CUATRO

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~MARCUS

—No puede ser —sollozó Kelly.

Sentí que mi pecho se apretaba, esto me dolerá tanto como a ella.

—Cariño puedo explicarlo —le dijo entre llanto la señora Margaret.

—Todo esto es tu culpa Marcus —me reclamó Michael furioso sosteniendo la carta que Kelly me había escrito—. Te acogí en mi casa porque pensé que habías cambiado, pero ya veo que sigues siendo el mismo adolescente inmaduro que causó la muerte de sus padres hace cinco años.

Ignoré sus palabras, sé que lo dice porque está enfadado, aunque es la verdad, pero eso no es lo que más me importa ahora, es ella, acaba de descubrir lo que le ocultaban desde el accidente hasta este instante.

—Mamá no puedo ver.... no puedo ver, ¿estoy ciega? ¿La luz está apagada verdad? —preguntó mientras de sus hermosos ojos verdes dimanaban gruesas lágrimas.

Nadie tuvo la valentía suficiente como para responderle, Kelly no paraba de llorar mientras miraba a su alrededor comprobando lo que estaba claro desde hace años, ya no puede ver.

—No cielo, no está apagada -replicó su madre con los ojos cristalizados por las lágrimas amenazando en escapar.

—¿Cómo? —El labio inferior no deja de temblarle—. ¿Entonces sí estoy ciega?

No hubo respuesta.

—He hecho una pregunta, ¿estoy ciega verdad? —su voz se escuchó imponente, pero después de todo este tiempo estando con ella puedo decir que la conozco y sé que detrás de ella se está desmoronando.

—Tesoro, prometo que te explicaré todo, solo dame unos minutos —dijo Margaret mientras tomaba la escoba para barrer los pedazos de vidrio del jarrón que lanzó Michael durante nuestra fuerte discusión.

Kelly comenzó a caminar hacia delante, se encuentra descalza, podría lastimarse con los fragmentos de vidrios esparcidos por el suelo.

Sin pensarlo caminé hasta ella, y la detuve por el brazo, sentí su cuerpo crisparse, ella no puede verme, pero de alguna manera inexplicable sé que supo que era yo.

Era la primera vez que teníamos contacto y no me era indiferente, la suavidad de su nívea piel me provocó una leve engullida que disimulé fácilmente.

—Espera Kelly, déjame limpiar el piso, podrías cortarte —advirtió su madre mientras barría el suelo afanada por terminar para hablar con su hija.

En un gesto de su brazo se zafó de mi agarre, la frialdad de su expresión me dolió más de lo que imaginé, no puedo sacarme de la cabeza las palabras expuestas en su carta, siempre fue tan honesta conmigo, y yo solo le mentí, egoístamente le mentí para así poder pasar tiempo con ella, aunque no todo fue una mentira.

Desconsolaba ver como sus orbes buscan perdidamente sin ningún sentido, sin ninguna dirección.

—¿Lo de mi enfermedad también fue una mentira? Porque ya llevo varios minutos aquí afuera y aún no me arde la piel —sonó realmente agobiada, pero sobre todo furiosa, y lo peor es que tiene millones de motivos para estarlo.

—Claro que no Kelly, jamás te mentiría sobre eso cariño, no te ha afectado la piel porque he cambiado todas las ventanas, los rayos de sol no pueden penetrar, temí porque esto pasara y por eso las cambié cielo —repuso con voz inaudible.

—¿Entonces mi enfermedad no empeoró después del accidente? ¿Eso si fue una mentira, cierto? Ahora lo entiendo todo, el antifaz, tu insistencia para que no me lo quitara, no querías que supiera que estaba más jodida de lo que pensaba —se llevó una mano al pecho sin dejar de llorar.

El Reflejo de tus ojos © [COMPLETADA✓] Borrador Donde viven las historias. Descúbrelo ahora