Era la primera vez que despedirse le resultaba sumamente difícil, la sensación era bastante extraña, él era un chico de otoño acostumbrado a las despedidas, ninguna compañía era permanente y había estado bien con eso durante los años de su camino errante.
Pero se encontró con Tomo; un chico con piel de los lirios que habitaban en las cascadas, manos cálidas decoradas con callos debido a intensos combates, ojos de amatista bajo la luz de luna, cabello de arena dorada y espíritu primaveral.
Y en cada instante que pasaban juntos, Kazuha no podía dejar de considerar que Tomo era hermoso.
Vistiendose con prendas sencillas pero al mismo tiempo preciosas, sin intención de aparentar frivolidad; sus mangas largas de su haori barmellon que se mecían al ritmo de los vientos que ofrecían los climas de Inazuma, lo cautivaban de cierta manera curiosa, junto con la grácil danza que ejercía la larga bufanda púrpura con el andar de su propietario. Además de su habilidades electro, capaces de exterminar el mal y purificar las tierras de demonios.
Una compañía soleada y alegre al igual que una balada de festival, pero manteniendo toques apacibles confortables, una mezcla perfectamente complementaria para Kazuha. Estando juntos, ninguno de los dos conseguía contener las risas tiernas de azúcar dócil que endulzaban las fracciones de tiempo que compartían.
Kazuha valoraba más el dorado de la cabellera de Tomo que el oro del mora, pues le deterioraba la tristeza y lo contagiaba de optimismo. El violeta de sus ojos le infundía valentía y ternura en la misma medida. El samurai de orbes carmesí no era ajeno a su condición, su corazón le pertenecía a Tomo, se había enamorado por completo de él, y hacerlo fue tan natural como respirar.
Por eso, aunque su boca estaba familiarizada con el «adios», no deseaba decírselo a Tomo y el sentimiento se fortaleció cuando agarró su mano por primera vez. Su tacto era suave y amable, y Kazuha se atrevió a trazarle figuras con el pulgar, y el rubor se encendió en los rostros de ambos con ese gesto.
Kazuha no quería soltarlo, en verdad que no quería porque... Él estaba asustado, sentía que si lo hacía, Tomo desaparecería, deshaciéndose en hojas carmesí y lo perdería para siempre. Notando de inmediato la sensación que empapaba al albino, el rubio habló:
-Vamos, no es un 'adios', Kazu-chan -Tomo acomodó su otra mano en uno de los laterales del rostro del aludido, acariciando su mejilla con el pulgar-. Es un 'hasta luego'.
La incertidumbre e inseguridad no desapareció en el samurai, apretó los labios y bajó la mirada. Tomo frunció el ceño al mismo tiempo que un dolor surcó su pecho, no le gustaba ver a Kazuha así, ¡y se encargaría de animarlo! Dedicó un par de instantes reflexionando qué podía hacer, pidiendo ayuda discreta a su fiel mascota que sólo soltó un pequeño maullido, hasta que la idea llegó como una de las hojas otoñales que caían sobre el suelo.
Soltando un profundo suspiro y con un carraspeo para atraer la atención de Kazuha, recitó:
-"Los lazos del destino que unen a las personas, carmesí como tus ojos, no son tan fáciles de cortar."
Un silencio apareció, solo interrumpido por el suave deslizamiento de las hojas secas agitadas por el viento y deslizándose por el suelo, los dos chicos yacían sorprendidos, pestañeando más de una vez.
-¡Whoa, no sonó tan mal! ¿Verdad? -presumió contento, destilando orgullo y Tama soltó un maullido de apoyo bajo los pliegues de su ropa, animando a su dueño. Kazuha soltó una tenue risa, conmovido tanto por el improvisado poema y el vínculo entre Tomo y su compañera felina-. Si sigo practicando, es posible que sea tan bueno como tú, ¿no lo crees? -alzó las cejas un par de veces, sus ojos violáceos destellando con emoción.
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Whenever, wherever「TomoKazuWeek 2021」
FanfictionLa eternidad era una mentira y para nada atractiva, porque en un instante de la efímera vida humana, ellos se encontraron y la meliflua felicidad los cubrió, junto con un amor destinado a permanecer y romper los límites de la muerte y la divinidad...