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- ¡Hola cariño! Estoy saliendo del trabajo, en un rato estaré en casa, no puedo esperar a probar lo que preparaste para mí. Te amo.

El mismo mensaje de voz se repetía sin cesar en el celular y la mente de aquel rizado, quien esperaba entre sollozos que todo fuera una maldita pesadilla.

                                                                                                 


- Cariño tengo que irme, enserio, no puedo llegar tarde hoy.

Dijo el castaño mientras trataba de zafarse de los fuertes brazos de su novio, claramente sin éxito.

-No te vayas, puedes llamar, decir que te vas a tomar el día y luego quedarte conmigo. Sonreía.

Ese hombre imponente de poco menos dos metros de altura y una sonrisa que enamora a cualquiera, estaba ahí, rogándole a través de pucheros que no se fuera, igual que todas las mañanas en las que no tenía que ir a la oficina.

- Hazz, prometo volver temprano hoy, ¿está bien? Habló Louis.

– Tengo que ir a trabajar. Le sonrió y luego de robarle un beso logró soltarse

-Voy a comprar ese hospital y te haré trabajar solo dos días a la semana. ¡NO, YA SÉ! solo uno.

Por un instante, el rizado se quedó pensativo con sus manos detrás de su cabeza mientras el otro se vestía con su uniforme para salir rumbo al trabajo y una idea, que él consideró magnífica, salió de su boca disparada.

- ¿te gustaría trabajar solo medio día los viernes? Dijo con una sonrisa

Una almohada lanzada con fuerza sobre su cara fue la respuesta que recibió.

- ¿Puedo tomar eso como un sí?

- ¡HARRY! No vas a comprar el hospital, no voy a trabajar medio día solo los viernes, ni siquiera solo uno, aunque creas que es una buena oferta y ¡NO ENCUENTRO MI ZAPATO!

Eso había sido todo, había acabado con la poca paciencia con la que se despertó ese día.

Harry se levantó de un solo golpe y comenzó a buscar el zapato del más pequeño tratando de mantenerse serio para no molestarlo más.

Mientras uno revolvía todo desesperado, el otro divisó lo que buscaban, debajo de la cama y lo alcanzó en un instante.

- ¡LO ENCONTRÉ!

El más bajito se giró hacia el cuerpo descubierto y lleno de tatuajes de su novio y su rostro se alivianó solo un poco al verlo sonreír.

-L-lo encontraste. No pudo evitar sonreír

Louis se puso el zapato que tanto lo había retrasado, respiró hondo y luego miró a Harry quien esperaba su beso de despedida desde una esquina del cuarto.

-Siento haber gritado. Volveré pronto, ¿sí? El turno pasará más rápido de lo que crees.

El ojiazul ya se encontraba rodeando la cintura del otro con sus brazos, poniéndose de puntitas para alcanzar sus labios, sus ojos celestes y el verde esmeralda del otro se encontraron por un instante y su boca fue atrapada en un lento y delicado beso que amenazaba con convertirse en algo más si no salía de ahí rápido, y ya era tarde como para eso.

Se separó y con una gran sonrisa se despidió.

- ¡Adiós amor, cocina algo rico para la cena!

Le gritó al rizado desde la entrada mientras tomaba sus llaves y salía de su casa.

Harry bufó y una sonrisa tonta se formó en su rostro, era hora de salir.



Las horas pasaban lento y Louis estaba algo ansioso por terminar su turno, aunque no lo admitiera y le negara a Harry el deseo de quedarse en su casa con él, la idea de acurrucarse sobre su pecho para ver películas todo el día o simplemente verlo dormir, era tentadora, aunque a veces no solo hacían eso.

Louis era un reconocido pediatra, aún con su carrera apenas empezando, trabajaba en el Vast Memorial Hospital desde hace años, desde que había comenzado sus pasantías y no podía imaginarse en otro lugar, con otra gente trabajando a su alrededor.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por otro doctor tocando la puerta de su consultorio.

- ¡Lou! ¡Hermano!

Era Zayn, su mejor amigo de toda la vida, que seguro venía por lo mismo de siempre.

- Salgamos hoy, es viernes y no acepto un no por respuesta. Siguió hablando el moreno mientras se sentaba.

-Estoy muy cansado hoy, Zee.

y solo quiero llegar a casa con Harry. Pensó

-Vamos Louis, por favor, por favor, por favor. Abanicó sus pestañas acompañado de un puchero.

-Hoy todos quieren que vaya con ellos, dios. Sonrío inconscientemente recordando su tan ajetreada mañana.  - Hoy no Zee, quiero ir a casa y descansar

- ¡Nunca quieres ir! YO SOY LOUIS DEPENDIENTE, ¿SABÍAS? Suspiró mientras fingía estar indignado, aunque lo estaba, solo un poco.

-Voy a morir si sigues dejando que vaya solo a todas partes, en los titulares de las noticias dirá: Guapo cirujano.... Lo pensó. - No no, guapo, inteligente y humilde cirujano muere por ausencia de su mejor amigo, ¿podrás vivir con eso?

El ojiazul se levantó y en dos zancadas estuvo frente a él, lo levantó del brazo y lo empujó hasta la puerta.

- ¡Noooo voooooy a ir, Malik, consigue a alguien más! Tal vez el morocho que te gusta. Le guiñó y la cara del pelinegro se puso completamente roja, esa fue la señal. -Adiositooo

Fue lo último que dijo Louis y lo sacó de la habitación. Para ese momento ya había terminado su jornada y por fin iría a casa.



Luego de pasar toda la tarde comprando cosas para la cena y para los siguientes días que tenía planeado no despegarse de Louis, Harry regresó a casa a comenzar con su labor, cocinar el delicioso pollo envuelto en jamón relleno de queso, a decir verdad, era una receta de Louis, la había preparado para su tercera cita juntos y había sido un verdadero éxito.

Al rizado solo le gustaba rememorar ese momento.

Todo iba en marcha, todo a tiempo, menos Louis, todo estaba listo y su chico aún no llegaba.

Que llegara tarde era muy raro, nunca lo hacía y el día que prometió llegar temprano no iba a ser su primera vez, la preocupación estaba carcomiendo por dentro a Harry y fue entonces cuando recibió la llamada.

Louis... Hospital... Accidente... Grave...

Era todo lo que retumbaba en la cabeza del rizado mientras manejaba a toda velocidad hacia el hospital deseando que todo sea una broma pesada.


Contra la mareaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora