TODO SUCEDE POR ALGO.
Lev entra seguido de Lena al centro de control.
Lev es como un ¿jefe? ¿alcalde? ¿presidente? De esta Zona.
Nunca he logrado empatizar con él, pero sé que en el fondo me tiene un poquito de aprecio, aunque lo haga por Lena.
Lena, el pasado oscuro de Lev —como yo la llamo— es la razón por la que vivo aquí y también la razón por la que todos me aceptaron sin quejas.
Entrar a una Zona nueva y pedir alojo no es algo muy bien visto por aquí, ya que todos tienen asignada una Zona. Nadie debería estar merodeando en las afueras pidiendo comida o un techo, porque eso hace ver que tuviste problemas con tu Zona anterior y por algún acuerdo decidieron echarte.
—Como ya han de haber escuchado los rumores... —empieza Lev— Marfil mandara a cierta cantidad de sus habitantes a cada Zona para poder ver las condiciones de estas. Estarán aquí para hacer informes, tomarán notas de los comportamientos y verificarán que el lugar sea seguro. También ayudarán en las especialidades y en las actividades que realizamos por tradición. No se cuanto tiempo se quedaran pero solo háganme el favor de no comportarse como niños.
Sus ojos recorren la sala entera y después de un poco de silencio le hace una seña a Lena para que comience a hablar.
—Cada quien ayudara de alguna manera, aunque sean cosas mínimas —se ata su cabello en una cola alta—. Cuando escuchen su nombre se acercan, recogen la hoja y se pueden retirar.
Empieza a nombrar a todos los presentes y el número de personas en la sala va disminuyendo hasta solo quedar Marissa y yo.
Se que nos dejo hasta lo último porque tiene algo que decirnos.
Siempre he tenido la intuición de saber cuando alguien quiere decirme algo.
—Marissa tú les asignaras sus habitaciones.
Se acerca a nosotras y le entrega la hoja.
—...Y tú Lily les darás el recorrido, contestaras sus dudas y cuando hayas terminado los traerás aquí para que Marissa les pueda mostrar sus lugares asignados. Solo son ellos dos, no es mucho trabajo y se que ustedes pueden. Creo que es tiempo de enfrentar.
Me da un bloque de hojas, da media vuelta y se retira, dejándonos solas.
—¿S-eran personas mayores?
El miedo en su voz es notorio y yo no soy quien para asustarla más.
—No importa quienes sean, nosotras podemos. Siempre hemos podido.
+++
—Puta madre.
Sobo mi dedo que casi arranco al cerrar la puerta de mi habitación.
Dejo caer las llaves en el mueble que está a la izquierda. Me quito mi cazadora y la aviento a alguna parte de lo que se podría llamar hogar.
Es un desastre.
El que sea más grande que el resto de las habitaciones de los demás de aquí lo hace peor.
Entre mas grande, mas desastre que limpiar.
Y como nunca nadie viene —a excepción de Marissa— entonces limpiar no es una opción.
Hay una mini sala de estar que solo tiene un sofá-cama y una televisión demasiado vieja que tienes que darle dos leves golpes para que prenda. También hay un baño y mi parte favorita, mi habitación.
Tengo repisas, libreros y el suelo está lleno de libros.
La habitación es grande pero el espacio que le quita los libros la hace muy reducida y la hace sentir acogedora.
Hay algunas plantas que no tengo ni idea de como no se han muerto si nunca las cuido como debe de ser y también demasiadas cajas donde vienen discos con películas.
Cuando no estoy tirando flechas por ahí leo y veo demasiadas películas. No tenía esas comodidades cuando vivía en mi anterior Zona, y en cuanto llegué aquí me las sirvieron en bandeja de plata, me fue imposible negarme a ellas.
Me preparo un té y me dejo caer en mi sofá. Tomó las hojas que Lena me dio antes de venir aquí.
Les doy un vistazo por encima. Hay dos apellidos anotados de las personas que me asignaron.
-Lorenz.
-Lehmann.
He leído bastantes libros y puedo deducir que son apellidos alemanes. De lo que alguna vez fue Alemania.
Ellos o ellas serán a los que guiaré mañana.
Hubiera preferido que me tocara escoger y guiarlos a sus habitaciones como a Marissa. Así nomás tendría que verlos ese momento y luego retirarme.
Pero no.
Tengo que mostrarles todo el lugar. La especialidad en la que estarán y donde se almacenan las armas. Decirles los horarios y permisos que se necesitan para salir y todo lo esencial y básico.
—Tú puedes Lily, es fácil y sencillo ¿verdad? —pregunto a mi soledad—. El miedo no te llevará a nada.
Las palabras de mi madre hacen eco en mi interior.
—El miedo no nos conlleva a nada Lily, para todo hay una primera vez. Tienes que intentar hasta lo imposible. Eres capaz de esto, eres capaz de todo. No te cierres. No te limites.
Ese día disparé mi primera flecha.
ESTÁS LEYENDO
ALDICIA
Novela JuvenilLily aprendió a no confiar. Ha tener instinto y pensar en todas las posibilidades. Ha correr sin mirar atrás. Y aceptar lo que ya fue. Su pasado la persigue y la acompaña a donde sus pasos vayan. Superar la muerte de los que un día considero familia...