Si bien viajaban sin un destino fijo, tan sólo avanzando por los escenarios de su nación y creando recuerdos melifluos, Tomo seguía cargando con sus responsabilidades de exorcista y al notar presencia demoníaca en la isla Seirai se dirigieron ahí. Debido a la masacre ocurrida en ese sitio, gran cantidad de espectros malignos eran atraídos por la acumulación de caos que sólo incrementaba con la constante tormenta.
Los climas estruendosos eran el pan de cada día para los habitantes de Inazuma, pero continuaba siendo un aspecto peligroso porque a nadie le gustaría ser azotado por un rayo, razón por la que era una zona donde la presencia de personas carecía, mas sólo temporales aventureros inexpertos que huían con el panorama.
Luchar con compañía humana seguía siendo una novedad para Tomo, siempre se le había enseñado que la gente común no debía involucrarse con los asuntos espirituales o acabarían pereciendo, pero Kazuha estaba lejos de ser normal; sus habilidades con la espada eran prodigiosas al igual que sus reflejos y velocidad, los demonios eran derrotados de forma excelente por él, permaneciendo totalmente impoluto y, honrando al alguna vez poderoso y afamado clan Kaedehara.
Siempre cubría las aperturas que podían existir en su cuerpo en medio del combate, Kazuha lo protegía como nadie nunca había hecho y era una sensación tan nueva al mismo tiempo que agradable al igual que retazos de calidez en el invierno. Una vez terminaron de aniquilar a la maleza, Tomo enterró brevemente su espada influida en energía electro, trazos púrpuras recorrieron el suelo con suavidad hasta desaparecer al instante en que el filo se retiró. Purificar el sitio donde habitaron los demonios y su sangre fue derramada, era tan importante tanto como rebanarlos, e incluso más.
De inmediato, el rubio se acercó a su acompañante y recargó su frente en uno de hombros de él, Kazuha pestañeó con asombro y estuvo apunto de cuestionar qué le ocurría, siendo interrumpido por el agradecimiento sincero pronunciado en voz baja que contrastaba con la magnitud de sentimientos que habitaban en su corazón, las mejillas del samurai se glasearon de un rubor que se sincronizaba con la tonalidad de su mirada, y una sonrisa enternecida se presentó en su rostro niveo.
Depositó unas tenues palmaditas esbozadas con afecto en su cabeza y besó uno de los laterales; fue esta vez el turno de Tomo para sonrojarse. Ambos quisieron hablar pero el repentino salto de la gatita que reposaba bajo los pliegues del haori del rubio impidió aquello, salió corriendo alejándose de ellos con alta prisa.
—¡Tama! —exclamó su dueño preocupado y nervioso, asustado de que se pudiera herir por el entorno o por los demonios aún presentes y distribuidos alrededor.
Los dos chicos la siguieron al instante, evitando perderla de vista aunque si eso ocurría los agudos sentidos de Kazuha la encontrarían sin margen de error. Al percibir el aroma que destilaba el lugar al que se dirigía la gatita blanca, cobró sentido para Kazuha, se trataba de nébeda y logró vislumbrar la entrada a un santuario, sólo que su pareja no logró detectarlo al estar totalmente enfocado en atrapar a su preciada mascota, y sólo pudo cubrir en calma a su agitado corazón cuando al fin la tuvo en sus brazos.
—¡No vuelvas a saltar así! —la regañó con la misma impetud que tendría un padre con su hija—, me asustaste y es un sitio peligroso, no lo hagas de nuevo. —añadió mirándola aún enfadado, pero el alivio en su postura era visible.
Su mascota sólo agitó la cola y maulló, él suspiró y se permitió observar el entorno; sus ojos se llenaron de estrellas debido al asombro y emoción. Una gran cantidad de gatos habitaban en ese lugar, algunos notando la presencia de ambos y acercándose a ellos, aunque la mayoría se vieron atraídos por Tomo. Kazuha cubrió su boca para soltar una risa discreta, el rubio por supuesto que yacía contento con la situación, amaba demasiado los gatos, y estar rodeado de muchos, era un sueño para él.
Los pequeños animales se acumularon tanto que el rubio recurrió a sentarse sobre la hierba, Tama permaneció bajo la ropa de su dueño con su cabeza resaltando por su esconde, como si quisiera indicar que ese sitio era exclusivo para ella y lo estuviera cuidando para que ningún otro gato se pusiera ahí. El resto de felinos se colocaron sobre el regazo de Tomo, otros pisando y persiguiendo las mangas escarlatas de su haori que se movían para acariciar a los felinos que se aproximaban, algunos escalando sobre su espalda para reposar en sus hombros.
—Todos confían en ti y no percibo maldad, eres... humano agradable.
Tanto la mirada violeta como carmesí se expandieron en asombro al ver que la voz que pronunció aquello era de un gato negro, los dos cuestionando si se encontraban cuerdos o no, al estar presenciando una posible alucinación, pero Tomo había contemplado todo tipo de bestias deformes con la capacidad de hablar que asimilar a un gato hacerlo, no resultó tan complicado. Kazuha se vió influenciado por su calma en cuestión de segundos.
Neko, presentándose como la sacerdotisa del Santuario, terminó probando por unos instantes las caricias de Tomo sobre su cabeza, pero regresó a sus deberes de cuidadora ya que no podía dejar de ser responsable.
El sitio era precioso, no sólo por los gatos de ahí y el ambiente colorido, si no también por los árboles de cerezo y las flores —en especial las que brotaba en primavera, sus favoritas—, que Kazuha le encantaban tanto, e incluso se tomaba el esmero de otorgarles nombre para honrar su belleza. Una idea surcó su cabeza al posar su vista en Tono y luego en las flores, y sonrió con una calidez burbujeante en su pecho. Aprovechando que su compañía estaba totalmente ensimismado, se fue para elaborar un pequeño regalo, regresando sólo cuando lo terminó y lo ocultaba detrás de su espalda.
—¡Oh, Kazu-chan, ya volviste! —Tomo lo recibió con una sonrisa, y el aludido se sonrojó por eso y saber jamás pasaría desapercibido por Tomo, incluso con mil gatos encima.
Las rodillas de Kazuha se pusieron sobre el suelo y en un movimiento rápido, pero aún permaneciendo elegante, él le colocó la corona de flores en la cabeza.
—Lucen bien en ti. —comentó emitiendo dulzor en cada una de las letras y Tomo, al oirlas, sus mejillas enrojeciendo cada vez más con las palabras, como si hubieran sido leña para avivar una chimenea.
El exorcista le brindó una mirada empañada de anhelo, y percibiendo también la preciosa melodía de sus latidos acelerada, el samurai cedió ante ello. Sus labios se juntaron, acompañados por la esponjosidad y ronroneos de los gatos, mientras Kazuha sólo podía pensar que, en ese instante, todo lo que amaba estaba acumulado en una persona.
[...]
UN POCO LARGA HISTORIA, y por eso no la publique el día que debía y me atrasé, pero realmente quería poner mi teoría de Tomo exorcista, Genshin Malvado Impact no nos dió su transfondo, pero aquí estoy yo que me enamore de él y lo analice en todos los aspectos posibles y recursos que nos entregan, a más no poder. Este meme lo explica muy bien y es mi representación gráfica:
Además de eso, me ví 5 documentales de budismo y folclore japonés de 2 horas... Hahaha, sí, las cosas que hago por él. «3
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Whenever, wherever「TomoKazuWeek 2021」
FanfictionLa eternidad era una mentira y para nada atractiva, porque en un instante de la efímera vida humana, ellos se encontraron y la meliflua felicidad los cubrió, junto con un amor destinado a permanecer y romper los límites de la muerte y la divinidad...