Tal vez, y solo tal vez; con mi mudanza a Riverdale podría conseguir pasar página y olvidar todo lo vivido con anterioridad. Hacía años que mi abuelo, Pop Tate, me había propuesto mudarme con él a ese pequeño pueblo que había sido su hogar por tantos y tan largos años; pero no fue hasta que me di cuenta de lo vulnerable que era en realidad en un entorno como New York, que decidí aceptar su propuesta.
Siendo sincera, estaba muy emocionada por este nuevo cambio. Miraba por la ventana del autobús que solo tardaría una escasa media hora en llegar por fin al pueblo. Observaba el paisaje y me llenaba de esa emoción causada por la anticipación de algo nuevo, y sin duda eso me reconfortaba, pues estaba segura de que mi decisión no solo había sido la correcta desde un punto de vista objetivo; me hacía feliz irme de New York. Y alejarme de todos los que allí conocía. O al menos la mayoría.
El bus llegó por fin a la estación, esperé a que todos bajasen y entonces cogí mi maleta para seguir por el camino vacío.
Era de noche. Las estrellas y la luna se podían ver con claridad, el aire era fresco y la estación parecida a esas que salen en las películas de terror; con algunos vagabundos y grafitis por las paredes. Me reconfortó un montón ver a mi abuelo parado con una sonrisa de oreja a oreja al lado de la puerta de su coche, un escarabajo rojo.-¡Abuelo!- corrí a abrazarlo y le di varios besitos en los cachetes, era una de mis personas favoritas en el mundo. Estaba feliz de poder pasar tiempo con después de tanto tiempo sin verle -Que alegría verte abuelito-
-igualmente jovencita, te he echado mucho de menos estos años sin verte- Apretujo mis mofletes con sus dedos y me dio un besito en la frente antes de invitarme a subir al coche para dirigirnos a casa.
Eran las 8 p.m. y Pop me había comentado que había cerrado el restaurante expresamente para venirme a recoger
-Awww abuelo, gracias. Pero creo que en cuanto tus clientes comprendan la causa de dicha atrocidad, me perseguirán con antorchas y quemarán en la hoguera- una risa ligera de escapó de los labios de mi abuelo, sus ojitos achinados relucían con las luces de la carretera: estaba exactamente como lo había recordado, feliz y libre.
-seguro que en cuanto te conozcan te preferirán a ti. Me quemarán para que seas la dependiente principal del restaurante- negué con la cabeza ante su afirmación. Mi abuelo siempre me idealizaba, y eso me llegaba a asustar en cierta medida; pues la sola idea de decepcionarlo me aterraba. Aún así, me hacía feliz saber que él me valoraba tanto.
-ya ya; estoy segura de que te preferirán siempre a ti abuelo. Tus hamburguesas son las mejores de todo el estado- y era verdad, estaban tan buenas que siempre alardeaba de ellas con mis "amigos". Claro que ellos preferían hablar de alcohol y drogas a una charla sobre nuestras familias y comida casera deliciosa.
-A ti no te salen nada mal- murmuró más para sí mismo que para mi; seguimos charlando con soltura hasta que llegamos a casa.
La vi desde la ventanilla. Era una preciosa casita de madera blanca, había estado en nuestra familia por generaciones y recuerdo que de pequeña era lo más parecido que tenía a un hogar.
-esta tal y como la recordaba- le dije a Pop, él me sonrió y asintió
-no ha sido la misma desde que dejasteis de venir- un puchero se formó en mis labios y le di una sonrisa de disculpa, el solo negó con la cabeza -No es tu culpa que tus padres decidieran separarse de la familia. Los negocios son los negocios para ellos; y eso no incluye llevar una modesta cafetería en un pueblo poco conocido- solté un bufido ante su afirmación, esos dos hipócritas que se hacían llamar mis padres y se avergonzaban de sus orígenes y familia no se merecían la simpatía de mi abuelito.
-no tiene excusas. Son malos, y punto-Pop pareció debatirse entre sí responder o no, pero sonrió levemente y me guió hasta la puerta de la casa.
Al abrir nos adentramos en el salón y la cocina-comedor; era muy acogedor. Con paredes claras y suelo oscuro; muebles hechos a mano, algunos de madera y otros de piedra. En la zona derecha, una hermosa chimenea decoraba el salón, con un par de sofás y una mesa central. La cocina-comedor estaba a la izquierda y era muy rústica. Estaba dividida en dos secciones; una mesa iluminada por un gran ventanal de doble puerta que daba a un pequeño porche por el cual podías adentrarte al bosque de detrás de la casa; y la zona de cocina. En ella había un horno, una cocina de gas, una nevera mediana y un par de cosas más. Sin duda esa parte de la casa era una de mis favoritas, me encantaba cocinar y al parecer Pop se acordaba de ellos, pues todo estaba reluciente, incluso parecían haber utensilios de cocina nuevos.
-¡Es precioso abuelo!- No pude ocultar mi emoción, recordaba su casa acogedora; pero no se comparaba a la realidad. Era perfecto
-Siempre te ha gustado cocinar, es algo de familia supongo- Me dio unos golpecitos en la espalda instándome a adentrarme en la cocina y me enseñó todos los utensilios -Puedes usarlo todo siempre que quieras, tan solo recuerda recoger y limpiar después. Un buen cocinero siempre mantiene su espacio de trabajo pulcro- Asentí con un aire de ensoñación ante sus palabras -Ahora, quita esa cara de loca enamorada y vamos arriba; estoy seguro de que te encantará la habitación-
Lo seguí a la planta superior, y he de decir que Pop tenía razón. La estancia tenía las paredes pintadas de un Beige que contrastaba a la perfección con el suelo de madera gris y la cama doble de sabanas azul-grisáceo; posicionada en el extremo derecho de la habitación. En el extremo izquierdo había una ventanal que iluminaba todo y tenía vistas directas a una casa azul. Al lado del ventanal tenía un escritorio bastante grande, sería perfecto para estudiar y pintar. Además, cerca de la cama había un armario empotrado bastante grande. Sonreí sin poder evitarlo y le di las gracias a mi abuelo; quien se dedicó a explicarme como se las había apañado para hacer la habitación con la ayuda de construcciones Andrews, quienes le habían hecho un muy buen precio por ser él.
-Bueno jovencita, me voy a dormir que mañana tengo que madrugar. Ten una linda noche- Me dio un beso en el cachete y se marchó.
Yo me quedé en mi habitación y lo desempaqué todo. Sabía que al día siguiente tenía que ir a clase y por tanto tenía que estar descansada, pero mi necesidad compulsiva por limpiar y ordenar todo no me dejaría cerrar los ojos hasta tener todo colocado en su sitio. Además, mi equipaje era escaso, no quería recordar mucho de mi época en New York; así que los únicos objetos "sentimentales" que me había traído era unos libros que me regaló mi abuelo cuando era pequeña, mis diarios, pinturas y libros de cocina. Por lo demás, solo tenía algo de ropa.
Suspiré satisfecha una vez terminé de ordenar todo y me dispuse a dormir pensando el lo ajetreado que sería el día siguiente .
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Mi amor
FanfictionY tal vez, solo tal vez, podría dejar el pasado atrás. Y tal vez, solo tal vez, me podrías amar. Y tal vez, solo tal vez, te amo. Keyra no podía seguir viviendo en New York, no después de lo que había sufrido. Así que decide mudarse a Riverdale con...