IV

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El rubio corría por la casa de Harry preparando todo para la fiesta anual que solían dar, desde su primer año de universidad lo habían hecho, ahora que era el último, obviamente no podían dejarla pasar, era una tradición universitaria y ya era reconocida en todo el instituto.

Por otro lado, estaba el rizado, amaba las fiestas, claro que sí, sin embargo, en esta ocasión no se sentía completamente feliz con nada y mucho menos con que la fiesta se hiciera ese día. Extraños en su casa, alcohol hasta decir basta y tal vez, muy probablemente, terminaría en  desastre, pero ya daba igual, Niall estaba en marcha y ni siquiera Dios podía detenerlo de hacer lo que sea que su cabeza estaba tramando.

Ya eran pasadas las 2 am, la casa estaba llena de gente y seguían llegando más personas, algunos ya estaban ebrios, otros jugaban o pasaban el rato en grupo y la música resonaba fuerte en todo el lugar.

- ¡Niall, ven acá! RÁPIDO. Gruñó el rizado, estaba muy enojado porque alguien había vomitado en su habitación y no tuvo la decencia de limpiar su desastre.

-Dime... Ha-Hazz. Arrastraba un poco las palabras y se reía solo.

- ¡Oh, nada, nada! Vete a terminar tu misión del coma etílico. Gruñó y el rubio solo se encogió de hombros y salió por la puerta.

- Joder, como pueden ser así de asquerosos. Se quejaba mientras limpiaba para luego cerrar su puerta con llave. Bajó a botar toda la basura que había logrado recoger para que no se acumule, cuando lo vio.

-Pero maldición... Se quedó contemplando al guapo chico que estaba de pie cerca del portal de su casa.

Es precioso.

Su boca se había abierto de tal manera, parecía como si lo hubieran sorprendido y no podía creer nada, la bolsa de basura pendía en el aire y Harry seguía ahí de pie observando al castaño calar de un cigarrillo que bailaba entre sus dedos, el humo que exhalaba tomaba formas diferentes antes de desaparecer con el viento y de repente se formó en aquel rostro una sonrisa que lo dejó aún más embobado.

Harry nunca lo había visto antes, lo recordaría muy bien de ser así, pero estaba seguro de que no sería la última vez que lo viera.

Echó la bolsa al tacho, se limpió las manos y se acercó a él.

-Hola ¿Tú eres? Lo señaló, pidiéndole que se identifique.

El castaño lo miró, le dio una calada más a su cigarrillo y luego soltó el humo en dirección al rizado.

- ¿Quién pregunta?

-El dueño de la casa. Esbozó una pequeña sonrisa

-Soy Louis. Se giró para quedar frente a él

-Hola Louis, soy Harry. Su voz sonó más grave.

Tu futuro novio pensó, mientras estrechaba su mano con una sonrisa resplandeciente, luego del saludo conversaron un poco y pasaron la noche alejados de la fiesta, Harry entraba solo por licor para ambos y Louis estaba pendiente de que su mejor amigo no hiciera tonterías, o al menos de que permaneciera consciente.

Las risas que el bajito le brindaba al ojiverde cada vez eran más fuertes y habían logrado borrar todo disgusto en él, ni siquiera recordaba porque estaba enojado hace unas horas.

-Entonces... ¿estudias medicina?

Asintió y sacó otro cigarrillo.

-Estoy en mi último año.

-Oh entiendo... deben gustarte mucho las fiestas para que estés aquí y no durmiendo.

Una risita se escuchó.

Contra la mareaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora