escucharlo, pero mi corazón latía rápido, no quería ni saber y huir, pero recordé que estaba por una razón, ser una estrella en el fútbol, me decidí y cerré el locker, y me dirigí hacia el patio, en donde me asombré al ver a los estudiantes animando y yo me sentía algo que jamás había sentido, y fue ese día en donde comencé a sonreír....

Odiando al amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora