Prólogo

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Todas las peleas del joven de tez morena, cada encargo y sonrisa, prácticamente toda su actitud se encargaba de cautivar prácticamente a todo el pueblo, aquel muchacho tan alegre y carismático, tan sonriente y amable, quien hubiera adivinado que con el pasar de los años aquella espada y honor que le acompañó durante siglos se encontrase ahora en la basura, junto a su dignidad y respeto hacia su persona.

¿Cuál había sido la razón por la cual aquel joven decidiera echar al caño su vida? Ni siquiera él mismo la sabía, haciéndose a su misma persona esa pregunta mientras tenía que fingir excitarse mientras que los hombres que lo contrataban por noche se acercaban y tocaban, si acaso tenía suerte solo se masturbaban frente a él, pero si no, tenía que aguantarse y dejarse tocar, penetrar, besar, y dejarse hacer prácticamente cualquier cosa que sus clientes quisieran hacer con su cuerpo.

La primera vez que decidió ofrecer sus servicios nunca podrá olvidarla, pues su primera vez fue de hecho, una mujer, pero aquella mujer rubia le ofreció trabajar en esos ambientes, garantizándole una fortuna increíble, una mucho mayor a la que alguna vez ganó como caballero, y se ofreció a ayudarlo a iniciar, aquella mujer le pagó una gran suma de dinero, y esa noche hizo lo que quiso con Kaeya, quien se trató de quitar y devolver el dinero sin mucho éxito, ya que aunque era muy inexperto no podía negar la belleza de la chica, y así, aunque en un inicio se sintió sucio y un total degenerado, poco a poco comenzó a gustarle, siendo influenciado por las ganancias que esto le estaba generando.

Y así, tan rápido como inicio, no pensó parar nunca, volviéndose prácticamente un experto en lo que hacía, donde algunas veces el sería el dominante con el cliente, y la mayoría de las otras el sería el que estaría a merced del hombre contrario, pues si, aquella mujer fue la primera y única chica que lo solicitó, ya que cuando se dio a conocer lo único que le llagaba eran hombres, arriesgándose cada vez más, pues los encuentros eran en las casas de los clientes.

El caballero recuerda muy bien una vez en la que casi es asesinado por un cliente, ya que al llegar el sitio y pasar rápidamente noto como no era solo un hombre, siendo prácticamente un campamento entero de Fatuis, quienes claramente buscaban divertirse con el.

Aquella vez logró escaparse casi sin vida, pues habían destrozado sus partes privadas entre todos esos hombres, logrando quitarse y usar su poder Cryo para quitárselos de encima y así poder irse.

Por aquella experiencia el dejó de hacer aquellos encuentros durante casi un año, metiéndose a trabajar en una taberna que siempre frecuentaba para poder tapar su dolor emocional y asco hacia su persona con alcohol, quedándose varias veces dormido en el sitio, siendo siempre cuidado por el dueño, un pelirrojo malhumorado que era muy estricto con los borrachos de la taberna, sacándolos en el primer intento de pelea que pudieran llegar a provocar, siendo el más respetado de la cuidad.

Entonces, un día cuando el joven despertó como de costumbre en el sitio con una gran resaca fue detenido de irse por el pelirrojo, quien se quejo de ya estar harto de tener que quedarse en la taberna para cuidar que no le pasara nada, por lo que le dijo que podía seguir durmiendo ahí, pero que a cambio tenía que trabajar para el, comentándole que parecía estar desempleado.

Kaeya aceptó al trabajo sin pensarlo mucho, ya que después de tantas atenciones del mayor hacía su persona el le había tomado bastante cariño, por no decir que realmente se había enamorado de él, deseando que algún día lo contratase para una sesión privada, aunque sea por unas horas, cosa que obviamente era algo imposible, pues el joven pelirrojo era de clase alta, nunca podría meterse con alguien de clase baja y poca reputación como él, así que sus deseos quedaban en eso, en una esperanza que nunca tendría sentido.

Justo después de aceptar trabajar para Diluc en aquella taberna como mesero por las noches, decidió volver a ofrecerse a sí mismo como juguete sexual, así ganaría dinero fácil mucho más rápido y en cantidades mayores.
Por lo que de inmediato varios hombres lo solicitaron, algunos más conocidos que otros, como aquel hombre de cabellos rubios que al parecer era una clase de alquimista, que solo lo uso para estudiar las reacciones del ser humano, o como ese otro que al parecer era de una región diferente, siendo un joven adeptus bastante callado y que el realmente ya había conocido hacía tiempo atrás. Realmente muchos codiciaban tener una noche con aquel hombre de cabellos azules, pues los rumores decían que el hacía maravillas en lo que al sexo de trataba.

Llévame Al InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora