Capítulo 1: Y si...

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¿Qué era la vida?.

Una gran cuestión que quizás rayaba lo cliché, pero que era infaltable en el pensamiento general del ser humano. Y las respuestas y retóricas reflexivas de esta, eran igual o más tópicas que su propia interrogante.

La vida era un suspiro, definitivamente podría compararla con los diminutos granos de arena que se escurrían a una velocidad efímera entre los dedos. Como helados y etéreos copos de nieve que se deshacían sobre la palma de su mano.

Tantos sinónimos compuestos por palabras distintas, pero que a fin de cuentas siempre significaban lo mismo.

Aquel día se encontraba inusualmente reflexivo. No solía ser muy devoto a sus cavilaciones y es que hundirse en sus propios pensamientos, significaba darle vía libre a un arma filosa que sólo conseguía dañarlo sin piedad alguna. Por tal razón, incluso había adquirido la habilidad de dejar su mente en blanco, por su propio bienestar. Sin embargo, de pronto esta pregunta filosófica lo asaltó sin previo aviso. Era consciente de que su vida actual no era precisamente lo que alguna vez quiso que fuera.

¿Cuál era la vida que exactamente soñó tener en algún momento?.

Ni siquiera podía recordarlo.

Largó un suspiro, tratando de disipar y culminar con aquella engorrosa introspección que ya comenzaba a hacerle doler la cabeza.

Llevó una de sus manos al rostro y se masajeó el puente de la nariz con dos dedos mientras cerraba los párpados. Se sentía indudablemente cansado. Tal vez había llegado el momento de terminar por delegarle el resto a lo que refería de la organización a Kisaki. Después de todo, Kisaki actualmente era quien sujetaba las riendas, tomaba las decisiones y daba forma a lo que hoy día constituía la Tokyo Manji. 

Podría ponerle fin a la agotadora tarea de ser la piedra angular y el rostro primario de algo que ya ni podía sentir que le pertenecía. Así quizás, solo quizás, podría tener un respiro después de años.

Bajó la ventanilla del auto, dejando que el aire fresco de la época otoñal golpeara su rostro y colmara de oxígeno sus pulmones. Paseó la mirada entre aquellas calles atiborradas de gente, yendo de aquí para allá, viviendo con la completa libertad de moverse a su antojo. Entonces la idea de estar sentado en el asiento trasero de aquel auto de pintura negra y vidrios polarizados comenzó a picarle, alterando repentinamente sus emociones. Pasó así de una imperturbable calma a una molestia que se dibujó en todas sus facciones, llamando la atención del chófer quien por el rabillo del ojo lo observaba a través del espejo retrovisor.

—¿Se encuentra bien, señor?.

Manjiro hizo un gesto con los labios, sin emitir ningún sonido o siquiera dirigirle la mirada al hombre. Sus ojos negros seguían distraídamente el paso a cada persona que entraba en su campo de visión.

Una vez más [Maitake]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora