ℭ𝔞𝔭í𝔱𝔲𝔩𝔬 3

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                     𝕱orks, un pueblo frío y tranquilo, rodeado de una atmósfera misteriosa y solitaria

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       𝕱orks, un pueblo frío y tranquilo, rodeado de una atmósfera misteriosa y solitaria.

Poseía una gran vegetación con enormes árboles y amplios bosques, para la Kyteler era cálido volver aquel pequeño lugar en el que vivió sus primeros recuerdos. Habían pasado casi dos meses desde la muerte de sus padres y con la mayoría de tramites legales finalizados y las cosas ya transportadas hasta allí, finalmente pudo volver al pequeño pueblo en el que creció.

Apenas puso un pie en la tierra, la helada brisa la golpeó tan suavemente... Como una caricia, el viento y aroma a vegetación y tierra mojada la envolvió brindándole calidez. El ambiente parecía abrazarla. Acogiéndola después de tanto tiempo, como si hubiese estado a la espera por ella.

Un sentimiento de nostalgia la invadió, observando el que fue su hogar, recordando que ahora solo estaría ella y su pequeño hermano. Solos. Sin sus padres.

Aquel lugar era precioso, una gran cabaña de estilo rural perdida entre árboles no muy aislada del pueblo. Sus padres amaban la privacidad y la soledad tanto como ella. No podía evitar admirar lo hermoso que era estar en medio del bosque solo con los sonidos de la naturaleza sin molestias. No había ruidos molestos de la ajetreada ciudad en la que vivió los últimos dos años.

Jade nació en un pequeño pueblo de Asia al igual que su abuela paterna. Sin embargo, vivió toda su infancia en Forks, pues su tío y madre eran demasiado apegados como para vivir separados, quizás por el hecho de ser mellizos es que su lazo era tan fuerte.

Charlie para la castaña era el ser más dulce que había conocido, añadiendo su dificultad para socializar o expresarse, actitudes las cuales le parecían demasiado tiernas a esta, pero no podía negar que era una persona arisca, por esa misma razón como tambien escéptico y terco como su madre, sin embargo ella sabía que tras todo eso, era un gran hombre. Podía notarlo cuando cuidaba como nunca a sus seres queridos, los respetaba y les daba su espacio, nunca los presionó en nada.

Su tío era un dulce según ella, era como su segundo padre, le alegraba volver a verlo y más hacerle compañía junto a su única prima.

Bella y ella habían congeniado de una buena manera desde pequeñas, al contrario de ciertas de sus actitudes, la asiática expresaba su descontento con facilidad sin necesidad de querer agradarle al resto ni causar problemas. En cambio su prima era más bien tímida a la hora de expresarse pues su torpeza lograba meterla en problemas innecesarios, además era bastante ingenua con respecto a emociones.

Lo que nos lleva a ver uno de los rasgos en común que poseían, sus mentes.

Ambas chicas eran demasiado cerradas y privadas con respecto a su intimidad, algo al parecer muy característicos de los Swan.

Otro rasgo sería el ser tercas como una mula, cuando algo se les metía en la cabeza era mucho más sencillo el arrancarles la cabeza que la idea, aunque a la hija de Charlie solo escuchaba razones de su prima, pues sabía que alguien más comprensiva que su adorada prima, no existía, además de lógica y fría a la hora de decidir lo mejor para ella y los suyos. Ese lado protector y bondadoso lograba dulcificar a Isabella Swan, la oji café sabía que su prima merecía una persona extraordinariamente fuerte mental y emocionalmente capaz de apoyarla, protegerla y hacerle frente cuando fuera necesario.

Bella tenía muy en claro que, si ella era terca, su prima era un muro. Un hueso duro de roer si hacerla cambiar de opinión se trata, por lo que debías de tener muy buenas razones, pero muy rara vez estaba equivocada.

