dedicado a: lasilladeAidan 😍🤙🏻
porque tenía ganas de dedicar algo alch
da cringe, primer aviso
______________________________Sentir una fuerte atracción por el integrante número 5 de la famosa academia umbrella era todo un conflicto. Más de una vez estuviste cerca de él, más de una vez pudiste presenciar uno de sus actos heroicos junto a sus hermanos, y más de una vez te salvó de ser asaltada o inclusive dañada.
La primera vez que lo viste fue cuando eras pequeña, con 12 años para ser exactos, los Hargreeves aparecieron con sólo 13 años y no pudiste evitar quedar flechada hacia el chico que se teletransporta. Desde ahí nació tu gran fanatismo por ellos, pero más por dicho número.
Estabas en tu tercer año de secundaria, con 15 años, e ibas de camino a tu casa. Una de las muchas razones por las que te cruzabas con mínimo uno de los Hargreeves, era por ser despistada. Siempre te pasaba algo, u olvidabas algo, o te hacían algo. Y hoy no sería la excepción.
Estabas corriendo todo lo que tus piernas soportaban, siempre había mucha gente en la calle, pero ese día era lunes. Todos trabajan los lunes. Maldeciste por quedarte hasta tarde jugando con tus amigos y no pedir que te acompañaran.
Habías arrojado tu mochila por alguna casa, pronto volverías por ella, pero lo más seguro es ir pensando en una excusa para que te den libros nuevos, otra vez.
Diste vuelta en una calle tratando de perder, a quien sea que te estuviera persiguiendo, pero fue en vano, ya que te vio. Ahogaste un grito y trataste de huir, pero te tomó de la camisa haciendo que accidentalmente te ahorcaras con el cuello de ésta.
Tosiste un par de veces, y te hiciste para atrás por instinto, bajaste la mirada y te helaste al ver que tenía con que defenderse.
— ¿Por qué corras? —preguntó con voz ronca que hizo que la piel se te pusiera de gallina.
No contéstate y él te estampó contra la pared haciendo que jadees del dolor. Visto como buscaba entre tus bolsillos y tocaba de más. Sentiste asco.
— No creo que esa sea una forma de comportarse con un dama.
Antes de que voltearas, un cuchillo ya estaba clavado en su mano haciendo que te soltara cayendo de trasero. Alguien te jaló del brazo y te apartó unos cuantos pasos del lugar.
— No veas, mejor cuéntame de... oh, no, no llores, no me gusta ver a la gente llorar —dijo empezando a exaltarse—, ¿quieres oír cuando me caí de las escaleras con los tacones de mamá? —sonrió tratando de animarte.
Tapaste tu cara con tus manos y sollozaste.
— Bueno, lo tomaré como un no —dijo el integrante número 4 de la academia.
— ¿Qué sucede?
— Está llorando y me dieron ganas de llorar.
— ¿Te golpeó? —preguntó buscando tu mirada. Negaste con la cabeza aún sin verlo—, bien, lo importante es que no te golpeó o dañó. Entiendo que estes asustada.
— En realidad no —dijo el castaño ganándose una mala mirada del integrante número 6.
— Te llevaremos a casa —intervino tu ser amado, perdón, el integrante número 5.
Casi te desmayas al tenerlo cerca, en ningún momento levantaste la mirada, pero sabías que estaba cerca.
— Ya, ya —número 4 palmeó tu espalda—, no llores.
Giraste la cabeza para verlo con obviedad.
— ¿Nunca consolaste gente?
— La verdad no, oye, yo te conozco. Eres la niña que siempre quiere irse sola a su casa y por eso le pasan muchas cosas.
— No, ¿cómo crees? —preguntaste en una risa nerviosa.
— Siempre es lo mismo —suspiró el rubio pasando los dedos por el arco de su nariz—. Cinco llévala, nosotros llevaremos al hombre a la comandancia.
El mencionado empezó a caminar y se detuvo esperando a que tú lo siguieras. De inmediato entendiste y te pusiste a su lado.
— ¿De qué color son tus ojos? —preguntaste luego de un largo rato de silencio.
— Amarillos.
— ¿Miel?
— Ajá.
— Me estas mintiendo.
— ¿Cómo lo sabes?
— Porque sólo contestas para que me calle.
— ¿Qué comes que adivinas?
— Grosero.
Lo observaste en silencio, tenía un perfil lindo a tu parecer, por más que quisieras ver más allá de la mascara, no podías. Ninguno tiene revelada su identidad, aún.
— ¿No me dirás?
— Son verdes.
— Me gusta ese color. ¿Verde claro?
— Verde esmeralda.
— Uuh, son claro.
— ¿Por qué tanto interés?
— Sólo quería saberlo, nunca he podido verte a los ojos y me daba curiosidad saber su color.
— ¿Has tratado de verme a los ojos?
— Bueno —carraspeaste dirigiendo tu mirada al frente—, no como tal.
— ¿Me observas?
— No te sientas tan importante.
— Bien. Al parecer tengo una fan moquita.
— No estoy loca, sólo quería saber el color de tus ojos.
— Mmh, tal vez me estés mintiendo —dijo haciendo que te pararas en seco.
— No estoy min... eres algo molesto —dijiste empezando a caminar.
— Fácil puedes irte sola a tu casa y que te asalten de nuevo. ¿Por qué nunca vuelvas a casa acompañada?
— Porque no quiero molestar.
— ¿O lo haces para vernos?
— No. Tengo que aprender a ir sola en la calle y no depender de que alguien siempre tendrá que acompañarme.
— Tienes 15 años, no...
— ¿Quién te dijo que tengo 15? —interrumpiste frunciendo el ceño.
— Camina —dijo teletransportándose unos metros más adelante.
Sonreíste para ti y trataste de alcanzarlo, no será la última vez que se encuentren y probablemente lleguen a algo más.