Es por esto que nunca dudó de su palabra y le hacía caso. La Kyteler era demasiado intuitiva y cuando decía algo siempre terminaba teniendo razón. Es por ello que la hija del Sheriff solía llamarle boca salada como jugueteo por ser tan intuitiva y la otra en respuesta le decía cabeza de alcornoque.



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Ya fuera de la casa de su tío, y ni bien apagó el jeep y abrió la puerta del vehículo para bajar, su prima salió como si fuera flash por el umbral.

—¡Jade! — gritó la castaña corriendo emocionada hacia la más baja, sin ver la acera húmeda y haciéndola resbalar cayendo de bruces al suelo en un golpe seco.

—Pero... ¡Cabeza de alcornoque! — gritó estallando en carcajadas la chica —Ya te quedaste sin culo. — soltó entre risas viendo como la chica ignorando su dolor en el trasero se puso de pie volviendo a correr a ella, esta vez sí logró llegar y atraparla entre sus brazos, antes de que se fuera de cara al piso.

La Swan felíz colgada como cual Koala de la asiática era algo gracioso de ver—¡Boca salada!, no te diré nada porque te extrañe demasiado, maldita tonta. — era gracioso más por el simple hecho de que bella era mucho más alta que ella y parecía estar aplastando a un pitufo de jardín.

—Tú siempre tan dulce. — respondió sarcástica bajándola empezando a avanzar, pero Bella estaba demasiado emocionada y entre tropezones la seguía murmurando cosas

—¡Tengo mucho que contarte!, de verdad. Ahora que estas aquí no me sentiré tan sola e incómoda en el instituto — empezó a divagar a un lado de ella mientras se acercaban a la entrada donde estaba su adorado tío — por cierto, no has crecido nada, si Alice parecía un duende, ¡tu eres un gnomo! —

—¿Alice? — preguntó divertida, pues no tenía idea de quien era mientras abrazaba a su tío que miraba burlón a su hija tan habladora —Hola tío, te extrañé. —

—¡A mi no me dijiste eso! — le reclamó bromeando su prima haciendo reír al mayor, su hija estaría mucho más cómoda con Jade.

Ambas eran sus niñas, siempre lo sintió así y siempre lo sería.

—Hola hija, yo también te extrañé, lamento las... circunstancias. —murmuró algo bajo sin saber que decir, no quería recordarle algo tan doloroso.

Suficiente había sido el tener que exponerla por petición del juzgado a declarar y entrar al juicio después del entierro de sus padres por la herencia de bienes. Por lo que, decidió hacerse cargo de ella y su hermano. Algo en lo que no tenía mucha experiencia, pero ella era apenas una niña y no le correspondía asumir semejante responsabilidad. No mientras tuviera a su familia.

—Yo también, tío. —murmuro sonriéndole sin mostrar sus dientes, agradecía que su tío en ultima instancia haya tomado la custodia de su hermano, así sentía una carga menos pesada. Y le estaría infinitamente en deuda por ello.

—Oh...es cierto —murmuró Bella avergonzada al recordar el porque estaba allí —Lo lamento, pero nos tienes aquí. — intentó sonreírle poniendo una mano en su hombro en señal de apoyo, se lo daría, aunque no supiera como, se las ingeniaría.

—Sí, aunque no seamos la mejor compañía, puedes contar con nosotros, pequeña. —la estrujo entre sus brazos Charlie — ¿Y el pequeño? —preguntó tratando de reprimir su sonrisa y sacándole una a la Kyteler, apenas vio a su sobrino se enamoró de tanta dulzura

—Está durmiendo. — se separó con una sonrisa —Bella, ¡ven a conocer a tu primo! —

la arrastró hacia la camioneta de sus padres donde pudieron observar al pequeño bebé con un semblante tranquilo, era tan hermoso verlo así que parecía un Ángel, por ello su nombre, Ángel Kyteler.

Esa criatura era su angelito.

 | 𝐁𝐄𝐋𝐋𝐄𝐙𝐀 𝐘 𝐁𝐑𝐔𝐓𝐀𝐋𝐈𝐃𝐀𝐃 | Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora